Si por desgracia algunos ejemplares no dan los resultados previstos, será fácil reemplazarlos por medio de trasplantes; no por ello se advertirá imperfección o descuido en el conjunto, pues las demás flores, dispuestas en manchas de superficie, altura y color distintos, formarán siempre un grupo satisfactorio para la vista.
Esta manera de plantar, muy apreciada en Inglaterra y los Estados Unidos, se designa con el nombre de
Así, por razones tanto prácticas como estéticas, cabe aconsejar el arreglo en
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– Están riquísimas -dijo Gekrepten-. Ya me comí dos mientras las freía, son una verdadera espuma, creeme.
– Cebá otro amargo, vieja -dijo Oliveira.
– En seguida, amor. Esperá que primero te cambio la compresa de agua fría.
– Gracias. Es muy raro comer tortas fritas con los ojos tapados, che. Así deben entrenar a los puntos que van a descubrirnos el cosmos.
– ¿Los que van volando a la luna en esos aparatos, no? Los meten en una cápsula o algo así, ¿verdad?
– Sí, y les dan tortas fritas con mate.
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La manía de las citas en Morelli:
«Me costaría explicar la publicación, en un mismo libro, de poemas y de una denegación de la poesía, del diario de un muerto y de las notas de un prelado amigo mío…»
Georges Bataille
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Si el volumen o el tono de la obra pueden llevar a creer que el autor intentó una suma, apresurarse a señalarle que está ante la tentativa contraria, la de una
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A la Maga y a mí nos ocurre a veces profanar nuestros recuerdos. Depende de tan poco, el malhumor de una tarde, la angustia de lo que puede ocurrir si empezamos a mirarnos en los ojos. Poco a poco, al azar de un diálogo que es como un trapo en jirones, empezamos a acordarnos. Dos mundos distantes, ajenos, casi siempre inconciliables, entran en nuestras palabras, y como de común acuerdo nace la burla. Suelo empezar yo, acordándome con desprecio de mi antiguo culto ciego a los amigos, de lealtades mal entendidas y peor pagadas, de estandartes llevados con una humilde obstinación a las ferias políticas, a las palestras intelectuales, a los amores fervorosos. Me río de una honradez sospechosa que tantas veces sirvió para la desgracia propia o ajena, mientras por debajo las traiciones y las deshonestidades tejían sus telas de araña sin que pudiera impedirlo, simplemente consintiendo que otros, delante de mí, fueran traidores o deshonestos sin que yo hiciera nada por impedirlo, doblemente culpable. Me burlo de mis tíos de acrisolada decencia, metidos en la mierda hasta el pescuezo donde todavía brilla el cuello duro inmaculado. Se caerían de espaldas si supieran que están nadando en plena bosta, convencidos el uno en Tucumán, y el otro en Nueve de Julio de que son un dechado de argentinidad acrisolada (son las palabras que usan). Y sin embargo tengo buenos recuerdos de ellos. Y sin embargo pisoteo esos recuerdos en los días en que la Maga y yo tenemos la mufa de París y queremos hacernos daño.
Cuando la Maga deja de reírse para preguntarme por qué digo esas cosas de mis dos tíos, me gustaría que estuvieran allí, escuchando detrás de la puerta como el viejo del quinto piso. Preparo con cuidado la explicación, porque no quiero ser injusto ni exagerado. Quiero también que le sirva para algo a la Maga, que jamás ha sido capaz de entender las cuestiones morales (como Etienne, pero de una manera menos egoísta; simplemente porque sólo cree en la responsabilidad en presente, en el momento mismo en que hay que ser bueno, o noble; en el fondo, por razones tan hedónicas y egoístas como las de Etienne).