pienso que todo eso son motivos para alegrarse! 'El estaba ya m'as tranquilo porque seg'un parec'ia no pasaba nada serio. Airecito quer'ia dar la vuelta y volar a casa. Pero la Torre segu'ia quej'andose tragando las l'agrimas: – Es cierto, y yo misma tambi'en me alegrar'ia por eso pero… !Ayer por la ma~nana el Gobernador dijo que era necesario derrumbarme! – ?Qu'e decreto? – se asombr'o Airecito. – El decreto en el que Gobernador manda destruirme ma~nana por la ma~nana. “una ruina vieja que afea con su presencia el aspecto tan bello de nuestra ciudad…” eso ha dicho, ?te lo puedes creer? !Yo no soy vieja, yo soy antigua! !Mira que bonitos son mis ladrillitos, mira que preciosas son mis torrecillas! Y lo m'as importante es que yo como nadie m'as en esta ciudad he sido siempre tan fiel a nuestro Gobernador. Cuando 'el cada vez a mediod'ia sal'ia a la Plaza arrastrando su precioso manto y empezaba a leer las noticias de la semana a los ciudadanos, yo le proteg'ia de los abrasadores rayos del sol en la sombra de mis murallas. !Cu'anto me gustaba escuchar su voz divina! !Oh, que ingratitud tan cruel! Y la pobre Torre no ha podido decir nada m'as porque la ahogaban las l'agrimas. – !Eso s'i que es verdad! – dijo Airecito. – T'u has sido casi la 'unica aqu'i en nuestra ciudad a quien le gustaba escuchar esas noticias y decretos bobos del Gobernador compuestos por el mismo. Los ciudadanos est'an bastante cansados de tener que dejar todo lo que est'en haciendo y reunirse en pleno d'ia en la Plaza para escuchar al Gobernador. !Y a 'el no se le ocurri'o nada mejor que prohibir estrictamente las editoriales y la lectura de los peri'odicos de verdad con aut'enticas noticias solo para que se le escuche a 'el y a nadie m'as! – !Ay, Airecito… mira, ya est'a amaneciendo!!– se ha echado a llorar de nuevo la Torre. – !No, no llores! Yo te ayudare! !Aun yo mismo no s'e como pero te salvare, mi Torre! !Se me ocurrir'a algo! – !Pero t'u eres tan peque~no, eres casi invisible! ?Qu'e se te puede ocurrir? Acaso un cuento… !pero por m'as maravilloso que sea, no me salvara de la destrucci'on! !De repente Airecito se ha alegrado much'isimo al o'ir esas palabras de la Torre! – !Un Cuento, claro, un Cuento! !Eres tan lista Torre, me lo has dicho justo a tiempo! – se alegr'o tanto nuestro Airecito que empez'o a dar volteretas de felicidad. Y aqu'i hay que decir que a la Torre le ha entrado un ataque de estornudos a causa de ese regocijo repentino. – !Ach'is! !Vaya! !No eres tan d'ebil como pareces Airecito! Pero… !ach'is! !Tanto trabajo en la Biblioteca no te ha servido de bien! La Torre quer'ia seguir criticando un poco m'as a Airecito pero en este momento se ha dado cuenta que en la Plaza han aparecido unos obreros. Ellos se dirig'ian hacia ella y estaban equipados con todo lo necesario para cumplir con la orden del Gobernador y destruirla. Al verlos la Torre ha dado un aullido de horror. – !Basta de quejarte! !Todo ira genial, ya ver'as! – ha dicho Airecito saltando para abajo desde el parapeto donde estaba sentado. Se ha dirigido hacia los obreros que se acercaban cada vez m'as y de repente se ha puesto a aullar, arremolinarse y dar saltitos alrededor de los hombres. Tambien gritaba fuerte a sus o'idos y pegaba unos alaridos terribles: – !Yo soy el esp'iritu rebelde de un bandido! !Oooh!!! !Yo soy un malvado sanguinario, el Fantasma de la Torre! ?Qui'en se atreve a quitarme mi eterno hogar? ?Qui'en es el valiente que se atreve a destruir la vieja Torre? !Yo, el esp'iritu terrible, me ir'e a vivir a la casa de este atrevido! Luego persigui'o a uno de los obreros que se ha echado a correr y chill'o sin piedad a sus o'idos: – !Yo soy un malvado, mi nombre es Barba Azul! Y yo advierto a todo el que se atreva a hacerle da~no a la Torre que me mudare de sus murallas destruidas a vuestras casas. !Y entonces se acabaran la felicidad y la paz en vuestras familias! Solo os quedaran las amargas l'agrimas de vuestras mujeres y ni~nos… Todos los obreros se fueron aterrorizados. El Airecito estaba que brincaba y ya no era capaz de calmarse. Se arm'o de m'as valor y vol'o a la casa del Gobernador. All'i se ha colado al dormitorio y con los gritos y ululatos enseguida ha despertado al Gobernador que ya estaba temblando de miedo. – ?!As'i que t'u eres el Gobernador, el bobo que ha emitido un decreto m'as est'upido que jam'as se ha visto?! !T'u has ordenado derrumbar la vieja Torre pero no sab'ias que ella serv'ia de refugio para almas desamparadas de muchos y muchos malvados que hab'ian vivido en ella en los tiempos pasados! !Si t'u destrozas la Torre nosotros quedaremos sin hogar y vendremos a vivir aqu'i en tu dormitorio! !Y entonces tu nunca m'as sabr'as que es la calma! El Gobernador despierto con esos gritos de su tranquilo sue~no ha pensado