Calle
(BENVOLIO y MERCUTIO)
MERCUTIO.-
¿Dónde estará Romeo? ¿Pareció anoche por su casa?BENVOLIO.-
Por casa de su padre no estuvo. Así me lo ha dicho su Criado.MERCUTIO.-
¡Válgame Dios! Esa pálida muchachuela, esa Rosalía de duras entrañas acabará por tornarle loco.BENVOLIO.-
Teobaldo, el primo de Capuleto, ha escrito una carta al padre de Romeo.MERCUTIO.-
Sin duda será cartel de desafío.BENVOLIO.-
Pues Romeo es seguro que contestará.MERCUTIO.-
Todo el mundo puede responder a una carta.BENVOLIO.-
Quiero decir que Romeo sabrá tratar como se merece al dueño de la carta.MERCUTIO.-
¡Pobre Romeo! Esa rubia y pálida niña le ha atravesado el corazón a estocadas, le ha traspasado los oídos con una canción de amor, y el centro del alma con las anchas flechas del volador Cupido… ¿Y quién resistirá a Teobaldo?BENVOLIO.-
¿Quién es Teobaldo?MERCUTIO.-
Algo más que el rey de los gatos; es el mejor y más diestro esgrimidor. Maneja la espada como tú la lengua, guardando tiempo, distancia y compás. Gran cortador de ropillas. Espadachín, espadachín de profesión, y muy enterado delBENVOLIO.-
¿Y qué quieres decir con eso?MERCUTIO.-
Mala landre devore a esos nuevos elegantes que han venido con gestos y cortesías a reformar nuestras antiguas costumbres. “¡Qué buena espada, qué buen mozo, qué hermosa mujer!” Decidme, abuelos míos, ¿no es mala vergüenza que estemos llenos de estos moscones extranjeros, estosBENVOLIO.-
¡Aquí tienes a Romeo! ¡Aquí tienes a Romeo!MERCUTIO.-
Bien roma trae el alma. No eres carne ni pescado. ¡Oh materia digna de los versos del Petrarca! Comparada con su amor, Laura era una fregona, sino que tuvo mejor poeta que la celebrase; Dido una zagala, Cleopatra una gitana, Hero y Elena dos rameras, y Ciste, a pesar de sus negros ojos, no podría competir con la suya.ROMEO.-
¿Qué dices de dejar en blanco?MERCUTIO.-
Que te despediste a la francesa. ¿Lo entiendes ahora?ROMEO.-
Perdón, Mercutio. Tenía algo que hacer, y no estaba el tiempo para cortesías.MERCUTIO.-
¿De suerte que tú también las usas a veces y doblas las rodillas?ROMEO.-
Luego no soy descortés, porque eso es hacer genuflexiones.MERCUTIO.-
Dices bien.ROMEO.-
Pero aquello de que hablábamos es cortesía y no genuflexión.MERCUTIO.-
Es que yo soy la flor de la cortesía.ROMEO.-
¿Cómo no dices la flor y nata?MERCUTIO.-
Porque la nata la dejo para ti.ROMEO.-
Cállate.MERCUTIO.-
¿Y no es mejor esto que andar en lamentaciones exóticas? Ahora te reconozco: eres Romeo, nuestro antiguo y buen amigo. Andabas hecho un necio con ese amor insensato.MERCUTIO.-
Vela, vela.BENVOLIO.-
Y son dos: una saya, y un sayal.AMA.-
¡Pedro!PEDRO.-
¿Qué?AMA.-
Tráeme el abanico.MERCUTIO.-
Dáselo, Pedro, que siempre será más agradable mirar su abanico que su cara.AMA.-
Buenas tardes, señores.MERCUTIO.-
Buenas tardes, hermosa dama.AMA.-
¿Pues hemos llegado a la tarde?MERCUTIO.-
No, pero la mano lasciva del reloj está señalando las doce.AMA.-
¡Jesús, qué hombre!MERCUTIO.-
Un hombre que Dios crió, para que luego echase él mismo a perder la obra divina.AMA.-
Bien dicho. Para que echase su obra a perder… ¿Pero me podría decir alguno de vosotros dónde está el joven Romeo?ROMEO.-
Yo te lo podré decir, y por cierto que ese joven será ya más viejo cuando le encontréis, que cuando empezabais a buscarlo. Yo soy Romeo, a falta de otro más joven.AMA.-
¿Lo decís de veras?MERCUTIO.-
¿Conque a falta de otro mejor, os parece joven? Discretamente lo entendéis.AMA.-
Si verdaderamente sois Romeo, tengo que deciros secretamente una palabra.BENVOLIO.-
Si querrá citarle para esta noche…MERCUTIO.-
¿Es una alcahueta, una perra?… ¡Oh, oh!…ROMEO.-
¿Qué ruido es ése?MERCUTIO.-
No es que haya encontrado yo ninguna liebre, ni es cosa de seguir la liebre, aunque como dice el cantar: “En cuaresma bien se puede comer una liebre vieja, pero tan vieja llega a podrirse, si se la guarda, que no hay quien la pueda mascar.” ¿Vas a casa de tu padre, Romeo? Allá iremos a comer.ROMEO.-
Voy con vosotros.MERCUTIO.-
Adiós, hermosa vieja; hermosa, hermosa, hermosa.AMA.-
Bendito sea Dios, que ya se fue éste. ¿Me podríais decir