Aquí yace un rey y un mártir, de ilustre linaje afable, sabio y virtuoso; renombrado por sus prendas personales y su delicado trato, cuya clemencia, piedad y benevolencia eran alabadas en todo el reino de Granada. Fue un gran príncipe, un ilustre capitán, una tajante espada de los musulmanes, un valiente abanderado entre los más poderosos monarcas, etc., etc. ()
La mezquita en que resonaron los gritos moribundos de Yusef existe todavía; pero el mausoleo que recordaba sus virtudes desapareció ha ya mucho tiempo. Su nombre, sin embargo, permanece escrito en los adornos de la Alhambra, y vivirá perpetuado mientras dure esta renombrada fortaleza, en cuya suntuosidad y embellecimiento cifró su mayor orgullo, y a la que miró siempre como la soberana de sus delicias.