Читаем El Último Ritual полностью

Gunnar bajó los ojos hacia la corbata, pues le extrañó que Þóra la mirase con tanta atención. Como por costumbre, se pasó la mano por encima, por si casualmente tenía allí algún resto de comida. Se raspó en el borde aguzado del alfiler y retiró la mano al instante.

– ¿De qué se trataba, me pregunta? Vamos a ver. Si no recuerdo mal, Harald y Bríet decidieron catalogar todas las fuentes sobre Brynjólfur Sveinsson de las que se tenía noticia, y aquel trabajo era parte de los estudios que cursaban. Creo que fue Harald quien propuso el tema, no Bríet. Ella se limitó a sumarse a él, estaba acostumbrada a engancharse a otros para hacer los trabajos de curso.

– ¿Aquello tenía alguna relación con la tesis del máster de Harald? -preguntó Þóra, aunque pensó que debía de ser una manera de comprobar si Brynjólfur había tenido la versión original del Malleus Maleficarum sin siquiera saberlo.

– No, de ningún modo -respondió Gunnar-. Nosotros lo consideramos bastante irrelevante a ese respecto, creo habérselo mencionado a ustedes. En lugar de utilizar los trabajos de curso de las distintas asignaturas como temas preparatorios de su tesis, solía dedicarse a asuntos que con frecuencia carecían de toda relación con la cuestión de la brujería.

– ¿Fue usted el supervisor de ese trabajo? -preguntó Þóra.

– No, creo recordar que fue Þorbjörn Ólafsson. Puedo comprobarlo, si quiere. -Gunnar movió la mano en dirección al ordenador que había sobre la mesa.

Þóra declinó la oferta.

– No, seguramente no hace falta. Con que pudiera decirnos qué es lo que pasó, nos bastaría. Por ahora no queremos pedirle nada más. No andamos demasiado bien de tiempo.

Gunnar miró su reloj.

– Ni yo tampoco, desde luego… tengo que ir a llevarle la carta a Maria. -En su gesto se podía leer que no le hacía mucha gracia la visita que tenía que hacer-. Fueron a las principales bibliotecas de la ciudad, al Archivo Nacional, a la Sección de Manuscritos y otros lugares semejantes para catalogar todos los documentos y cartas en los que se menciona al obispo Brynjólfur Sveinsson. Les fue bastante bien, según tengo entendido, hasta que Bríet creyó descubrir que una carta había desaparecido del Archivo Nacional.

– ¿Eso sería posible? -preguntó Þóra mirando como sin querer el destrozado papel que había sobre la mesa-. Quiero decir, de una forma diferente a lo que ha pasado ahora.

– Bien, puede pasar, pero en esta ocasión se trataba de una mera cuestión de incompetencia del sistema de control. Ciertamente se desconoce qué fue de la carta, pero ella acusó del robo a cierto individuo que está por encima de toda sospecha en ese contexto.

– ¿A quién? -preguntó Þóra.

– A quien está aquí presente -respondió Gunnar, y guardó silencio. Les miró alternativamente a uno y otro, retándoles con los ojos a poner en duda su inocencia.

– Comprendo -dijo Þóra; miró decidida a Gunnar y añadió-: Perdone que se lo pregunte, pero ¿cómo se le ocurrió a Bríet semejante idea?

– Como les he dicho, se habían producido ciertos errores en la catalogación. Según el catálogo, yo fui la última persona que pudo estudiar la carta, aunque nunca la he tenido en mis manos. Quizá alguna otra persona utilizó mi nombre, o la signatura se confundió. Brynjólfur Sveinsson no me interesa, y jamás se me habría pasado por la cabeza buscar documentos relacionados con él. Lo que hizo aún más desdichado este asunto fue que la chica intentó aprovechar la ocasión para facilitarle las cosas en los estudios. Con toda desfachatez, me dijo que callaría si le echaba una manita, por repetir su vulgar expresión. Hablé del asunto con Harald y él me prometió quitarle aquella locura de la cabeza. Me puse en contacto con un amigo mío del Archivo Nacional y le expresé mi deseo de que investigaran el asunto. No quiero que ninguna mocosa se crea con derecho a insubordinárseme. Pero no pudieron encontrar nada en todo este tiempo, y ya ha transcurrido alrededor de un año. Al final reconocieron que debía de haber sido un error por su parte, la carta habría acabado confundida con otros documentos y acabaría por aparecer más pronto o más tarde. Bríet tuvo el seso suficiente para no volver a hablarme del tema.

– ¿Y qué carta era ésa? -preguntó Þóra-. Quiero decir, ¿de qué trataba?

– La carta fue escrita en el ano 1702 y era de uno de los sacerdotes de Skálholt, e iba dirigida a Árni Magnússon. Sería la respuesta a una solicitud de Árni acerca del paradero de los manuscritos extranjeros propiedad de Brynjólfur Sveinsson, que había muerto unos años antes, en 1675. No hay duda alguna de que la carta estaba en la biblioteca. Muchos la recuerdan, además. A todos les pareció bastante extraño.

– ¿Nada más? -inquirió Þóra-. ¿Nada sobre manuscritos que hubieran podido estar escondidos, o sobre intentos de sacarlos de Skálholt?

Gunnar la miró con gesto pensativo.

– ¿Por qué pregunta, si conoce la respuesta?

Перейти на страницу:

Похожие книги

Дело Аляски Сандерс
Дело Аляски Сандерс

"Дело Аляски Сандерс" – новый роман швейцарского писателя Жоэля Диккера, в котором читатель встретится с уже знакомыми ему героями бестселлера "Правда о деле Гарри Квеберта" И снова в центре детективного сюжета – громкое убийство, переворачивающее благополучную жизнь маленького городка штата Нью-Гэмпшир. На берегу озера в лесу найдено тело юной девушки. За дело берется сержант Перри Гэхаловуд, и через несколько дней расследование завершается: подозреваемые сознаются в убийстве. Но спустя одиннадцать лет сержант получает анонимное послание, и становится ясно, что произошла ошибка. Вместе с писателем Маркусом Гольдманом они вновь открывают дело, чтобы найти настоящего преступника а заодно встретиться лицом к лицу со своими призраками прошлого.    

Жоэль Диккер

Детективы / Триллер / Прочие Детективы / Триллеры