Un murmullo recorrió la multitud, mientras Adrian Pucey dejaba caer la
Harry la vio. En un arrebato de excitación se lanzó hacia abajo, detrás del destello dorado. El buscador de Slytherin, Terence Higgs, también la había visto. Nariz con nariz, se lanzaron hacia la
Harry era más veloz que Higgs. Podía ver la pequeña pelota, agitando sus alas, volando hacia delante. Aumentó su velocidad y..
¡PUM! Un rugido de furia resonó desde los Gryffindors de las tribunas... Marcus Flint había cerrado el paso de Harry, para desviarle la dirección de la escoba, y éste se aferraba para no caer.
—¡Falta! —gritaron los Gryffindors.
La señora Hooch le gritó enfadada a Flint, y luego ordenó tiro libre para Gryffindor; en el poste de gol. Pero con toda la confusión, la
Abajo en las tribunas, Dean Thomas gritaba.
—¡Eh, árbitro! ¡Tarjeta roja!
—Esto no es el fútbol, Dean —le recordó Ron—. No se puede echar a los jugadores en
Pero Hagrid estaba de parte de Dean.
—Deberían cambiar las reglas. Flint ha podido derribar a Harry en el aire.
A Lee Jordan le costaba ser imparcial.
—Entonces... después de esta obvia y desagradable trampa...
—¡Jordan! —lo regañó la profesora McGonagall.
—Quiero decir, después de esta evidente y asquerosa falta...
—¡Jordan, no digas que no te aviso...!
—Muy bien, muy bien. Flint casi mata al buscador de Gryffindor, cosa que le podría suceder a cualquiera, estoy seguro, así que penalti para Gryffindor; la coge Spinnet, que tira, no sucede nada, y continúa el juego, Gryffindor todavía en posesión de la pelota.
Cuando Harry esquivó otra
Sucedió de nuevo. Era como si la escoba intentara derribarlo. Pero las Nimbus 2.000 no decidían súbitamente tirar a sus jinetes. Harry trató de dirigirse hacia los postes de Gryffindor para decirle a Wood que pidiera una suspensión del partido, y entonces se dio cuenta de que su escoba estaba completamente fuera de control. No podía dar la vuelta. No podía dirigirla de ninguna manera. Iba en zigzag por el aire y, de vez en cuando, daba violentas sacudidas que casi lo hacían caer.
Lee seguía comentando el partido.
—Slytherin en posesión... Flint con la
Los de Slytherin vitoreaban. Nadie parecía haberse dado cuenta de la conducta extraña de la escoba de Harry Lo llevaba cada vez más alto, lejos del juego, sacudiéndose y retorciéndose.
—No sé qué está haciendo Harry —murmuró Hagrid. Miró con los binoculares—.
Si no lo conociera bien, diría que ha perdido el control de su escoba... pero no puede ser...
De pronto, la gente comenzó a señalar hacia Harry por encima de las gradas. Su escoba había comenzado a dar vueltas y él apenas podía sujetarse. Entonces la multitud jadeó. La escoba de Harry dio un salto feroz y Harry quedó colgando, sujeto sólo con una mano.
—¿Le sucedió algo cuando Flint le cerró el paso? —susurró Seamus.
—No puede ser —dijo Hagrid, con voz temblorosa—. Nada puede interferir en una escoba, excepto la poderosa magia tenebrosa... Ningún chico le puede hacer eso a una Nimbus 2.000.
Ante esas palabras, Hermione cogió los binoculares de Hagrid, pero en lugar de enfocar a Harry comenzó a buscar frenéticamente entre la multitud.
—¿Qué haces? —gimió Ron, con el rostro grisáceo.
—Lo sabía —resopló Hermione—. Snape... Mira.
Ron cogió los binoculares. Snape estaba en el centro de las tribunas frente a ellos.
Tenía los ojos clavados en Harry y murmuraba algo sin detenerse.
—Está haciendo algo... Mal de ojo a la escoba —dijo Hermione.
—¿Qué podemos hacer?
—Déjamelo a mí.
Antes de que Ron pudiera decir nada más, Hermione había desaparecido. Ron volvió a enfocar a Harry. La escoba vibraba tanto que era casi imposible que pudiera seguir colgado durante mucho más tiempo. Todos miraban aterrorizados, mientras los Weasley volaban hacía él, tratando de poner a salvo a Harry en una de las escobas. Pero aquello fue peor: cada vez que se le acercaban, la escoba saltaba más alto. Se dejaron caer y comenzaron a volar en círculos, con el evidente propósito de atraparlo si caía.
Marcus Flint cogió la
—Vamos, Hermione —murmuraba desesperado Ron.