– ¿Qué tiene de malo el Club? -dijo la Maga, secando tazas con una toalla.
– Nada, pero por eso mismo uno está indefenso. Los vecinos se han quejado tanto del ruido, de las discadas, de que vamos y venimos a toda hora… Y además Babs se ha peleado con la portera y con todas las mujeres del inmueble, que son entre cincuenta y sesenta.
– They are awful -dijo Babs, masticando un caramelo que había sacado del bolso-. Huelen marihuana aunque una esté haciendo un gulash.