Harry imitó al Señor Weasley y miró detenidamente por las ventanas, su corazón saltó. No había ningún Auror que esperase fuera de la posada, pero en cambio había una forma gigantesca, y una negra barba de Rubeus Hagrid, el guardabosques de Hogwarts, llevando un abrigo largo de tejo, cambiando la cara al ver la de Harry y olvidando el pasar de los Muggles.
‘¡Harry!’ estaba contento, cogiendo a Harry con un abrazo que aplastaba sus huesos. ‘¿Y Buckbeak? ¿El hipogrifo, te acuerdas? ¿Debería de verle, Harry? ¿Es feliz al aire libre?
‘Él está contento y alegre,’ dijo Harry sonriendo abiertamente como él que apretujaba sus costillas. ‘¡Nosotros no sabíamos qué pensaba sobre la seguridad!’
¿Sé, lo justo como en los viejos tiempos, verdad? Mire, el Ministerio quiso enviar un manojo de Aurores, pero Dumbledore dijo que yo lo haría,’ dijo Hagrid con orgullo, hinchando su pecho y metiendo los pulgares en sus bolsillos. ‘¿Entonces lo consiguieron?, hey ¿Molly, Arthur?’
El Caldero Chorreante estaba, por primera vez en la memoria de Harry, completamente vacío. Solo Tom, el propietario, marchito y desdentado, debajo de la vieja muchedumbre. Éste levantó la mirada con esperanza cuando entraron, pero antes de que pudiese hablar, Hagrid dijo precipitadamente, ‘No pararemos por hoy, Tom, estoy seguro que lo entiende, las compras de Hogwarts, ya sabe.’
Tom cabeceó tristemente y volvió con la limpieza de los cristales; Harry, Hermione, Hagrid y los Weasley fueron por la barra hacia afuera de en el frío patio, dando la espalda a los cubos de basura. Hagrid levantó su paraguas rosa y golpeó cierto ladrillo en la pared, que se abrió inmediatamente para formar una puerta en curva a la calle. Dieron un paso hacia delante e hicieron una pausa, mirando alrededor.
El Callejón Diagon había cambiado. Los escaparates vistosos, brillantes estanterías, ingredientes de pociones, y Easy PDF Copyright © 1998,2005 Visage Software
This document was created with FREE version of Easy PDF.Please visit http://www.visagesoft.com for more details calderos, no se podían ver, ya que estaban ocultos detrás de grandes carteles que el Ministerio de Magia había pegado sobre ellos. La mayor parte de estos carteles de púrpura oscuro llevaban las versiones del Consejo de Seguridad de los folletos que el Ministerio había enviado a lo largo del verano, pero otros tenían las fotografías en blanco y negro de los Mortíagos conocidos que estaban en libertad. Bellatrix Lestrange se mofaba del boticario má cercano. Algunas ventanas fueron tapadas, incluyendo la de la heladería de Florean Fertescue. Por otra parte, habían aparecido lentamente algunos otros puestos a lo largo de la calle. El más cercano, había sido puesto fuera de Flourish and Botts, bajo un toldo rayado, manchado, tenía un signo de la cartulina fijado en su frente: AMULETOS
¡Eficaz Contra Hombres-Lobo, sobre Dementores …!
Un mago pequeño enfermo sacudía ruidosamente brazadas de símbolos de plata en cadenas.
‘¿Uno para su niña, señora?’ le dijo a la Sra. Weasley cuando pasaron, mirando de reojo a Ginny, ‘¿Proteja su bonito cuello?’
‘Si yo estuviera de servicio …’ dijo el Señor Weasley, fulminando con una mirada de ira al vendedor de amuletos.
‘Sí, pero no vas a detener a nadie ahora, querido, tenemos prisa,’ dijo la Señora Weasley, nerviosamente consultando una lista. ‘Pienso que deberíamos ir primero a Madame Malkin, Hermione quiere nuevas túnicas de vestir, y las de Ron le llegan por los tobillos y necesita unas nuevas también, Harry tú también has crecido. Vengan, vamos todos.
‘Molly, no tiene sentido que todos vayamos a Madame Malkins,’ dijo el Señor Weasley. ‘¿Por qué no van los tres con Hagrid y nosotros a Flourish y Blotts a conseguir los libros de texto de todos?’
‘No lo sé,’ dijo la Señora Weasley con inquietud, demostrando su deseo de terminar las compras rápidamente y el deseo de mantenerse juntos. ‘¿Hagrid, tú qué piensas?’
‘No te preocupes, ellos estarán bien conmigo, Molly,’ dijo Hagrid con dulzura, agitando ligeramente una mano del tamaño de una tapa de un cubo de basura. La Señora Weasley no pareció completamente convencida, pero permitió la separación, escabulléndose hacia Flourish y Blotts con su marido y Ginny, mientras Harry, Ron, Hermione y Hagrid se pusieron en camino a Madame Malkin.
Harry notó que muchas de las personas con las que se cruzaban tenían la misma mirada acosada y deseosa de la Sra.
Weasley, y que nadie se detenía para hablar; los compradores se quedaron junto a sus propios negocios fuertemente protegidos, moviéndose atentamente en los mismos. Nadie hacía las compras a solas.
‘Espera, voy estar un poco apretado allí con todos nosotros,’ dijo Hagrid, parándose afuera de Madame Malkin e inclinándose para mirar detenidamente por la ventana. ‘Montaré la guardia fuera, ¿vale?’