Van Gogh would have cut off both ears if he lived with you. I hate it when you flap it and flap it so much so fast that I can’t understand what you are saying. But don’t think that I don’t notice what you’re up to. Oh yeah, pleased, delighted, so much enlightenment when you find one fragment, one lonely ranger without a horse, and then you patronize me swearing—
— A mí me zumban tus susurros.
— Es como un callejón sin salida, el grito, deja mucho que desear. Pero si al menos tuviera cierta paz, si yo te pudiera decir:
— No sigas con la cantaleta. Porque voy a gritar de verdad.
— Antes de que tú llegaras aquí, nadie, escúchame, nadie, se había atrevido a manipularme de esta forma.
— Qué manipulación, ni ocho cuartos.
— Mañana mismo te vas de aquí.
— Jodona. Always picking a fight.
— Avergonzándome in front of the neighbors.
— Susurrando en mis oídos. Sacándome en cara.
— Por tu culpa, Moby Dick era la reina del mar hasta que tú llegaste, Ahab.
— Voy a tirarme.
–¡Hazlo, coño! ¡Tírate! Estos malos ratos no me dejan concentrarme. Y luego me deprimo. Bajo la cabeza. Quiero leer, y no puedo. Quiero pensar. Y sabes lo que tengo por dentro, el grito estallándome. Scandalizing the neighbors, interrumpiendo su sueño, fastidiando a la gente abajo, tirando keys, tijeras, dishes al suelo. I wouldn’t be surprised if they complained to management. O la vergüenza de recibir una nota por debajo de la puerta. Y qué te crees tú, que estás en la finca. Tú no sacas de mí más que lo peor. Por qué no me respetas.
— Te respeto a ti como tú me respetas a mí.
— No, no me respetas. Si me respetaras cuando te pido que te calles, te callarías. And how many times have I told you — no me gusta verte desnudo. Get dress, te digo, or get out.
— Kika, Kika, perdóname, tú te crees que fue a propósito. ¿Cómo te sientes?
–¿Cómo tú crees que me siento?
— Kika, perdóname, fue sin querer.
— Llámate al médico. No te perdono.
— No me perdones. Pero fue sin querer.
— La única vez que cierras la puerta. Premeditadamente. Mi sandalia estaba metida por debajo. Tú tuviste que haber sentido el golpe de la puerta contra mi sandalia, contra mi uña.
–¡Qué negra está! Kika, perdóname, fue sin querer.
–¡Que te perdone tu madre! Tú lo sabías. Mira cómo te ríes. Descarado. ¿Por qué lo hiciste? Engangrenados. Y si ahora me amputan el dedo gordo. Mira cómo se le sale el pus por los costados. Búscate el yodo. Y apúrate.
— Ay, qué risa me da. Te lo juro, I didn’t even notice. Abrí la puerta, y me caíste encima. Me mordiste. Tenías la quijada desencajada. Y luego me jalaste las greñas. Yo grité
— Te duele, cabrón. Jamás, escúchame, jamás me podré vengar. Cabrón. ¡Ouch! ¡Ouch!
— Entonces te quitaste la chancleta, and your big toe salió tan amoratado, una cucaracha. Un grimace arrugado. Como un raisin. Y un silencio. Horror. Un horror silencioso.
— Un grito silencioso. A lo mejor me lo desgarro con todo y uña. A lo mejor me lo desenclavo, me refiero al clavo enterrado, a tu clavo.
— Y entonces te tiraste contra la cama. Revolcándote de arriba abajo como un rollo, o un bollo redondo de pan, enrollándose.
— Enrollándome, ni ocho cuartos. Acomodándome al placer del dolor. Quería saber si tirándome para arriba en los mushy cushions podía dejar de sentir la aguja enterrada. Ella se iba ensanchando, haciéndose más gruesa, aunque también más sutil y más fina.
— Llena de ingenios, de agudos recuerdos, de sonoras trompetas…
— Ríete.
— No es de ti. Es del nerviosismo que siento. Me recuerda cuando era niño. En el patio de mi casa, yo tenía un hamster blanco con ojos rojos. Un día se escapó de la jaula y sin querer, le enterré la suela de mi zapato. Si hubieras visto how the blood trickled from his red eyes, sí, por los mismos ojos se desangró mi querido Monte Cristo.
— Y yo me estoy desangrando todavía. A ver si con la sangre derramada se va toda la mala leche que tengo acumulada contra ti. ¿Qué hago contigo?
— That’s what you get for wishing me dead.
— Perdóname, yo no te deseé la muerte. Si mal no recuerdo, tú me dijiste:
No, perdón, no fue así. Fue más fuerte, me dijiste algo peor: