—¿Quién sabe? Presumiblemente también fueron necesarias para desplazar el ecosistema hacia la eventual aparición de la vida. En la Tierra, las extinciones al final del Pérmico ayudaron a dejar el paso abierto para reptiles similares a los mamíferos… los antepasados de los mamíferos. Su habilidad para regular la temperatura corporal quizá fuese irrelevante en los climas benignos que existían hasta las glaciaciones mundiales que provocaron las extinciones… y sospecho que la sangre caliente, que evolucionó a partir de esa capacidad, es otro requisito previo para la inteligencia. De forma que la extinción del Pérmico fue una forma de incrementar sustancialmente el porcentaje de endotermos nacientes, asegurándose de que no eran superados y eliminados del acervo genético.
—Pero ¿cómo podría el creador forzar una era glacial? —preguntó Hollus.
—Bien, si asumimos que envió un asteroide contra cada uno de nuestros mundos al final del Cretácico, podría haber roto un asteroide o dos en órbita para formar anillos alrededor de cada uno de los planetas al final del Pérmico. Un anillo como ése, ajustado adecuadamente, podría apantal ar sustancialmente el planeta, reduciendo la temperatura lo suficiente para producir una glaciación importante. O podría haber generado una nube de polvo que envolviese toda esta parte de la galaxia, apantallando todos los planetas, el tuyo, el mío y el de los wreeds, simultáneamente.
—¿Y las otras extinciones masivas? —preguntó Hollus.
—Más ajustes durante el camino. La del Triásico, por ejemplo, permitió que los dinosaurios o sus equivalentes dominasen en los tres mundos. Sin dinosaurios dominando el ecosistema, los mamíferos, o los octópodos endotérmicos en Beta Hydri III, y los vivíparos como T'kna en Delta Pavonis II no se habrían visto obligados a adoptar una existencia crepuscular que ayudase al desarrollo de cerebros mayores. Se necesita astucia para seguir viviendo si no eres la forma dominante.
Era extraño oír cómo la gigantesca araña interpretaba el papel de abogado del diablo.
—Pero la única prueba directa —dijo—, de que el creador haya manipulado la evolución de la vida una vez que empezó es la coincidencia de las fechas de las extinciones masivas en Beta Hydri III, Delta Pavonis II, y Sol III. Sí, posiblemente el creador manipuló de forma similar el desarrollo de la vida en los seis mundos abandonados que hemos visitado, pero no pudimos encontrar pruebas inequívocas de ellos.
—Bien, quizás en este universo la inteligencia se pueda desarrol ar por casualidad — dije—. Incluso al azar, los asteroides chocan contra los planetas cada diez millones de años más o menos. Pero nunca tendrás múltiples especies inteligentes coexistiendo simultáneamente a menos que alteres los horarios, y no sólo una vez sino varias. Retomando de nuevo la metáfora de la cocina, sí, quizás una ensalada podría aparecer por sí sola al azar, digamos cuando el viento sopla suficientes vegetales. Y quizás un filete aparezca por sí solo, por medio de un rayo que golpea a una vaca de la forma adecuada. Y puede que consigas vino; uvas acumuladas en un lugar fermentan. Pero no hay forma de que todo eso aparezca a la vez, una copa de vino, una ensalada y un filete, sin intervenir. Lo mismo podría pasar para obtener múltiples formas de vida inteligente simultáneamente.
—Pero eso nos llevaría a preguntarnos por qué Dios quiere varias especies inteligentes paralelamente —dijo el alienígena.
Me rasqué la barbilla.
—Es una buena pregunta.
—Lo es, sí —dijo Hollus.
Lo meditamos durante un tiempo, pero ninguno tenía una buena respuesta. Eran casi las 5:00 de la tarde.
—¿Hollus?—dije.
—¿Sí?
—Me gustaría pedirte un favor. Sus pedúnculos dejaron de moverse.
—¿Sí?
—Me gustaría que vinieses a casa conmigo. Es decir, que me permitas llevarme el proyector de holoforma a mi casa y que aparezcas allí.
—¿Para qué?
—Es… es algo que hacemos los humanos. Invitamos a amigos a cenar. Podrías conocer a mi familia.
—Amigos… —dijo Hollus.
De pronto me sentí como un idiota. Comparado con Hollus era un ser primitivo; incluso si su psicología le permitía sentir afecto por otros, era seguro que no tendría esos sentimientos hacia mí.
—Lo lamento —dije—. No quería abusar.
—No es un abuso —dijo Hollus—. Me agrada que sientas por mí lo que yo siento por ti. — Sus pedúnculos bailaron—. Me gustaría mucho conocer a tu familia y visitar tu hogar.
Sorprendido, sentí lágrimas en los ojos.
—Gracias —dije—. Muchas gracias —hice una pausa—. Claro está, si lo prefieres, puedo hacer que ellos vengan aquí. No tenemos por qué ir a casa.
—No —dijo Hollus—. Me gustaría. Tu familia está compuesta por tu compañera, Susan, ¿no? —Me había oído hablar varias veces con ella por teléfono.
—Sí. Y mi hijo Ricky. —Volví la fotografía que había sobre la mesa para que Hollus pudiese verlo.
Los pedúnculos convergieron sobre el marco.
—No se parece a ti.
—Es adoptado —dije encogiéndome ligeramente de hombros—. No es mi hijo biológico.