– En medio de esa equivocación -dijo Etienne- yo pinto magníficos cuadros y poco me importa si soy una mariposa o Fu-Manchú.
– No tiene nada que ver. Parece que gracias a diversas equivocaciones Colón llegó a Guanahani o como se llamara la isla. ¿Por qué ese criterio griego de verdad y de error?
– Pero si no soy yo -dijo Etienne, resentido. Fuiste vos el que habló de una increíble equivocación.
– También era una figura -dijo Oliveira-. Lo mismo que llamarle sueño. Eso no se puede calificar, precisamente la equivocación es que no se puede decir siquiera que es una equivocación.
– La vieja va a romper el vidrio -dijo Etienne-. Se oye desde aquí.
– Que se vaya al demonio -dijo Oliveira-. No puede ser que hayan pasado seis minutos.
– Más o menos. Y además está la cortesía sudamericana, tan alabada siempre.
– No son seis minutos. Me alegro de haberte contado el sueño, y cuando nos veamos…
– Vení cuando quieras -dijo Etienne-. Ya no voy a pintar más esta mañana, me has reventado.
– ¿Vos te das cuenta cómo me golpea el vidrio? -dijo Oliveira-. No solamente la vieja con cara de rata, sino el chico y la bizca. De un momento a otro va a venir un empleado.
– Te vas a agarrar a trompadas, claro.
– No, para qué. El gran sistema es hacerme el que no entiendo ni una palabra en francés.
– En realidad vos no entendés mucho -dijo Etienne.
– No. Lo triste es que para vos eso es una broma, y en realidad no es una broma. La verdad es que no quiero entender nada, si por entender hay que aceptar eso que llamábamos la equivocación. Che, han abierto la puerta, hay un tipo que me golpea en el hombro. Chau, gracias por escucharme.
– Chau -dijo Etienne.
Arreglándose el saco, Oliveira salió de la casilla. El empleado le gritaba en la oreja el repertorio reglamentario. «Si ahora tuviera el cuchillo en la mano», pensó Oliveira, sacando los cigarrillos,… «a lo mejor este tipo se pondría a cacarear o se convertiría en un ramo de flores». Pero las cosas se petrificaban, duraban terriblemente, había que encender el cigarrillo, cuidando de no quemarse porque le temblaba bastante la mano, y seguir oyendo los gritos del tipo que se alejaba, dándose vuelta cada dos pasos para mirarlo y hacerle gestos, y la bizca y el viajante de comercio lo miraban con un ojo y con el otro ya se habían puesto a vigilar a la vieja para que no se pasara de los seis minutos, la vieja dentro de la casilla era exactamente una momia quechua del Museo del Hombre, de esas que se iluminan si uno aprieta un botoncito. Pero era al revés como en tantos sueños, la vieja desde adentro apretaba el botoncito y empezaba a hablar con alguna otra vieja metida en cualquiera de las bohardillas del inmenso sueño.
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Alzando apenas la cabeza Pola veía el almanaque del PTT, una vaca rosa en un campo verde con un fondo de montañas violetas bajo un cielo azul, jueves 1, viernes 2, sábado 3, domingo 4, lunes 5, martes 6, Saint Mamert, Sainte Solange, Saint Achille, Saint Servais, Sait Boniface, lever 4 h.12, coucher 19 h.23, lever 4 h.10, coucher 19 h.24, lever coucher, lever coucher, levercoucher, coucher, coucher, coucher.