Consiguieron alcanzar el otro extremo de la sala común, recibiendo palmadas en la espalda, y al fin llegaron a la tranquilidad de la escalera. La subieron deprisa, derechos hasta el final, hasta la puerta de su antiguo dormitorio, que ahora lucía un letrero que indicaba «Segundo curso». Penetraron en la estancia que ya conocían; tenía forma circular, con sus cinco camas adoseladas con terciopelo rojo y sus ventanas elevadas y estrechas. Les habían subido los baúles y los habían dejado a los pies de sus camas respectivas.
Ron sonrió a Harry con una expresión de culpabilidad.
—Sé que no tendría que haber disfrutado de este recibimiento, pero la verdad es que...
La puerta del dormitorio se abrió y entraron los demás chicos del segundo curso de la casa Gryffindor: Seamus Finnigan, Dean Thomas y Neville Longbottom.
—¡Increíble! —dijo Seamus sonriendo.
—¡Formidable! —dijo Dean.
—¡Alucinante! —dijo Neville, sobrecogido.
Harry no pudo evitarlo. Él también sonrió.
6
Gilderoy Lockhart
Al día siguiente, sin embargo, Harry apenas sonrió ni una vez. Las cosas fueron de mal en peor desde el desayuno en el Gran Salón. Bajo el techo encantado, que aquel día estaba de un triste color gris, las cuatro grandes mesas correspondientes a las cuatro casas estaban repletas de soperas con gachas de avena, fuentes de arenques ahumados, montones de tostadas y platos con huevos y beicon. Harry y Ron se sentaron en la mesa de Gryffindor junto a Hermione, que tenía su ejemplar de
—El correo llegará en cualquier momento —comentó Neville—; supongo que mi abuela me enviará las cosas que me he olvidado.
Efectivamente, Harry acababa de empezar sus gachas de avena cuando un centenar de lechuzas penetraron con gran estrépito en la sala, volando sobre sus cabezas, dando vueltas por la estancia y dejando caer cartas y paquetes sobre la alborotada multitud. Un gran paquete de forma irregular rebotó en la cabeza de Neville, y un segundo después, una cosa gris cayó sobre la taza de Hermione, salpicándolos a todos de leche y plumas.
—
»¡No. ..! —exclamó Ron.
—No te preocupes, no está muerto —dijo Hermione, tocando a
—No es por eso... sino por esto.
Ron señalaba el sobre rojo. A Harry no le parecía que tuviera nada de particular, pero Ron y Neville lo miraban como si pudiera estallar en cualquier momento.
—¿Qué pasa? —preguntó Harry.
—Me han enviado un
—Será mejor que lo abras, Ron —dijo Neville, en un tímido susurro—. Si no lo hicieras, sería peor. Mi abuela una vez me envió uno, pero no lo abrí y... —tragó saliva— fue horrible.
Harry contempló los rostros aterrorizados y luego el sobre rojo.
—¿Qué es un
Pero Ron fijaba toda su atención en la carta, que había empezado a humear por las esquinas.
—Ábrela —urgió Neville—. Será cuestión de unos minutos.
Ron alargó una mano temblorosa, le quitó a
—... ROBAR EL COCHE, NO ME HABRÍA EXTRAÑADO QUE TE
EXPULSARAN; ESPERA A QUE TE COJA, SUPONGO QUE NO TE HAS
PARADO A PENSAR LO QUE SUFRIMOS TU PADRE Y YO CUANDO VIMOS
QUE EL COCHE NO ESTABA...
Los gritos de la señora Weasley, cien veces más fuertes de lo normal, hacían tintinear los platos y las cucharas en la mesa y reverberaban en los muros de piedra de manera ensordecedora. En el salón, la gente se volvía hacia todos los lados para ver quién era el que había recibido el
—... ESTA NOCHE LA CARTA DE DUMBLEDORE, CREÍ QUE TU PADRE
SE MORÍA DE LA VERGUENZA, NO TE HEMOS CRIADO PARA QUE TE
COMPORTES ASÍ, HARRY Y TÚ PODRÍAIS HABEROS MATADO...
Harry se había estado preguntando cuándo aparecería su nombre. Trataba de hacer como que no oía la voz que le estaba perforando los tímpanos.
—... COMPLETAMENTE DISGUSTADO, EN EL TRABAJO DE TU PADRE
ESTÁN HACIENDO INDAGACIONES, TODO POR CULPA TUYA, Y SI VUELVES A HACER OTRA, POR PEQUEÑA QUE SEA, TE SACAREMOS DEL
COLEGIO.