Читаем El cálculo de Dios полностью

Una de mis películas favoritas es La herencia del viento —la versión original, con Spencer Tracy, Frederic March y Gene Kelly en los papeles inspirados en Clarence Darrow, William Jennings Bryan y H. L. Mencken—. También habían hecho un par de remakes para televisión; nunca he comprendido por qué vuelven a hacer buenas películas. ¿Por qué no van y rehacen las malas, corrigiendo los errores? Me gustaría ver una versión decente de Dune o Detective con medias de seda —o La amenaza fantasma, ya que estamos—. Pero sí rehicieron La herencia del viento, primero con Jason Robards, Kirk Douglas y el bueno de Darren McGavin, el mismísimo Cari Kolchak de The Night Stalkers —de hecho, ahora que lo pienso, Mencken y Kolchak se parecen muchísimo… excepto por lo de los vampiros.

Pero me estoy yendo por las ramas otra vez. Dios, me gustaría poder concentrarme más.

Me gustaría que el dolor desapareciese.

Me gustaría —¡oh, maldita sea, cómo me gustaría!— poder estar seguro de que lo que pienso es coherente, es razonable, es realmente lo que pienso, y no simplemente el resultado del dolor, o de la medicación contra el dolor, confundiendo mis ideas.

Cuando vi por primera vez La herencia del viento, me reí presuntuoso por la forma en que Spencer Tracy demolía a Fredric March, reduciendo al fundamentalista a un idiota incoherente en el estrado. Chúpate ésa, pensé. Chúpate ésa.

Antes enseñaba evolución en la Universidad de Toronto. Ya lo he comentado, ¿no? Cuando Darwin propuso su teoría por primera vez, los científicos asumían que el registro fósil la confirmaría: que veríamos una progresión gradual de una forma a otra con cambios lentos acumulándose en el tiempo, hasta que apareciese una nueva especie.

Pero el registro fósil no muestra tal cosa. Oh, hay formas transitorias: Ichthyostega, que parece ser un estadio intermedio entre el pez y el anfibio; Caudipteryx, una mezcla de dinosaurio y ave; incluso el Australopithecus, el ejemplo de hombre-mono.

Pero ¿cambios graduales? ¿Una acumulación de pequeñas mutaciones en el tiempo? No. Los tiburones han sido tiburones durante casi 400 mil ones de años; las tortugas han sido tortugas durante 200 millones de años; las serpientes se han arrastrado durante 80 mil ones de años. Es más, el registro fósil carece casi por completo de secuencias graduales, de mejoras increméntales; la única buena secuencia que tenemos es la del caballo, que es la razón por la que todos los museos importantes exhiben la evolución equina como es el caso del RMO.

Stephen Jay Gould y Niles Eldredge respondieron, ofreciendo la teoría del equilibrio puntuado. Las especies se mantienen estables durante largos periodos de tiempo y luego, de pronto, cuando cambian las condiciones ambientales, evolucionan rápidamente a nuevas formas. Un noventa por ciento de mí quería creer a Stephen y Niles, pero un diez por ciento pensaba que era una especie de truco semántico, un juego de palabras como los «magisterios disjuntos» entre religión y ciencia de Gould, encubriendo un tema complejo, cuando el registro fósil no muestra lo que Darwin predijo. Cháchara inútil, como si darle un bonito nombre al problema fuese igual que resolverlo. (No es que Gould fuese el primero en hacerlo: la frase de Herbert Spencer para el mecanismo de la evolución —la supervivencia de los mejor adaptados— no era más que una definición circular, ya que ser el mejor adaptado no se definía con más precisión que simplemente ser aquel o que incrementaba las posibilidades de supervivencia.)

¿Estabilidad ambiental a largo tiempo? En febrero, Toronto a menudo tiene temperaturas de veinte grados Fahrenheit, y la nieve puede llegarte hasta las caderas. El aire está tan seco que la piel se cuartea y los labios se abren. Sin un grueso jersey y una buena parka, una bufanda y una gorra, podrías morirte simplemente saliendo a la cal e.

Seis meses más tarde, en agosto, son habituales las temperaturas rondando los noventa, y no es raro superar los cien. El aire está tan l eno de humedad que, simplemente, quedarse quieto es suficiente para hacer que te caiga el sudor; el sol es tan brillante que unos minutos sin mis gafas de sol y un sombrero me producen un dolor de cabeza, terrible, y la radio recomienda quedarse en casa a las personas mayores y a los que padezcan problemas de corazón.

La teoría del equilibrio puntuado dice que el ambiente permanece estable durante periodos de tiempo largos. En muchas partes del mundo, el ambiente no es estable ni durante unos meses.

Pero yo seguía en mis trece; todos lo hacíamos —todos los que enseñábamos evolución—. Incorporamos el equilibrio puntuado en nuestros planes de estudios, y agitábamos las cabezas con condescendencia cuando los estudiantes ingenuos preguntaban por los eslabones perdidos.

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