Harry recordó los siniestros caballos alados que había visto al llegar y cómo Luna dijo que podía verlos también. Su entusiasmo tuvo un ligero desfallecimiento. ¿Ella le había estado mintiendo? Pero antes de que pudiera profundizar sus reflexiones, Ernie Macmillan se había parado frente a él.
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"Quiero que sepas, Potter," comenzó en voz alta, "que no sólo gente extraña te apoya. Personalmente te creo cien por ciento.
My familia siempre ha respaldado con firmeza a Dumbledore, y yo también."
"Estee, muchas gracias, Ernie", dijo Harry amedrentado pero complacido. Ernie podía ser pomposo en ocasiones como esta, pero Harry estaba de humor como para apreciar un voto de confianza de alguien de cuyas orejas no colgaban rábanos. Las palabras de Ernie ciertamente habían borrado la sonrisa de la cara de Lavender Brown y mientras Harry se volvía para hablarles a Ron y Hermione pudo observar la expresión de Seamus, mezcla de confusión y desafío.
Para sorpresa de nadie, la Profesora Sprout comenzó su lección sermoneándolos con la importancia de los TIMOs. Harry deseó que los profesores dejaran de hacerlo; estaba empezando a ponerse ansioso, revolviéndosele el estómago cada vez que recordaba cuánta tarea tenía que hacer, una sensación que empeoró dramáticamente cuando la Profesora Sprout les dió otro ensayo para hacer al final de la clase. Cansados y oliendo a estiércol de dragón, fertilizante favorito de la profesora, los estudiantes de Gryffindor regresaron al castillo una hora y media después, sin charlar demasiado; había sido otro largo día.
Como Harry estaba hambriento, y tendría su primer castigo con Umbridge a las cinco en punto, se dirigió sin más a cenar, sin dejar su bolsa en la torre Gryffindor, así podía comer algo antes de enfrentar cualquier cosa que le destinara la profesora. Sin embargo, apenas alcanzada la entrada al Gran Comedor, una voz agria y enojada le gritó, "Oye Potter!"
"Y ahora, ¿qué?" murmuró, dando vuelta para enfrentarse con Angelia Johnson, que lucía exasperada.
"Te diré qué hay ahora", dijo, adelantándose directamente hacia él y hundiéndole el índice en el pecho. "¿Cómo es que has conseguido que te castiguen para un viernes a las cinco en punto?"
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"¿Qué?" dijo Harry. "Cómo... O sí, ¡las pruebas de los Guardianes!"
"¡Ahora recuerda!" resopló Angelina. "¡No te he dicho que quería hacer una prueba con el equipo completo y encontrar a alguien que armonizara con todos! ¿No te he dicho que reservé el campo de Quidditch especialmente para la ocasión? ¡Y ahora has decidido no concurrir!"
"¡Yo no escogí no presentarme!" Dijo Harry, sorprendido por la injusticia de las palabras de Angelina.
"Fui castigado por Umbridge, sólo por que le dije la verdad acerca de Ya-Sabes-Quién".
"Bueno, ya puedes ir yendo a pedirle que te deje salir el viernes", dijo Angelina con fiereza, " y no me importa cómo lo hagas. Dile que Ya-Sabes-Quién es sólo un invento de tu imaginación si quieres, ¡pero asegúrate de estar ahí!"
Angelina dió media vuelta y se alejó rápidamente.
"Saben una cosa", dijo Harry a Ron y Hermione mientras entraban al Gran Comedor. "Pienso que deberíamos preguntarle al Puddlemore United si Oliver Wood ha fallecido durante alguna sesión de entrenamiento, porque Angelina parece estar conectándose con su espíritu."
"¿Estás considerando las posibilidades de que Umbridge te deje salir el viernes?" dijo Ron con escepticismo, cuando se sentaban en la mesa de Gryffindor.
"Menores a cero", respondió sombríamente Harry, sirviéndose patas de cordero y comenzando a comer. "Mejor intentarlo,
¿no?" Voy a ofrecerle tomar dos o más castigos o algo así, no sé..."
Tragando un bocado de patatas, agregó, "Espero que no me retenga por demasiado tiempo esta tarde. ¿Se dan cuenta de que tenemos que escribir tres ensayos, practicar encantamientos devanescentes para McGonagall, descubrir un contraconjuro para Flitwick, terminar el diagrama del Bowtruckle y empezar el estúpido diario de sueños para Trelawney?"
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Ron gruñó y quedóse mirando el techo del comedor por alguna razón.
"Y parece que va a llover"
"¿Qué tiene que ver eso con nuestra tarea?" preguntó Hermione, alzando los ojos.
"Nada", dijo inmediatamente Ron, sonrojándosele las orejas.
Faltando cinco minutos para las cinco, Harry amagó un saludo a los dos y abandonó el comedor hacia la oficina de Umbridge, en el tercer piso. Cuando llamó a la puerta, ella respondió
"Adelante" en voz melosa. Harry entró con cautela, mirando alrededor.
Había conocido ese despacho con sus tres previos ocupantes.