Читаем Canticos de la lejana Tierra полностью

La imagen parpadeó y luego reapareció. La nave no había sufrido cambios, pero el cono que flotaba frente a ella se había encogido hasta parecer un fino disco.

— Ese es el resultado de abrir un pasillo de una longitud de cincuenta años luz a través de este sector bastante polvoriento de la galaxia. Me satisface poder decir que el índice de ablación se estima en un cinco por ciento, de forma que nunca hemos estado en peligro… aunque, desde luego, siempre existió la remota posibilidad de chocar con algo realmente grande. Ningún escudo podría protegernos contra eso, tanto si fuera de hielo como de la mejor plancha de acero.

« Aún podremos resistir durante otros diez años luz, pero no es bastante. Nuestro destino final es el planeta Sagan Dos… a setenta y cinco años luz de viaje.

« Así que ahora comprenderá, señor presidente, por qué nos hemos detenido en Thalassa. Querríamos que nos prestaran, bueno, que nos concedieran, dado que no puedo prometerle que se lo devolveremos, aproximadamente un centenar de miles de toneladas de agua. Construiremos otro iceberg, en órbita, para barrer el camino cuando nos dirijamos hacia las estrellas.

—¿Cómo podemos ayudarles a hacer eso? Técnicamente, ustedes deben de llevarnos varios siglos de ventaja.

— Lo dudo… excepto por la propulsión cuántica. Tal vez el segundo comandante Malina pueda darle una idea de nuestros planes… sujetos a su aprobación, naturalmente.

— Adelante, por favor.

— En primer lugar, debemos localizar un emplazamiento para la planta congeladora. Existen muchas posibilidades; podría estar en un segmento aislado de costa. Esto no ocasionaría ninguna perturbación ecológica, pero si lo desea, la pondremos en la Isla Este… ¡y confiemos que Krakan no entre en erupción antes de que hayamos terminado!

« El diseño de la planta está casi finalizado, y ya sólo necesita algunas modificaciones mínimas para su adaptación al emplazamiento que escojamos definitivamente. La mayor parte de los componentes pueden ser fabricados de forma inmediata. Son todos muy sencillos: bombas, sistemas de refrigeración y ventilación, grúas… ¡tecnología del Segundo Milenio, buena aunque desfasada!

« Si todo va bien, tendremos nuestro primer bloque de hielo dentro de noventa días. Nuestros planes son hacer bloques de tamaño estándar, de seiscientas toneladas de peso cada uno. Son planas, hexagonales; alguien los bautizó con el nombre de « copos de nieve », y este nombre parece haberse impuesto.

« Cuando se inicie la producción, transportaremos un copo de nieve por día. Los agruparemos en órbita y los uniremos para construir el escudo. Desde el primer transporte hasta la prueba estructural final necesitaremos ciento cincuenta días. Entonces estaremos listos para partir.

Cuando el segundo comandante hubo terminado, el presidente Ferradine permaneció sentado en silencio durante unos momentos, con una expresión preocupada en su mirada. Luego dijo, casi con reverencia:

— Hielo… Nunca lo he visto, excepto en el fondo de un vaso.


Mientras estrechaba las manos de sus huéspedes, ya a punto de marcharse, el presidente Ferradine notó algo extraño. Su olor aromático era ahora apenas perceptible.

¿Se había acostumbrado a él… o estaba perdiendo su sentido del olfato?

Aunque ambas respuestas eran correctas, hacia medianoche sólo hacia aceptado la segunda. Se despertó con los ojos llorosos y la nariz tan tapada que le era difícil de respirar.

—¿Qué pasa cariño? — preguntó su mujer preocupada.

— Llama al… ¡achis…! médico — dijo la primera autoridad—. Al nuestro… y al de la nave. No creo que puedan hacer nada, pero quiero… ¡achis…! decirles cuatro cosas. Y espero que no lo hayas pillado tú también.

La esposa del presidente empezó a tranquilizarle, pero se vio interrumpida por un estornudo.

Ambos se sentaron en la cama y se miraron con tristeza.

— Creo que se tardaba siete días en superarlo — dijo el presidente, sorbiendo por la nariz—. Pero tal vez la ciencia médica haya avanzado en los últimos siglos.

Su esperanza se vio satisfecha, aunque apenas. Con esfuerzos heroicos, y sin pérdida de vidas, la epidemia fue vencida… en seis terribles días.

No era un comienzo prometedor para el primer contacto en casi mil años entre primos separados por distancias estelares.

12. Herencia


Llevamos aquí dos semanas, Evelyn… aunque no lo parece, porque son sólo once de los días de Thalassa. Tarde o temprano tendremos que abandonar el viejo calendario, pero mi corazón siempre latirá a los antiguos ritmos de la Tierra.

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