Cuando los demás llegaron a la derruida entrada, los ayudó a cruzarla, encogiéndose de hombros ante sus susurrantes preguntas. Laurana no le dirigió una sola palabra; ¡La mano de la muchacha estaba fría y ante su asombro, pudo ver que tenía los labios manchados de sangre. Tanis supuso que se los habría mordido para evitar gritar, por lo que, arrepentido, quiso decirle algo. Pero la elfa mantuvo la cabeza erguida y no se dignó mirarlo.
Todos se apresuraron a seguir a Goldmoon, pero Tasslehoff, que se detuvo para asomarse a una de las criptas, vio, tendida sobre un féretro de piedra, una enorme figura ataviada con una resplandeciente armadura. Unas manos esqueléticas asían la empuñadura de una inmensa espada que reposaba sobre el cuerpo de aquel ser. Tas lo observó con curiosidad, intentando comprender unas palabras grabadas en la puerta.
—¿Qué significan?
—Fieles más allá de la muerte —respondió Tanis en voz baja.
Al fondo encontraron una doble puerta de bronce. Cuando Goldmoon la empujó, se abrió con facilidad, llevándolos a un pasaje triangular que desembocaba en una amplia sala. La sala estaba intacta. De las que habían visto hasta el momento, era la única del Sla-Mori que había sobrevivido al Cataclismo sin sufrir ningún daño. El motivo, como explicó Flint a todos los que quisieron escucharlo, era la maravillosa construcción realizada por enanos: concretamente las veintitrés columnas que sostenían el techo.
La única salida eran dos puertas gemelas situadas al fondo de la habitación. Flint, consintiendo al fin alejarse de las columnas, examinó las puertas y farfulló que desconocía lo que había tras ellas o dónde desembocaban. Tras una breve discusión, Tanis decidió que tomarían la de la derecha.
Comunicaba con un estrecho pasadizo que siguieron durante unos treinta pies, llegando a otra puerta de bronce que encontraron cerrada. Caramon empujó y tiró de ella con fuerza, pero no consiguió abrirla.
—Es inútil. Ni se ha movido.
Flint observó a Caramon durante unos instantes y finalmente se adelantó. Al examinar la puerta, resopló y sacudió la cabeza.
—¡Es una puerta falsa!
—¡Pues a mí me parece verdadera! —dijo Caramon, contemplándola con suspicacia.
—Incluso tiene bisagras.
—¡Claro que las tiene! No se construyen puertas falsas para que se note que son falsas... hasta un enano gully sabe eso.
—¡O sea que hemos llegado a un lugar sin salida! —exclamó Eben haciendo una mueca.
—Dejadme sitio —susurró Raistlin, dejando cuidadosamente su bastón contra la pared. Posando ambas manos sobre la puerta, apoyó con cuidado las yemas de los dedos y dijo:
—¡Apartaos! —Raistlin agarró a su hermano y le hizo retroceder en el preciso momento en que toda la pared, con puerta de bronce incluida, comenzaba a desplazarse.
—¡Rápido, antes de que vuelva a cerrarse! —dijo Tanis, y todos se apresuraron a cruzarla; Caramon sujetó a su hermano, que se tambaleaba.
—¿Estás bien? —le preguntó el guerrero cuando la pared se cerró tras ellos.
—Sí, me recuperaré. Es el primer hechizo del libro de encantamientos de Fistandantilus que formulo. El hechizo ha funcionado, pero no imaginé que me agotaría de esta manera.
Se encontraban en otro pasadizo que conducía en dirección oeste unos cuarenta pies, luego viraba bruscamente hacia el sur, después hacia el este, para continuar de nuevo hacia el sur, hasta que otra puerta de bronce les impedía el paso.
Raistlin sacudió la cabeza.
—Sólo puedo utilizar el encantamiento una vez, después no consigo recordarlo.
—Una bola de fuego sí que abriría esta puerta —dijo Fizban—. Creo que ahora recuerdo aquel hechizo.
—No, anciano —se apresuró a decir Tanis —. El paso es tan estrecho que nos freirías a todos. Tas, prueba tú...
Situándose frente a la puerta, el kender la empujó.
—¡Vaya! Si está abierta —dijo, contrariado por no haber tenido que forzar la cerradura, y asomó la cabeza. —Otra habitación.
Entraron con cautela. Raistlin iluminó la sala con la luz de su bastón. La habitación era circular, de unos cien pies de diámetro. Justo frente a ellos, había, una vez más, otra puerta de bronce, y en el centro de la habitación...
—Una columna falsa —dijo Tas entre risas—. Mira, Flint. ¡Los enanos construyeron una columna falsa!
—Si es así, seguro que debieron tener buenos motivos —profirió el enano apartando al kender a un lado para examinar la alta y esbelta columna. Estaba marcadamente inclinada.
—Hummm... —murmuró Flint atónito—. Veamos... ¡No es una columna, zoquete! ¡Es una inmensa cadena! Mira está fijada al suelo mediante una cartela de hierro.
—¡Eso significa que estamos en la Sala de la Cadena! —exclamó Gilthanas, preso de gran excitación.
—Este es el famoso mecanismo que defiende Pax Thar-kas. Debemos estar llegando a la fortaleza.