Читаем El cálculo de Dios полностью

Yo no le había contado a nadie que la misión de la Merelcas era, al menos en parte, buscar a Dios. Y estoy bastante seguro de que los gorilas de Burundi habían mantenido la boca cerrada sobre ese asunto. Pero de pronto, todo el mundo lo sabía.

Había una fila de puestos de periódicos frente a la entrada de la estación de metro North York Centre. El titular del Toronto Star decía: «Los alienígenas tienen pruebas de la existencia de Dios.» El titular de el Globe and Mail proclamaba: «Dios un hecho científico, dicen los ET.» El National Post declaraba: «El universo tuvo un creador.» Y el Toronto Sun proclamaba sólo dos palabras gigantescas que ocupaban la mayor parte de la primera página: «¡Dios vive!»

Normalmente elegía el Sun como lectura ligera de camino al trabajo, pero para el tratamiento profundo, nada gana al Cubo y fregona; dejé caer las monedas en la caja gris y cogí un ejemplar. Y allí me quedé, bajo el frío aire de abril, leyendo todo lo que ponía en la parte superior de la primera página.

Una mujer hindú le había preguntado en Bruselas a Salbanda, el representante forhilnor que se reunía periódicamente con los medios, la simple y directa pregunta de si él creía en algún dios.

Y él respondió, explayándose.

Y evidentemente, cosmólogos de todo el mundo, incluyendo a Stephen Hawking y Alan Guth, fueron entrevistados con rapidez para descubrir si lo que el forhilnor había dicho tenía sentido.

Los líderes religiosos maniobraban para colocarse en buena posición. El Vaticano — con una larga historia de apostar por el cabal o equivocado en los debates científicos— no hacía comentarios, diciendo simplemente que el papa hablaría pronto del asunto. El Wilayat al-Faqih de Irán rechazó las palabras del alienígena. Pat Robertson pedía más donaciones para ayudar a su organización a estudiar las afirmaciones. El moderador de la Iglesia Unida de Canadá abrazó las revelaciones, diciendo que efectivamente era posible reconciliar ciencia y fe. Un líder hindú, cuyo nombre, me di cuenta, se escribía de dos formas diferentes en el mismo artículo, declaró que las afirmaciones del alienígena eran perfectamente compatibles con la creencia hindú. Mientras tanto, Caleb Jones del RMO señaló, en nombre del CSICOP, que no había necesidad de suponer nada místico o supernatural en las palabras del forhilnor.

Cuando l egué al RMO, el grupo habitual de locos de los ovnis se había incrementado con varios grupos religiosos diferentes —algunos con túnicas, otros con velas, algunos cantando, algunos arrodillados en oración—. También había varios agentes de policía, asegurándose de que el personal —incluyéndome a mí pero no sólo para mí— podía entrar con seguridad en el museo; una vez que se abrieron las puertas principales, extendieron la misma cortesía a los visitantes.

Octavillas preparadas con impresoras láser volaban por la acera; una que entreví mostraba a Hollus, u otro forhilnor, con sus pedúnculos exagerados para que pareciesen los cuernos del diablo.

Entré en el museo y l egué a mi despacho. Hollus apareció poco después.

—He estado pensando en la gente que voló la clínica abortista —dijo—. Dijiste que eran fundamentalistas religiosos.

—Bien, eso se supone, sí. Todavía no los han detenido.

—No hay pistola humeante —dijo Hollus.

Sonreí.

—Exacto.

—Pero si son, como sospechas, personas religiosas, ¿qué relevancia tiene?

—Volar una clínica abortista es un intento de protestar por el ultraje moral que perciben.

—¿Y…?—dijo Hollus.

—Bien, en la Tierra, el concepto de Dios está inextricablemente ligado con la moral.

Hollus prestaba atención.

—De hecho, tres de nuestras religiones principales comparten los mismos Diez Mandamientos, supuestamente entregados por Dios en persona.

Susan una vez bromeó conmigo diciendo que el único texto de las escrituras que yo conocía era el Vigésimo Noveno pergamino del Legislador:

Guardaos de la bestia del Hombre, porque es el agente del diablo. Es el único de los primates de Dios que mata por placer, o por lujuria, o por avaricia. Sí, asesinará a su hermano por poseer la tierra de su hermano. No permitáis que se reproduzca en gran número, porque convertirá su hogar en un desierto, y también el vuestro. Expulsadlo. Devolvedlo a la jungla, porque es el emisario de la muerte.

Перейти на страницу:

Похожие книги

Семь грехов
Семь грехов

Когда смертный погибает, у его души есть два места для перерождения – Светлый мир и мир Тьмы. В Темном мире бок о бок живут семь рас, олицетворяющих смертные грехи:ГОРДЫНЯ,падшие ангелы, стоящие у власти;АЛЧНОСТЬ,темные эльфы-некроманты, сильнейшие из магов;ГНЕВ,минотавры, мастера ближнего боя;БЛУД,черти, способные при помощи лука справляться с несколькими противниками сразу;ЗАВИСТЬ,горгоны, искусные колдуны;ЧРЕВОУГОДИЕ,паукообразные, обладающие непревзойденными навыками защиты;УНЫНИЕ,скитающиеся призраки, подчиняющие разум врагов собственной воле.Когда грехорожденные разных рас начинают бесследно пропадать, Темный Владыка Даэтрен не может не вмешаться. Он поручает своей подопечной, демонессе Неамаре, разобраться с таинственными исчезновениями, но на этом пути ей не справиться в одиночку…

Айлин Берт , Денис Шаповаленко

Фантастика / Героическая фантастика / Научная Фантастика / Фэнтези