Harry se estiró sobre su espalda y contempló el techo. Una centelleante estrella roja titilaba sobre su cabeza.
-Se que han aprendido los nombres de los planetas y sus lunas en Astronomía – comentó Firenze con voz calmada – y que han trazado mapas del progreso de las estrellas a través de los cielos.
Los centauros han develado los misterios de estos movimientos hace siglos. Nuestros descubrimientos nos enseñan que el futuro puede ser vislumbrado en la bóveda celestial que está por encima de nosotros
-Nosotros vimos Astrología con la Profesora Trelawney –
declaró Parvati con excitación, levantando la mano frente a ella de forma que sobresalió en el aire mientras ella yacía sobre su espalda – Marte origina accidentes, e incendios y cosas similares, y cuando está en ángulo con Saturno, tal como ahora – continuó, dibujando un ángulo recto en el aire – quiere decir que las 607
personas deben ser mucho más cuidadosas cuando manipulen cosas calientes.
-Eso – dijo Firenze tranquilamente – es una tontería de los humanos.
La mano de Parvati cayó débilmente a su lado
-Heridas triviales, diminutos accidentes humanos – continuó Firenze, mientras sus pezuñas caían pesadamente sobre el suelo musgoso – no son más significativos que las hormigas para este amplio universo, y no se ven afectados por el movimiento planetario.
-La Profesora Trelawney.... – comenzó Parvati, con voz herida e indignada.
-Es una humana – afirmó Firenze, simplemente – y por lo tanto es tan estrecha de mente y está tan encadenada a sus limitaciones como todos los de tu clase.
Harry giró su cabeza muy levemente para mirar a Parvati. Ella lucía muy ofendida, así como varias de las personas que la rodeaban.
-Sybill Trelawney puede que tenga visiones, yo no lo sé –
continuó Firenze, y Harry escuchó nuevamente el chasquido de su cola mientras se paseaba de arriba abajo delante de ellos –
pero ella desaprovechaba su tiempo, en general, en el auto-halago sin sentido que los humanos llaman adivinación. Yo, sin embargo, estoy aquí para explicar la sabiduría de los centauros, que es impersonal e imparcial. Nosotros observamos en los cielos las grandes corrientes del mal o los cambios que a veces están marcados allí. Puede tomar diez años llegar a estar seguros de lo que estamos viendo.
Firenze apuntó a la estrella roja colocada justo arriba de Harry
-En la pasada década, las indicaciones han señalado que el mundo mágico no está viviendo otra cosa que una breve calma entre dos guerras. Marte, el conductor de batallas, brilla intensamente sobre nosotros, sugiriendo que pronto la pelea se manifestará nuevamente. Cuan pronto, los centauros pueden 608
tratar de adivinar haciendo arder ciertas hierbas y hojas, por la observación del humo y la llama
Esta fue la más inusual lección a la que Harry hubiera asistido nunca. Quemaron salvia y malva dulce en el piso del aula, y Firenze les dijo que buscaran ciertas formas y símbolos en la humareda acre, pero parecía completamente despreocupado ante el hecho de que ninguno pudiera ver ninguno de los signos descritos, asegurándoles que los humanos difícilmente eran buenos para esto, que a los centauros les costaba años y años volverse competentes, y terminó diciéndoles que de cualquier modo era tonto poner demasiada fe en tales cosas, porque incluso los centauros algunas veces las leían equivocadamente. Firenze no se parecía para nada a ningún profesor humano que hubiera tenido. Su prioridad no parecía ser enseñarles lo que sabía, sino más bien dejarles la impresión de que nada, ni siquiera el conocimiento de los centauros, era infalible.
-El no es muy preciso en nada, ¿verdad? – comentó Ron en voz baja, mientras echaba su malva dulce al fuego. – Digo, podría dar algunos otros detalles acerca de esta guerra que estamos a punto de tener, ¿no crees?
La campana repicó afuera de la puerta del salón de clases y todos saltaron; Harry había olvidado completamente que todavía seguían dentro del castillo, y estaba totalmente convencido de que realmente estaban en el bosque. La clase desfiló hacia la salida, luciendo ligeramente perplejos. Harry y Ron estaban a punto de seguirlos cuando Firenze llamó:
-Harry Potter, un palabra, por favor.
Harry se volvió. El centauro avanzo hacia él. Ron se quedó parado, vacilando.
-Tú puedes quedarte – le dijo Firenze – pero cierra la puerta, por favor – Ron se apresuró a obedecer.
-Harry Potter, tú eres amigo de Hagrid, ¿cierto? – dijo el centauro.
-Sí – replicó Harry
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-Entonces dale una advertencia de mi parte. Su tentativa no está funcionando. Sería mejor si la abandonara.