primero era una pesadilla. En cuanto se ha dado cuenta que era la realidad se ha echado la manta encima aunque ha visto enseguida que de esa manera tampoco pod'ia esconderse de Airecito. Entonces se ha levantado de la cama de un salto y se ha dirigido corriendo a la Plaza para leer a la gente de la ciudad un decreto nuevo. Acompa~nado por el son de las trompetas ha proclamado: – Mando considerar