Devolvió su atención al pergamino, colocó una vez más la pluma sobre el papel, escribió 'no debo contar mentiras' y sintió la ardorosa punzada por segunda vez en la mano. Por segunda vez, también, las palabras habían sido cortadas en la piel y se borraron segundos después.
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Y así continuó. Una y otra vez Harry dibujó las palabras en el pergamino, en lo que pronto notó no era tinta, sino su propia sangre; una y otra vez estas se recortaron en su piel, desaparecieron y retornaron con cada línea.
La oscuridad cayó fuera de las ventanas del despacho de Umbridge. Harry no preguntó cuándo le sería permitido detenerse. Ni siquiera se fijó en su reloj. Sabía que ella estaba mirando, buscando signos de debilidad y él no iba a darle ninguno, aunque tuviera que pasarse sentado allí toda la noche, lacerando su propia mano con esa pluma.
"Ven aquí", le dijo ella después de lo que parecieron horas.
El se incorporó. La mano le punzaba dolorosamente. Cuando la contempló, vió que la herida se había cerrado, pero el tejido circundante estaba encarnado.
"La mano", dijo ella.
El se la extendió y la profesora la tomó entre las suyas. Harry tuvo que reprimir un estremecimiento cuando ella lo tocó con sus gruesos y cortos dedos en los cuales llevaba una serie de horribles, viejos anillos.
"Tut, tut, no creo haber causado mucha impresión todavía," dijo sonriente.
"Bueno, podemos intentarlo de nuevo mañana por la tarde, ¿o no?
Puede retirarse."
Harry dejó la oficina sin decir palabra. La escuela estaba desierta; era seguramente pasada la medianoche. Caminó lentamente por el corredor, entonces, cuando hubo doblado una esquina y estuvo seguro que ella no podría oírle, se lanzó a la carrera.
Harry no había tenido tiempo de practicar los hechizos desvanecedores, no había anotado ningún sueño en su diario, no había terminado el diagrama del Bowtruckle ni realizado sus ensayos.
A la mañana siguiente, se salteó el desayuno para garrapatear un par de sueños inventados para Adivinación, la primera clase y se sorprendió de encontrar un desmañado Ron haciéndole compañía.
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"¿Cómo es que no lo hiciste la última noche?", preguntó Harry mientras Ron paseaba frenéticamente la vista alrededor del salón común en busca de inspiración. Ron, que había estado profundamente dormido cuando Harry regresó al dormitorio, murmuró algo de "haciendo otra cosa" se encorvó sobre su pergamino y garabateó algunas palabras.
"Eso tiene que bastar", dijo, cerrando el diario. "He dicho que me he soñado comprando zapatos, no puede deducir nada extraño de eso, ¿o no?"
Ambos se apresuraron hacia la Torre Norte.
"Cómo ha estado el castigo con Umbridge? ¿Que te hizo hacer?"
Harry dudó un segundo y dijo "Copiar renglones"
"Eso no es tan malo, ¿eh?", dijo Ron.
"Nah", respondió Harry.
"Hey, lo olvidaba, ¿te dejó salir el Viernes?"
"No", dijo Harry.
Ron suspiró, condescendiente.
Fué otro mal día para Harry; estuvo entre los peores en Transfiguración,
no
habiendo
practicado
hechizos
desvanecedores en absoluto. Hubo de renunciar a la hora concedida al almuerzo en orden a completar el diagrama del Bowtruckle y, en el interín, los profesores McGonagall, Grubbly Plank y Sinistra les dieron más tarea, la cual no tenía esperanzas de terminar esa tarde a causa de su segundo período de castigo con Umbridge. Para coronarlo todo, Angelina Johnson lo persiguió durante la cena otra vez y, habiéndose enterado de que no le sería posible asistir a las pruebas de Guardianes el viernes, le dijo que no estaba impresionado con su actitud y que esperaba que los jugadores que aspiraran a permanecer en el equipo antepusieran el entrenamiento a sus otras obligaciones.
"Estoy castigado", le gritó Harry mientras ella se alejaba.
"Piensas que prefiriría estar varado en un cuarto con esa vieja rana a jugar quidditch?"
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"Al menos es sólo copiar renglones," dijo Hermione en tono consolador, mientras Harry volvía a sentarse en el banco y miraba su bistec y pastel de riñón, que ya no se le antojaban tanto.
"No es un castigo tan espantoso, en verdad..."
Harry abrió la boca para responder, pero la cerró nuevamente e hizo un gesto afirmativo. No estaba seguro de porqué no les decía a Ron y Hermione lo realmente acontecía en el despacho de Umbridge: lo único que sabía era que no quería ver sus gestos de horror, lo que haría que todo el asunto se viera peor y por lo tanto aún más difícil de enfrentar. También percibía difusamente que esto era entre él y Umbridge, una batalla personal de voluntades y no le iba a dar la satisfacción de oír que se lamentaba de ello.
"No puedo creer todo el trabajo que tenemos", dijo Ron lastimeramente.