Aquellos desmañados árboles y aquellos lindos helechos podrían haber sido la materia prima de los yacimientos de carbón que alimentaron la Revolución Industrial… apenas a tiempo de salvar la raza humana. Le era fácil creer que un dinosaurio podía atacarles en cualquier momento, surgiendo de la maleza; entonces recordó que los terribles lagartos estaban todavía a cien millones de años en el futuro cuando aquellas plantas habían florecido sobre la Tierra…
Apenas volvieron a montar, Loren exclamó:
—¡Krakan y condenación!
—¿Qué pasa?
Loren se desplomó, sobre lo que, providencialmente, parecía una espesa capa de nervudo musgo.
— Un calambre — murmuró entre dientes, agarrando los tensos músculos de sus muslo.
— Permíteme — dijo Mirissa con voz preocupada pero confiada.
Bajo sus cuidados agradables, aunque poco profesionales, los espasmos cesaron lentamente.
— Gracias — dijo Loren pasado un rato. Ahora estoy mucho mejor. Pero, por favor, no te detengas.
—¿Creías que iba a hacerlo? — susurró ella.
Y entonces, entre dos mundos, se convirtieron en uno solo.
IV. KRAKAN
21. Academia
El número de miembros de la Academia de la Ciencia de Thalassa estaba estrictamente limitado al bonito número binario de 100000000; o, para aquellos que prefieran contar los dedos, 256. La Oficial Científico de la
De aquellos 241, no menos de 105 estaban presentes físicamente en el auditorio de la academia, y 116 estaban en contacto a través de sus comunicadores. Era un récord de asistencia, y la doctora Anne Varley se sintió halagada en extremo… aunque no pudo reprimir una fugaz curiosidad por los 20 que faltaban.
También se sintió ligeramente incómoda al ser presentada como uno de los más importantes astrónomos de la Tierra, aunque, por desgracia, había sido una gran verdad en las fechas de la partida de la
— Aquí está —comenzó—. Estoy segura de que todos ustedes han visto este mapa de Sagan Dos: la mejor reconstrucción posible con sondas y radio—homologramas. Es poco detallado, desde luego (diez kilómetros en el mejor de los casos), pero suficiente para darnos los datos básicos.
« Su diámetro es de quince mil kilómetros, un poco mayor que la Tierra. Una atmósfera densa, compuesta casi por completo de nitrógeno. Y nada de oxígeno… afortunadamente.
Aquel « afortunadamente » servía siempre para llamar la atención; hacía que el público se irguiese de un brinco.
— Comprendo su sorpresa; la mayoría de seres humanos tienen un prejuicio en favor de la respiración. Sin embargo, en las décadas anteriores al éxodo, sucedieron muchas cosas que cambiaron nuestra visión del universo.
« La ausencia de otras criaturas vivas (en el pasado o en el presente) en el Sistema Solar, y el fracaso de los programas SETI a pesar de dieciséis siglos de esfuerzo, convencieron prácticamente a todos de que la vida debe de ser muy rara en otras partes del Universo y, por tanto, muy valiosa.
« De ello se dedujo que todas las formas de vida merecían respeto y debían ser apreciadas. Algunos argumentaron que hasta los patógenos virulentos y los vectores causantes de enfermedades no tenían que ser exterminados, sino preservados bajo estricta protección. « Reverenciar la vida » fue una frase muy popular en los Últimos Días… y pocos la aplicaban exclusivamente a la vida humana.
« Una vez aceptado el principio de no interferencia biológica, siguieron ciertas consecuencias prácticas. Se había acordado mucho tiempo antes que no debíamos intentar ningún asentamiento en un planeta con formas de vida inteligentes; la raza humana tenía un mal recuerdo de su mundo de origen. Por fortuna (¡o por desgracia!) esta situación nunca se dio.
« Pero la discusión fue más lejos. Supongamos que encontráramos un planeta en el que la vida animal acabara de empezar. ¿Deberíamos mantenernos al margen y dejar que la evolución siguiera su curso, en espera de que surgiera la inteligencia al cabo de megaaños?
« Yendo aún más lejos: ¿y si sólo hubiera vida vegetal? ¿O solamente microbios unicelulares?
« Puede parecerles sorprendente que, cuando estaba en juego la existencia misma de la raza humana, los hombres se preocupasen por debatir cuestiones morales y filosóficas tan abstractas. Pero la Muerte concentra la mente en las cosas que realmente importan: ¿por qué estamos aquí? ¿Qué deberíamos hacer?