– A pesar de la jubilación.
Rebus se echó a reír y reprimió la risa bruscamente.
– Se me ha ocurrido pensar, ¿cómo es que tú lo sabías?
– Sabía, ¿el qué?
– Que tenía estropeado el maletero. He preguntado a Siobhan y ella no recuerda habértelo dicho. Y estoy seguro de que no salió a relucir en ninguna de las conversaciones que tuvimos tú y yo.
– Lo vi aquella noche en el escenario del crimen de Todorov.
Rebus asintió despacio con la cabeza.
– La conclusión a la que he llegado es que tú estabas ya en Raeburn Wynd cuando Shiv y yo llegamos, nos viste sacar del maletero los accesorios protectores y advertiste que no cerraba bien.
– ¿Y qué?
– Bueno, eso es lo que no tengo muy claro. Pero de una cosa sí que estoy seguro. A tu abuelo le metieron en la cárcel por mi intervención y al morir él tu familia se deshizo. Son cosas que causan un sufrimiento que dura años, Todd. Tu hermano Sol se descarrió por culpa de Big Ger Cafferty, y tú sabías lo que se decía de mí y de Cafferty… Siobhan me ha contado que tú le preguntaste sobre el asunto. En realidad, ahora tiene mala conciencia…
– ¿Por qué?
– Porque cree que tal vez todo fue por lo que ella te contó de que yo odiaba a muerte a Cafferty. Por tu manera de pensar, eso me señalaba como el sospechoso ideal para una agresión a Cafferty -hizo una pausa-. Ah, y además, ahora se siente en cierto modo arrepentida de haberte incorporado al equipo del DIC. Cree que se dejó engatusar sin sospechar tus intenciones.
– ¿Adonde vamos? -preguntó Goodyear con una mano sobre la radio que llevaba sujeta al hombro y que en ese momento emitía ruidos estáticos.
– Lo he hablado todo con ella, ¿sabes? -añadió Rebus-. Y tiene su lógica.
– ¿El qué?
– La otra noche, en la fiesta, hablé con Sonia…
– Eso ya lo ha dicho.
– La noche de la agresión a Cafferty dijiste que te marchabas para reunirte con ella -Rebus hizo otra pausa-, pero ella no lo recuerda. Además, dice que fue idea tuya que mirara debajo del puente.
– ¿Qué?
– Ella encontró el protector de zapatos porque tú le dijiste dónde tenía que buscar.
– Un momento…
– Pero lo curioso, Todd, es que tú no estabas allí. Para mí que seguramente ella te llamó para decirte que salía de servicio hacia el canal, y fue cuando tú le dijiste que mirase debajo del puente: sabías que había un puente y sabías lo que encontraría.
– Pare el coche.
– ¿Vas a denunciarme por rapto, Todd? -dijo Rebus con otra sonrisa glacial-. El inspector John Rebus y Big Ger Cafferty: los peores enemigos de tu familia para ti… y de pronto viste la oportunidad de vengarte de uno implicando al otro. Sabías que existía la probabilidad de que hubiera en el protector huellas mías, y pudiste muy bien cogerlo del maletero en cualquier momento. Todd, la noche del sábado estábamos los tres fuera del bar Oxford: Siobhan, tú y yo. Y los tres sabíamos adonde me dirigía. Únicamente nosotros tres. Me seguiste, aguardaste al acecho a que Cafferty se quedara solo y le golpeaste por detrás. Siobhan me ha contado que te causó mucha impresión enterarte de que a Cafferty le vigilaban. Si yo no hubiese desviado a Stone del lugar de la cita te habrían cazado allí mismo.
– Tonterías -espetó Goodyear.
– En realidad, da lo mismo, ya que no puedo demostrarlo -añadió Rebus volviéndose otra vez hacia el joven-. Quedas impune, Todd. Enhorabuena. Pero por otra parte Cafferty irá a por ti.
– Yo sé cuidarme, Rebus. Y mi familia también -el tono de voz de Goodyear había cambiado; se había endurecido, igual que su mirada-. En Cafferty hace mucho tiempo que pienso, pero después, cuando apuñalaron a Sol, fue cuando realmente empecé a reconcomerme al imaginar la vida tan distinta que habrían podido tener mis padres. Yo sabía que usted tenía relación con Cafferty, así que necesitaba acercarme a usted -añadió el joven mirando al frente-. Luego, me contó que había testificado contra mi abuelo, que había intervenido decisivamente para que lo encerraran, y de pronto todo se articulaba; podía eliminar a Cafferty y a usted al mismo tiempo.
– Como digo, ojo por ojo -el tráfico comenzaba a ser más denso y Rebus levantó el pie del acelerador-. Bien, debes sentirte contento, liberado, vengado, etcétera.
– Estoy libre de pecado.
– ¿Es otra cita de la Biblia? -dijo Rebus asintiendo despacio con la cabeza-. Todo perfecto, pero no basta para salvarte, ni mucho menos.
– Semáforo rojo -dijo Goodyear, y cuando el coche se detuvo abrió la portezuela.
– Estaba pensando en ir a ver a Cafferty -añadió Rebus-. Y no sé si tú querrás volver a verle. Los médicos dicen que mejora.
Goodyear había bajado del coche, pero Rebus lo llamó y se inclinó hacia la ventanilla.
– Cuando Cafferty recobre el conocimiento -añadió Rebus-, la primera cara que verá será la mía… y ¿sabes lo que voy a decirle, Todd? Más vale que te cubras la espalda y sobre todo el frente, Todd Goodyear. Cafferty será todo lo que tú quieras, pero no la clase de cobarde que ataca por la espalda.