SEÑORA.-
No tiene flor más linda la primavera de Verona.AMA.-
¡Eso una flor! Sí que es flor, ciertamente.SEÑORA.-
Quiero saber si le amarás. Esta noche ha de venir. Verás escrito en su cara todo el amor que te profesa. Fíjate en su rostro y en la armonía de sus facciones. Sus ojos servirán de comentario a lo que haya de confuso en el libro de su persona. Este libro de amor, desencuadernado todavía, merece una espléndida cubierta. La mar se ha hecho para el pez. Toda belleza gana en contener otra belleza. Los áureos broches del libro esmaltan la áurea narración. Todo lo que él tenga, será tuyo. Nada perderás en ser su mujer.AMA.-
¿Nada? Disparate será el pensarlo.SEÑORA.-
Di si podrás llegar a amar a Paris.JULIETA.-
Lo pensaré, si es que el ver predispone a amar. Pero el dardo de mis ojos sólo tendrá la fuerza que le preste la obediencia.CRIADO.-
Los huéspedes se acercan. La cena está pronta. Os llaman. La señorita hace falta. En la cocina están diciendo mil pestes del ama. Todo está dispuesto. Os suplico que vengáis en seguida.SEÑORA.-
Vámonos tras ti, Julieta. El Conde nos espera.AMA.-
Niña, piensa bien lo que haces.ESCENA CUARTA
Calle
ROMEO.-
¿Pronunciaremos el discurso que traíamos compuesto, o entraremos sin preliminares?BENVOLIO.-
Nada de rodeos. Para nada nos hace falta un Amorcillo de latón con venda por pañuelo, y con arco, espanta pájaros de doncellas. Para nada repetir con el apuntador, en voz medrosa, un prólogo inútil. Mídannos por el compás que quieran, y hagamos nosotros unas cuantas mudanzas de baile.ROMEO.-
Dadme una tea. No quiero bailar. El que está a oscuras necesita luz.MERCUTIO.-
Nada de eso, Romeo; tienes que bailar.ROMEO.-
No por cierto. Vosotros lleváis zapatos de baile, y yo estoy como tres en un zapato, sin poder moverme.MERCUTIO.-
Pídele sus alas al Amor, y con ellas te levantarás de la tierra.ROMEO.-
Sus flechas me han herido de tal modo, que ni siquiera sus plumas bastan para levantarme. Me ha atado de tal suerte, que no puedo pasar la raya de mis dolores. La pesadumbre me ahoga.MERCUTIO.-
No has debido cargar con tanto peso al amor, que es muy delicado.ROMEO.-
¡Delicado el amor! Antes duro y fuerte y punzante como el cardo.MERCUTIO.-
Si es duro, sé tú duro con él. Si te hiere, hiérele tú, y verás cómo se da por vencido. Dadme un antifaz para cubrir mi rostro. ¡Una máscara sobre otra máscara!BENVOLIO.-
Llamad a la puerta, y cuando estemos dentro, cada uno baile como pueda.ROMEO.-
¡Una antorcha! Yo, imitando la frase de mi abuelo, seré quien lleve la luz en esta empresa, porque el gato escaldado huye del agua.MERCUTIO.-
De noche todos los gatos son pardos, como decía muy bien el Condestable. Nosotros te… Si haces esto te salvaremos de tus miras. La luz se extingue.ROMEO.-
No por cierto.MERCUTIO.-
Mientras andamos en vanas palabras, se gastan las antorchas. Entiende tú bien lo que quiero decir.ROMEO.-
¿Tienes ganas de entrar en el baile? ¿Crees que eso tiene sentido?MERCUTIO.-
¿Y lo dudas?ROMEO.-
Tuve anoche un sueño.MERCUTIO.-
Y yo otro esta noche.ROMEO.-
¿Y a qué se reduce tu sueño?MERCUTIO.-
Comprendí la diferencia que hay del sueño a la realidad.ROMEO.-
En la cama fácilmente se sueña.