Y él los vio en el agua verde clara iluminada por la luz del Sol, milímetros por debajo de la superficie, recordándole horriblemente de los Inferi; un coro de gente del agua cantando en una lengua extraña que él no entendía, con sus pálidas caras ondulando, y sus cabellos violetas vagando a su alrededor. La música hizo que los pelos de la nuca de Harry se erizaran y sin embargo no era desagradable. Hablaba claramente de pérdida y desesperanza. Mientras miraba hacia las salvajes caras de los cantantes tuvo el sentimiento de que ellos, al menos, sentían la muerte de Dumbledore. Entonces Ginny volvió a darle un codazo otra vez y él volvió en sí.
Hagrid caminaba lentamente hacia el altar entre las sillas. Estaba llorando silenciosamente, su cara llena de lágrimas, y en sus brazos, envuelto en terciopelo púrpura salpicado por estrellas doradas, estaba lo que Harry supo que era el cuerpo de Dumbledore. Un duro dolor se desató en la garganta de Harry viendo esto: por un momento, la extraña música y el saber que el cuerpo de Dumbledore estaba tan cerca parecieron robar toda la calidez del día. Ron estaba blanco e impactado. Las lágrimas caían gordas y rápidas en los regazos de Ginny y Hermione.
No podían ver claramente lo que estaba ocurriendo delante. Hagrid parecía haber situado el cuerpo cuidadosamente encima de la mesa. Ahora volvía a bajar del altar, sonando su nariz con ruidos como de trompeta que arrancaron miradas escandalizadas de algunos, incluida, según vio Harry, Dolores Umbridge... pero Harry sabía que a Dumbledore no le habría importado. Intentó hacerle una señal agradable a Hagrid cuando pasó, pero los ojos de Hagrid estaban tan hinchados que se preguntó si podría ver por dónde iba. Harry miró hacia la fila trasera a la que Hagrid se dirigía y se dio cuenta de lo que lo guiaba, porque allí, vestido con una cazadora y unos pantalones de la Easy PDF Copyright © 1998,2005 Visage Software
This document was created with FREE version of Easy PDF.Please visit http://www.visagesoft.com for more details talla de un pequeño toldo, estaba Grawp el gigante, con su grande y fea cabeza como una roca inclinada, dócil, casi humano. Hagrid se sentó al lado de su medio hermano y Grawp le dio unos golpecitos fuertes a Hagrid en la cabeza, y las patas de su silla se enterraron en el suelo. Harry tuvo un maravilloso y momentáneo impulso por reír. Pero entonces la música paró y giró su cara hacia delante otra vez.
Un hombre pequeño con el pelo algo apenachado vestido en túnica negra se había levantado y estaba de pie ahora delante del cuerpo de Dumbledore. Harry no podía oír lo que estaba diciendo. Palabras raras llegaban hasta ellos por encima de los cientos de cabezas. “Nobleza de espíritu”... “contribución intelectual”... “grandeza de corazón”... no significaba mucho. Tenía poco que ver con el Dumbledore que Harry había conocido. De pronto recordó la idea de Dumbledore de unas pocas palabras: “Papanatas”, “baratijas”, “llorones” y “pellizcos”, y otra vez, tuvo que contener una sonrisa... ¿cuál era su problema?
Hubo un suave sonido que se desplazó rápidamente desde su izquierda y vio que la gente del agua había roto la superficie para escuchar también. Recordó a Dumbledore inclinándose hacia la orilla del agua dos años atrás, muy cerca de donde Harry se sentaba ahora, y conversando sirenio con la jefa de las sirenas. Harry se preguntó dónde habría aprendido Dumbledore a hablar sirenio. Había tantas cosas que nunca le había preguntado, tantas cosas que le debería haber dicho...
Y entonces, sin previo aviso, lo asoló, la terrible verdad, más completa e innegable de lo que había sido hasta ahora.
Dumbledore estaba muerto, se había ido... agarró con fuerza el frío relicario en su mano, tan fuertemente que le dolía, pero no pudo frenar las cálidas lágrimas saliendo de sus ojos: miró hacia otro lado, lejos de Ginny y los otros y se quedó mirando más allá del lago, hacia el Bosque, mientras el pequeño hombre de negro seguía hablando con monotonía... hubo un movimiento entre los árboles. Los centauros habían venido a ofrecer sus respetos también. No salieron al abierto, pero Harry los vio allí de pie con calma, medio escondidos en la sombra, viendo a los magos, con sus arcos colgando a su lado. Y Harry recordó su primera incursión de pesadilla en el Bosque, la primera vez que se había encontrado con la cosa que era entonces Voldemort, y cómo lo había encarado, y cómo él y Dumbledore habían hablado sobre luchar en una batalla perdida no mucho tiempo después. Era importante, había dicho Dumbledore, luchar, luchar otra vez, y seguir luchando, porque sólo entonces podría lo maligno mantenerse a raya, aunque nunca erradicado totalmente...