“No pude... hacerlo.” jadeó, apretando sobre la punzada que ten´ıa sobre un costado.
“No... aparec´ıa.”
Las expresiones de consternación y desilusión hicieron que Harry se sintiera avergonzado, ver salir a lo lejos a los dementores volando entre la niebla y notar que el fr´ıo paralizador estrangulaba sus pulmones, que un grito lejano le llenaba los o´ıdos, y que no iba a ser capaz de protegerse a s´ı mismo, hab´ıa sido una experiencia angustiosa.
Harry hab´ıa necesitado toda su fuerza de voluntad para apartarse del lugar en el que estaba y correr, dejando que los ciegos dementores se deslizaran entre los muggles, que pod´ıan no ser capaces de verlos, pero que seguramente sent´ıan la desesperanza que estos vert´ıan donde quiera que fueran.
“As´ı que seguimos sin tener comida.”
“Cállate, Ron.” dijo Hermione bruscamente. “Harry, ¿Qué ocurrió? ¿Por qué piensas que no pudiste hacer el Patronus? ¡Ayer lo hiciste perfectamente!”
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CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
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“No lo sé.”
Se hundió en uno de los viejos sillones de Perkins, sintiéndose más humillado a cada momento que pasaba. Tem´ıa que algo estuviera mal dentro de él. Ayer parec´ıa muy lejano: hoy podr´ıa haber tenido trece a˜nos otra vez, y volver a ser el único que se desmayó en el expreso de Hogwarts.
Ron pateó una de las patas del sillón.
“¿Qué?” le gru˜no a Hermione. ”¡Me muero de hambre! ¡Lo único que he comido desde que casi me desangro hasta la muerte han sido un par de hongos!”
“Entonces ve y ábrete camino luchando a través de los dementores.” dijo Harry, enar-decido.
“Lo har´ıa, pero mi brazo está en cabestrillo, ¡por si no te hab´ıas dado cuenta!”
“Eso te es muy conveniente.”
“Y que se supone que significa...”
“¡Por supuesto!” gritó Hermione, golpeándose la frente con la mano sobresaltándolos a ambos, provocando que se quedaran en silencio. “Harry, dame el relicario.”
“Vamos” dijo impacientemente, chasqueando los dedos ante él por su falta de reacción.
“¡El Horcrux, Harry, todav´ıa lo llevas puesto!”
Ella extendió las manos, y Harry se paso la cadena de oro por encima de la cabeza.
En el momento en que dejo de estar en contacto con la piel de Harry, este se sintió libre y extra˜namente liviano. Ni siquiera se hab´ıa dado cuenta de que se sent´ıa sofocado o de que sent´ıa un fuerte peso presionándole el estómago hasta que ambas sensaciones cesaron.
“¿Mejor?” preguntó Hermione.
“¡Si, much´ısimo mejor!”
“Harry” dijo arrodillándose frente de él y usando el tipo de voz que se asocia a cuando visitas a alguien extremadamente enfermo. “No habrás sido pose´ıdo, ¿verdad?”
“¿Qué? ¡No!” dijo a la defensiva. “Recuerdo todo lo que hicimos mientras lo llevaba.
Si hubiera estado pose´ıdo, no sabr´ıa lo que hab´ıa hecho, ¿verdad? Ginny me contó que hab´ıa veces en las que no pod´ıa recordar nada.”
“Hmmm” dijo Hermione, mirando hacia abajo al pesado relicario de oro. “Bueno, tal vez no deber´ıamos llevarlo puesto. Podr´ıamos dejarlo en la tienda.”
“No dejaremos el Horcrux por ah´ı.” declaró Harry firmemente. “Si lo perdemos, si lo roban...”
“Vale, esta bien, está bien” dijo Hermione, y se lo puso alrededor del cuello y lo escondió de la vista debajo de la camisa.
“Pero lo llevaremos por turnos, para que nadie lo lleve demasiado tiempo.”
“Genial” dijo Ron irritado, “Ahora que hemos resuelto eso ,por favor, ¿podemos conseguir algo de comida?”
“Bien, pero iremos a otra parta a buscarla” dijo Hermione lanzándole a Harry una mirada de reojo. “No hay necesidad de que nos quedemos en un lugar donde sabemos que hay dementores apareciéndose por ah´ı.”
Al final se acomodaron para pasar la noche en un campo remoto perteneciente a una solitaria granja, de la cual se las hab´ıan ingeniado para obtener huevos y pan.
CAPÍTULO 15. LA VENGANZA DE LOS DUENDES
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“No es robar, ¿verdad?” preguntó Hermione inquieta, mientras devoraban los huevos revueltos con tostadas. “Hemos dejado dinero debajo del gallinero.”
Ron hizo rodar los ojos y dijo, con las mejillas abultadas, “¡Er-mynee, no te pr-oupes ta-to, ...elájate!
Y verdaderamente, era mucho más fácil relajarse cuando estaban confortables y bien alimentados: olvidaron la discusión sobre los dementores con las risas de esa noche y Harry se sintió alegre, hasta esperanzado, cuando fue a hacer el primero de los tres turnos de guardia de esa noche.
Este era su primer encuentro con la realidad de que un estómago lleno significa buen humor; uno vac´ıo, disputas y tristeza. Harry se sintió muy poco sorprendido por este hecho, ya que hab´ıa sufrido per´ıodos de casi inanición en casa de los Dursley. Hermione soportaba razonablemente bien aquellas noches en las que sólo consegu´ıan escamotear bayas y bizcochos rancios, quizás su temperamento se volviera un poco más explosivo de lo normal y sus silencios algo agrios. Ron, en cambio, siempre hab´ıa estado acostumbrado a tres deliciosas comidas por d´ıa, cortes´ıa de su madre o de los elfos domésticos de Hogwarts, y el hambre lo pon´ıa irracional e irritable.