– Para todo lo cual se sirve de una lengua sumamente clara -dijo Perico.
– Por supuesto, Morelli no cree en los sistemas onomatopéyicos ni en los letrismos. No se trata de sustituir la sintaxis por la escritura automática o cualquier otro truco al uso. Lo que él quiere es transgredir el hecho literario total, el libro, si querés. A veces en la palabra, a veces en lo que la palabra transmite. Procede como un guerrillero, hace saltar lo que puede, el resto sigue su camino. No creas que no es un hombre de letras.
– Habría que pensar en irse -dijo Babs que tenía sueño.
– Tú dirás lo que quieras -se emperró Perico- pero ninguna revolución de verdad se hace contra las formas. Lo que cuenta es el fondo, chico, el fondo.
– Llevamos decenas de siglos de literatura de fondo dijo Oliveira- y los resultados ya los estás viendo. Por literatura entiendo, te darás cuenta, todo lo hablable y lo pensable.
– Sin contar que el distingo entre fondo y forma es falso -dijo Etienne-. Hace años que cualquiera lo sabe. Distingamos mas bien entre elemento expresivo, o sea el lenguaje en sí, y la cosa expresada, o sea la realidad haciéndose conciencia.
– Como quieras -dijo Perico-. Lo que me gustaría saber es si esa ruptura que pretende Morelli, es decir la ruptura de eso que llamas elemento expresivo para alcanzar mejor la cosa expresable, tiene verdaderamente algún valor a esta altura,
– Probablemente no servirá para nada -dijo Oliveira – pero nos hace sentirnos un poco menos solos en este callejón sin salida al servicio de la Gran- Infatuación-Idealista -Realista-Espiritualista-Materialista del Occidente, S.R.L…
– ¿Creés que algún otro hubiera podido abrirse paso a través del lenguaje hasta tocar las raíces? -preguntó Ronald.
– Tal vez. Morelli no tiene el genio o la paciencia que se necesitan. Muestra un camino, da unos golpes de pico… Deja un libro. No es mucho.
– Vámonos -dijo Babs-. Es tarde, se ha acabado el coñac.
– Y hay otra cosa -dijo Oliveira-. Lo que él persigue es absurdo en la medida en que nadie sabe sino lo que sabe, es decir una circunscripción antropológica. Wittgensteinianamente, los problemas se eslabonan
– Con semejante nihilismo, harakiri -dijo Etienne.
– Pues claro, manito -dijo Oliveira-. Pero para volver al viejo, si lo que él persigue es absurdo, puesto que es como pegarle con una banana a Sugar Ray Robinson, puesto que es una insignificante ofensiva en medio de la crisis y la quiebra total de la idea clásica del homo sapiens, no hay que olvidarse de que vos sos vos y yo soy yo, o que por lo menos nos parece, y que aunque no tengamos la menor certidumbre sobre todo lo que nuestros gigantes padres aceptaban como irrefutable, nos queda la amable posibilidad de vivir y de obrar
– Se acabó -dijo Babs-. Vamos, me estoy durmiendo.