Читаем Guianeya полностью

Ahora cuando la ciencia había alargado en mucho la juventud del organismo humano, un rostro tan arrugado se encontraba con poca frecuencia, y el hecho mismo de que no supiera cosas que eran bien conocidas para los niños, indicaba que era una persona de la más venerable edad.

— Perdóneme — dijo, imitando la anticuada manera de hablar de su acompañante — ¿tendría la bondad de decirme cuántos años tiene?

El anciano rompió a reír alegremente.

— No tengo la menor duda — dijo el anciano — de que usted se pregunta: ¿de dónde habrá salido este ignorante? No contradiga, no me he ofendido. Es completamente natural que usted haya pensado esto. Claro está que desde el punto de vista moderno yo sé poco, pero en algún tiempo era considerado como una persona culta. Enseñé a otros. ¿Es difícil creerlo, verdad? — y de nuevo se rió con un ligero tono de pesadumbre, según le pareció a Murátov.

Una suposición acudió a la mente de Murátov. ¿Era posible que fuera el mismo Bolótnikov? Era parecido. En aquellos tiempos todavía nombraban a las personas, no sólo por su nombre, sino también por su patronímico…

— Usted se equivoca, Nicolái Adámovich — dijo él —, nadie le considera un ignorante.

Al anciano no le causaron asombro las palabras de Murátov.

— Usted ha acertado — se sonrió —. Sí, yo soy Bolótnikov, Nikolái Adámovich, doctor en ciencias biológicas en la segunda mitad del siglo pasado. Tengo noventa y siete años. Y si añadimos el tiempo que yo pasé dormido, entonces son ciento veintidós.

— Dormido… — repitió maquinalmente Murátov.

— No propiamente dormido, sino en anabiosis. La diferencia no es grande. La anabiosis es lo mismo que el sueño sólo que más profundo.

Murátov recordó todo.

Esto tuvo lugar en los días de su infancia, a comienzos de siglo. La inmersión en un sueño profundo o en estado de anabiosis, como un medio de prolongar la vida, fue un tema de discusiones interminables entre los médicos y los biólogos. Este método, junto con otros, fue reconocido como digno de atención pero no en todos los casos. Los experimentos en animales demostraron que se conseguía un mayor efecto cuando se aplicaba la anabiosis en los organismos envejecidos. Fue necesario realizar el experimento en una persona. Y se ofreció Bolótnikov, profesor de noventa y tres años.

Murátov recordaba las fotografías que publicaron las revistas, que él, entonces niño, miraba con curiosidad. Evidentemente el rostro de Bolótnikov no le había producido una gran impresión, ya que lo había olvidado y no lo había reconocido inmediatamente.

Bolótnikov había vuelto a la vida hacía cuatro años. Precisamente cuando Murátov se encontraba lejos, enfrascado en sus cosas, y no había reparado en aquel acontecimiento.

Miraba con curiosidad a su acompañante. ¡Esta persona era coetánea de la Revolución de Octubre! Precisamente este hecho fue el que causó la mayor admiración hace veintinueve años al pequeño Víktor.

— Ahora no le debe causar asombro mi ignorancia en muchos problemas — continuó el viejo profesor —. Cuatro años es un plazo no grande. Apenas he tenido tiempo de conocer los avances conseguidos en la biología, que es mi dominio. Todo lo demás ha sido como si se deslizara delante de mi vista.

— Comprendo — dijo Murátov —. Estoy muy satisfecho de esta entrevista tan interesante. Tengo suerte para encontrarme con personas famosas. Puede ser que usted no lo sepa, pero a Guianeya…

— Lo sé… — interrumpió Bolótnikov, y miró al reloj —. A nuestra disposición han quedado sólo quince minutos. Me apeo en Poltava.

— Hay bastante tiempo — dijo Murátov —. ¿Usted quiere saber cómo se mueve el sharex?

— Sí, si para usted no es una molestia.

– ¿Usted, claro está, conoce las corrientes de extraalta frecuencia? — Bolótnikov asintió con la cabeza —. Si la memoria no me traiciona, en el día que usted abandonó la vida las transmitían por cables subterráneos. Los autobuses, que tomaban energía de estos cables para sus motores, o como se les llama ahora, vechebuses, existían ya entonces…

— Usted quiere decir que el sharex…

— Precisamente. Sólo que ahora las corrientes de extraalta frecuencia no van por cables. Se ha encontrado el método de transmitirlas directamente por el aire, como las ondas de radio, y además sin ninguna pérdida. Sobre la tierra, a una determinada altura, se ha desbordado, si se puede expresar así, un manto compacto de energía. Si antes, por ejemplo, los vechebuses podían moverse sólo por los caminos por debajo de los cuales estaban tendidos los cables, ahora pueden andar por donde quieran. Pero los motores del vechebús son eléctricos y los de sharex son reactivos. La energía, prácticamente de una potencia ilimitada, se toma «del aire», y el principio de deslizamiento por bolas… ya hace mucho tiempo es conocido. Por ejemplo, por cojinetes de bolas. El rozamiento entre el sharex y su apoyo en forma de «rieles» semicirculares idealmente lisos, es insignificante.

Перейти на страницу:

Похожие книги

Аччелерандо
Аччелерандо

Сингулярность. Эпоха постгуманизма. Искусственный интеллект превысил возможности человеческого разума. Люди фактически обрели бессмертие, но одновременно биотехнологический прогресс поставил их на грань вымирания. Наноботы копируют себя и развиваются по собственной воле, а контакт с внеземной жизнью неизбежен. Само понятие личности теперь получает совершенно новое значение. В таком мире пытаются выжить разные поколения одного семейного клана. Его основатель когда-то натолкнулся на странный сигнал из далекого космоса и тем самым перевернул всю историю Земли. Его потомки пытаются остановить уничтожение человеческой цивилизации. Ведь что-то разрушает планеты Солнечной системы. Сущность, которая находится за пределами нашего разума и не видит смысла в существовании биологической жизни, какую бы форму та ни приняла.

Чарлз Стросс

Научная Фантастика