- ¿Qué estás haciendo? ¿Qué estás haciendo? ¡La puerta es hacia allá! ? gritó Malfoy, pero Harry hizo un viraje brusco y descendió en picada. La diadema parec´ıa caer en cámara lenta, dando vueltas y brillando mientras ca´ıa en las fauces de una serpiente bostezando, y entonces la agarró, atrapándola alrededor de su mu˜neca-Harry giró bruscamente de nuevo cuando la serpiente se abalanzó sobre él; se alzó y se encaminó directamente hacia el lugar en donde, rezaba, la puerta estaba abierta; Ron, Hermione y Goyle se hab´ıan desvanecido; Malfoy estaba gritando y sujetaba a Harry tan fuerte que lo lastimaba, entonces, a través del humo, Harry vio una mancha rectangular en la pared y condujo la escoba hacia allá, y momentos después aire limpio llenó sus pulmones mientras chocaban con la pared del corredor frente a ellos.
Malfoy cayó de la escoba sobre su cara, jadeando, tosiendo y teniendo arcadas. Harry se revolcó y se sentó: La puerta a la Sala de los Menesteres se hab´ıa desvanecido, y Ron y Hermione estaban sentados en el piso, jadeantes, junto a Goyle, quien permanec´ıa inconciente.
- C-Crabbe ? se asfixió Malfoy tan pronto como pudo hablar -. Crabbe...
- Está muerto. ? dijo Ron ásperamente.
Hubo un silencio, aparte de los jadeos y las toses. Entonces un número de grandes explosiones sacudió al castillo, y una gran cabalgata de figuras transparentes galopó frente a ellos sobre sus caballos, sus cabezas gritando su sed de sangre bajo sus brazos. Harry trastabilló al levantarse cuando la partida de Cazadores Descabezados hubo pasado: La batalla continuaba alrededor de él. Pod´ıa escuchar más gritos que los de los de los fantasmas en retirada. El pánico se prendió dentro de él.
- ¿Dónde está Ginny? ? dijo cortante ? Estaba aqu´ı. Se supone que iba a entrar en la Sala de los Menesteres.
CAPÍTULO 31. LA BATALLA DE HOGWARTS
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- Córcholis, ¿crees que sirva aún después de todo ese fuego? ? preguntó Ron, pero él también se puso de pie, frotándose el pecho y mirando a todos lados - ¿Nos separamos para buscarla?
- No ? dijo Hermione levantándose también. Malfoy y Goyle permanec´ıan desplomados y sin esperanza en el suelo, y ninguno de los dos ten´ıa varita ? Quedémonos juntos. Yo digo que vayamos... Harry, ¿qué es eso en tu brazo?
- ¿Qué? Oh, s´ı...
Se sacó la diadema de la mu˜neca y la levantó. Aún estaba caliente, ennegrecida por el holl´ın, pero cuando la miró de cerca fue capaz de entender las diminutas palabras grabadas sobre ella: JUICIO M ÁS ALL Á DE LA MEDIDA ES EL TESORO M ÁS GRANDE DEL
HOMBRE.
Una sustancia semejante a la sangre, negra y alquitranada, parec´ıa gotear de la diadema. De repente Harry sintió la cosa vibrar violentamente, y romperse en sus manos, y cuando lo hizo, creyó escuchar el más débil y distante grito de dolor, haciendo eco no desde los terrenos o desde el castillo, sino desde esa cosa que se hab´ıa roto entre sus dedos.
- ¡Debe haber sido Fiendfyre! ? gimió Hermione, sus ojos sobre la pieza rota.
- ¿Perdón?
- Fiendfyre ? fuego maldito ? es una de las sustancias que destruye Horrocruxes, pero yo nunca me hubiese atrevido a usarlo, es demasiado peligroso - ¿Cómo aprendió Crabbe a -?
- Debe haberlo aprendido de los Carrows. ? dijo Harry, adusto.
- Una lástima que no prestó atención cuando dijeron cómo detenerlo, realmente ? dijo Ron, cuyo cabello, como el de Hermione, estaba chamuscado, y su cara ennegrecida -. Si no hubiese intentado matarnos a todos, estar´ıa apenado por su muerte.
- ¿Pero no te das cuenta? ? susurró Hermione ? Eso significa que sólo nos falta la serpiente ? pero se detuvo cuando alaridos y gritos y los ruidos inconfundibles de un duelo llenaron el corredor. Harry vio a su alrededor y su corazón pareció detenerse: los mort´ıfagos hab´ıan entrado a Hogwarts. Fred y Percy estaban justo a la vista, ambos batiéndose con hombres enmascarados y encapuchados.
Harry, Ron y Hermione avanzaron a la carrera para ayudar: chorros de luz volaban en todas direcciones y el hombre batiéndose con Percy se echó atrás rápidamente: su capucha cayó y vieron una frente alta y cabello encanecido...
- ¡Hola, Ministro! ? bramó Percy, lanzando una maldición a Thicknesse, quien dejó caer su varita y ara˜nó el frente de sus vestiduras, aparentemente terriblemente incómodo -
¿Mencioné que voy a renunciar?
- ¡Estás bromeando, Perce! ? gritó Fred mientras el mort´ıfago con el que estaba ba-tallando colapsaba bajo el peso de tres hechizos aturdidores. Thicknesse hab´ıa ca´ıdo al piso con peque˜nas espinas haciendo erupción por todo su cuerpo; parec´ıa que se estuviese convirtiendo en un erizo de mar. Fred miró a Percy con regocijo.