Читаем Temor Frío полностью

Jeffrey vio que Chuck se tomaba con calma la subida de la colina. Cuando le vio detenerse y agacharse, se puso tenso, pero Chuck sólo se estaba atando los cordones del zapato.

Cuando Chuck llegó a su lado, le dijo:

– Estaba con el cadáver. Protegiendo la escena del crimen.

Lena no le hizo caso.

– ¿Crees que hay alguna relación? -preguntó a Jeffrey.

Éste dedujo de la expresión de Frank que, después de todo lo que había pasado, ahora empezaba a planteárselo. El viejo policía habría acabado cayendo en la cuenta, pero Lena siempre iba muy por delante de los agentes más veteranos de la brigada. Su rápida inteligencia fue lo que Jeffrey más echó de menos cuando Lena los dejó.

– Tiene que haber alguna relación -repitió Lena.

Jeffrey no quiso contestar, y no sólo porque Chuck se estaba enterando de todo. Lena había decidido dejar la policía hacía siete meses. Ya no formaba parte de su equipo.

– Déjame ver la nota de suicidio -le pidió a Frank.

– Estaba debajo de una roca, al final del puente -contestó Frank.

Se llevó la mano al bolsillo y sacó una hoja de cuaderno doblada. Jeffrey no pensaba regañar a Frank por no haber guardado la nota en una bolsa para pruebas. Los dos tenían las manos tan ensangrentadas que podían manchar la hoja.

Jeffrey la observó, pero sus ojos no llegaron a leerla. Chuck se llevó la mano a la barbilla, pensativo.

– ¿Sigue creyendo que saltó él solo?

– Sí -contestó Jeffrey, mirando al guarda de seguridad del campus.

En lo referente a los secretos, Chuck era un cedazo con patas. Jeffrey le había oído contar chismes de tanta gente que sabía que no se podía confiar en él.

Frank acudió en auxilio de Jeffrey y dijo a Chuck:

– Un asesino le habría apuñalado, no le habría tirado de un puente. No cambian su modus operandi así como así.

– Es lógico -asintió Chuck, aunque cualquiera con un gramo de inteligencia habría hecho más preguntas.

Jeffrey le devolvió la nota a Frank.

– Cuando llegue el equipo, id al otro lado del río. Si tenemos que buscar huellas las buscaremos, ¿entendido? -dijo Jeffrey.

– Sí -contestó Frank-. Empezaremos en el río e iremos hacia la autopista.

– Bien.

Matt había acabado sus llamadas y Jeffrey le encomendó otra misión.

– Llama a Macon a ver si podemos traer algunos perros.

Chuck cruzó los brazos sobre el pecho.

– Traeré algunos de los míos…

Jeffrey le clavó el índice varias veces.

– Mantén a tu gente de los cojones fuera de mi escena del crimen -le ordenó.

Chuck no se arredró.

– Este terreno pertenece a la universidad.

Jeffrey señaló el cadáver que había en el lecho del río.

– Lo único que tienes que hacer es averiguar quién es el chaval y contárselo a su madre.

– Es Rosen -dijo Chuck, a la defensiva-. Andy Rosen.

– ¿Rosen? -repitió Lena.

– ¿Le conocías? -preguntó Jeffrey.

Lena negó con la cabeza, pero éste intuyó que le ocultaba algo.

– ¿Lena? -dijo, dándole otra oportunidad de desembuchar.

– He dicho que no -le espetó.

Jeffrey ya no estuvo seguro de si estaba mintiendo o sólo quería tocarle las narices. En cualquier caso, no estaba para juegos.

– Te dejo al frente de la búsqueda -dijo Jeffrey a Frank-. Tengo cosas que hacer.

Frank asintió, imaginaba adónde tenía que ir Jeffrey.

– Que la madre esté en la biblioteca dentro de una hora para que pueda interrogarla -dijo Jeffrey a Chuck. Señaló a Lena con el dedo-. Yo de ti, me llevaría a Lena a hacer la notificación. Tiene mucha más experiencia que tú.

Jeffrey le echó otra mirada a Lena, pensando que ella agradecería el comentario. Por la manera en que ella le devolvió la mirada, se dio cuenta de que Lena no creía que le hubiera hecho ningún favor.


Jeffrey siempre tenía una camisa de repuesto en el coche, pero por mucho que frotara no conseguiría quitarse la sangre de las manos. Utilizó una botella de agua para limpiarse el pecho y la parte superior del cuerpo, pero aún tenía las uñas bordeadas de rojo. Su anillo de promoción de Auburn tenía sangre seca, y también había sangre alrededor de los números de su camiseta del equipo de fútbol y del año en que se habría graduado de haber continuado. Jeffrey se acordó del famoso verso de Macbeth, reconocer la culpa magnificaba la sangre, y la hacía parecer peor de lo que era. Tessa nunca debería haber estado en esa colina. Tres avezados policías armados estaban a menos de treinta metros, y la habían apuñalado hasta casi matarla. Él debería haberla protegido. Debería haber hecho algo.

Перейти на страницу:

Похожие книги

Eagle Station
Eagle Station

In this thrilling geopolitical adventure from New York Times bestselling legend Dale Brown, Brad McLanahan and the Space Force must fight to preserve America's freedom when ruthless enemies forge an unlikely alliance to control not only the earth, but the moon and beyond.Because its enemies never stop trying to undermine the United States' security, the men and women who serve to protect America must always be vigilant. Few know this better than warriors Brad McLanahan and Nadia Rozek. Newly married, the two are just beginning to settle into their new life together when they are called back into action.Though the Russians were badly defeated by Brad and the Iron Wolf Squadron in their previous bid for world dominance, they are back and doubling down on their quest for control of outer space. In addition to their cutting-edge weaponry, they have a formidable new ally: China's energetic and ruthless leader, President Li Jun.To protect America and the rest of the free world from the Russians and the Chinese, the Americans plan to mine the moon's helium-3 resources, which will allow them to fully exploit the revolutionary fusion power technology Brad and his team captured from the Russians aboard the Mars One weapons platform.But Leonov and Li have devised a daring plan of their own. They are building a joint secret base on the moon's far side fortified with a powerful Russian plasma rail gun that can destroy any spacecraft entering lunar orbit. If the heavily armed base becomes operational, it will give America's enemies control over the world's economic and military future.As this latest skirmish in the war for space accelerates, Brad, Nadia, and their compatriots in the Space Force must use their cunning and skill — and America's own high-tech weaponry — to derail the Sino-Russian alliance and destroy their lunar site before it's too late for the U.S.… and the entire world.

Дейл Браун

Триллер