Un Lockhart móvil en blanco y negro tiraba de un brazo que Harry reconoció como suyo. Le complació ver que en la fotografía él aparecía ofreciendo resistencia y rehusando entrar en la foto. Al mirarlo Harry, Lockhart soltó el brazo, jadeando, y se desplomó contra el margen blanco de la fotografía con gesto teatral.
—¿Me la firmas? —le pidió Colin con fervor.
—No —dijo Harry rotundamente, mirando en torno para comprobar que realmente no había nadie en la sala—. Lo siento, Colin, pero tengo prisa. Tengo entrenamiento de
Y salió por el retrato.
—¡Eh, espérame! ¡Nunca he visto jugar al
Colin se metió apresuradamente por el agujero, detrás de Harry.
—Será muy aburrido —dijo Harry enseguida, pero Colin no le hizo caso. Los ojos le brillaban de emoción.
—Tú has sido el jugador más joven de la casa en los últimos cien años, ¿verdad, Harry? ¿Verdad que sí? —le preguntó Colin, corriendo a su lado—. Tienes que ser estupendo. Yo no he volado nunca. ¿Es fácil? ¿Ésa es tu escoba? ¿Es la mejor que hay?
Harry no sabía cómo librarse de él. Era como tener una sombra habladora, extremadamente habladora.
—No sé cómo es el
—Si —contestó Harry de mala gana, resignado a explicarle las complicadas reglas del juego del
—¿Y para qué sirven las otras pelotas? —preguntó Colin, dando un tropiezo porque iba mirando a Harry con la boca abierta.
—Bueno, la
—¿Y la cuarta bola?
—Es la
Ésa es la misión de los buscadores, porque el juego del
—Y tú eres el buscador de Gryffindor, ¿verdad? —preguntó Colin emocionado.
—Sí —dijo Harry, mientras dejaban el castillo y pisaban el césped empapado de rocío—. También está el guardián, el que guarda los postes. Prácticamente, en eso consiste el
Pero Colin no descansó un momento y fue haciendo preguntas durante todo el camino ladera abajo, hasta que llegaron al campo de
—¡Voy a pillar un buen sitio, Harry! —Y se fue corriendo a las gradas.
El resto del equipo de Gryffindor ya estaba en los vestuarios. El único que parecía realmente despierto era Wood. Fred y George Weasley estaban sentados, con los ojos hinchados y el pelo sin peinar, junto a Alicia Spinnet, de cuarto curso, que parecía que se estaba quedando dormida apoyada en la pared. Sus compañeras cazadoras, Katie Bell y Angelina Johnson, sentadas una junto a otra, bostezaban enfrente de ellos.
—Por fin, Harry, ¿por qué te has entretenido? —preguntó Wood enérgicamente—.
Veamos, quiero deciros unas palabras antes de que saltemos al campo, porque me he pasado el verano diseñando un programa de entrenamiento completamente nuevo, que estoy seguro de que nos hará mejorar.
Wood sostenía un plano de un campo de
Le llevó casi veinte minutos a Wood explicar los esquemas de la primera tabla, pero a continuación hubo otra, y después una tercera. Harry se adormecía mientras el capitán seguía hablando y hablando.
—Bueno —dijo Wood al final, sacando a Harry de sus fantasías sobre los deliciosos manjares que podría estar desayunando en ese mismo instante en el castillo—. ¿Ha quedado claro? ¿Alguna pregunta?
—Yo tengo una pregunta, Oliver —dijo George, que acababa de despertar dando un respingo—. ¿Por qué no nos contaste todo esto ayer cuando estábamos despiertos?
A Wood no le hizo gracia.
—Escuchadme todos —les dijo, con el entrecejo fruncido—, tendríamos que haber ganado la copa de
Pero, por desgracia, y debido a circunstancias que escaparon a nuestro control...