Читаем El hombre duplicado полностью

El sol ya estaba escondido detrás de las montañas que cerraban el horizonte al otro lado del río, pero la luminosidad del cielo sin nubes casi no había disminuido, apenas la intensidad cruda del azul era atemperada por un pálido tono rosa que lentamente se expandía. Tertuliano Máximo Afonso puso el coche en marcha y giró el volante para entrar en el camino que atravesaba el pueblo. Volvió la vista a la casa, vio a Antonio Claro en la puerta, pero siguió adelante. No hubo gestos de despedida, ni de un lado ni de otro. Sigues usando esa barba ridícula, dijo el sentido común, Me la quitaré cuando lleguemos a la carretera, ésta será la última vez que me sorprendas con ella, a partir de ahora andaré a cara descubierta, que se disfrace quien quiera, cómo lo sabes, Saber, lo que se dice saber, no lo sé, es sólo una idea, una suposición, un presentimiento, Tengo que confesar que no esperaba tanto de ti, te has portado muy bien, como un hombre, Soy un hombre, No niego que lo seas, pero lo normal en ti es que se sobrepongan tus debilidades a tus fuerzas, Luego, es hombre todo aquel que no esté sujeto a debilidades, También lo es quien consigue dominarlas, En ese caso, una mujer que sea capaz de vencer sus femeninas debilidades es un hombre, es como un hombre, En sentido figurado, sí, podemos decirlo, Pues entonces te digo yo que el sentido común se expresa como machista en el más propio de los sentidos, No tengo la culpa, me hicieron así, No es buena excusa para quien no hace nada más en la vida que dar consejos y opiniones, No siempre me equivoco, Te queda bien esa súbita modestia, Sería mejor de lo que soy, más eficiente, más útil, si me ayudaseis, Quiénes, Todos vosotros, hombres, mujeres, el sentido común no es nada más que una forma de media aritmética que sube o baja según la marea, Previsible, por tanto, Efectivamente, soy la más previsible de las cosas que hay en el mundo, Por eso me estabas esperando en el coche, Ya era hora de que volviera a aparecer, incluso se me podría acusar de que estaba tardando demasiado, Lo has oído todo, De cabo a rabo, Crees que hice mal viniendo a hablar con él, Depende de lo que entiendas por mal o por bien, en cualquier caso es indiferente, dada la situación a que habías llegado no tenías otra alternativa, Ésta era la única manera si quería poner punto final al asunto, Qué punto final, Quedó claro que no habrá más encuentros entre nosotros, Estás queriendo decirme que todo el embrollo que has armado va a terminar así, que tú regresarás a tu trabajo y él al suyo, tú a tu María Paz, mientras dure, y él a su Helena, o como quiera que se llame, y a partir de ahora si te he visto no me acuerdo, es eso lo que quieres decir, No hay ningún motivo para que sea de otra manera, Hay todos los motivos para que sea de otra manera, palabra de sentido común, Basta que no queramos, Si apagas el motor, el coche seguirá andando, Vamos cuesta abajo, También seguiría andando, es cierto que durante menos tiempo, si estuviéramos en una superficie horizontal, a eso se le llama la fuerza de la inercia, como tienes obligación de saber, aunque no se trate de una materia que pertenezca a la Historia, o tal vez sí, ahora que lo pienso, creo que precisamente en la Historia es donde la fuerza de la inercia se nota más, No des opiniones sobre lo que no has aprendido, una partida de ajedrez puede ser interrumpida en cualquier momento, Yo estaba hablando de la Historia, Y yo estoy hablando de ajedrez, Muy bien, para ti la perra gorda, uno de los jugadores puede seguir jugando solo si le apetece, y ése, sin necesidad de hacer trampa, ganará en cualquier caso, juegue con las piezas blancas, juegue con las piezas negras, porque juega con todas, Yo me he levantado de la mesa, he salido de la habitación, ya no estoy, Todavía quedan allí tres jugadores, Supongo que quieres decir que queda ese Antonio Claro, Y también su mujer, y también María Paz, Qué tiene que ver María Paz con esto, Flaca memoria la tuya, querido amigo, parece que se te ha olvidado que usaste su nombre para tus investigaciones, más pronto o más tarde, por ti o por otra persona, María Paz acabará conociendo el enredo en que está envuelta sin saberlo, y en cuanto a la mujer del actor, suponiendo que todavía no haya entrado en la pieza, mañana puede llegar a ser la reina triunfante, Para sentido común tienes demasiada imaginación, Acuérdate de lo que te dije hace unas semanas, sólo un sentido común con imaginación de poeta podría haber sido el inventor de la rueda, No fue eso lo que me dijiste exactamente, Da lo mismo, te lo digo en este momento, Serías mejor compañía si no quisieras tener siempre razón, Nunca he presumido de tener siempre razón, si alguna vez yerro soy el primero en confesar mi error, Tal vez, pero poniendo cara de quien acaba de ser víctima de un clamoroso error judicial, Y la herradura, La herradura, qué, Yo, sentido común, también inventé la herradura, Con la imaginación de un poeta, Los caballos estarían dispuestos a jurar que sí, Adiós, adiós, ya vamos en alas de la fantasía, Qué piensas hacer ahora, Dos llamadas telefónicas, una a mi madre para decirle que iré a verla pasado mañana y otra a María Paz para decirle que pasado mañana voy a ver a mi madre y que me quedaré allí una semana, como ves nada más sencillo, nada más inocente, nada más familiar y doméstico. En este momento un automóvil los adelantó a gran velocidad, el conductor hizo una señal con la mano derecha. Conoces a ese tipo, quién es, preguntó el sentido común, Es el hombre con quien he hablado, Antonio Claro, o Daniel Santa-Clara, el original de quien yo soy duplicado, creía que lo habías reconocido, No puedo reconocer a una persona a la que no he visto antes, Verme a mí, es lo mismo que verlo a él, Pero no tras una barba como ésa, Con la conversación he olvidado quitármela, bueno, ya está, qué tal me encuentras ahora, Su coche es más potente que el tuyo, Mucho más, Ha desaparecido en un instante, Va corriendo a contarle nuestro encuentro a su mujer, Es posible, no es seguro Eres un incrédulo sistemático, No, soy sólo eso que llamáis sentido común por no saber qué mejor nombre darle, El inventor de la rueda y de la herradura, En las horas poéticas, sólo en las horas poéticas, Quién nos diera que fueran más, Cuando lleguemos me dejas a la entrada de tu calle, si no te importa, No quieres subir, descansar un poco, No, prefiero poner la imaginación a trabajar, que buena falta nos va a hacer.

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