Te lo decían así: «No ha sido sincero en sus declaraciones, por tanto no se le permite dormir!». A veces se mostraban más refinados, no te ponían de pie sino que te sentaban en un sofá mullido que predisponía de forma especial a dormir (el vigilante de turno se sentaba a tu lado en el sofá y te daba una patada cada vez que fruncías los ojos). He aquí cómo describe una víctima (que previamente había pasado días enteros en un box lleno de chinches) sus sensaciones después de esta tortura: «Tenía escalofríos por la gran pérdida de sangre. Tenía las membranas oculares secas, como si alguien sostuviera un hierro candente ante mis ojos. Se hincha la lengua de sed y pincha como un erizo al menor movimiento. Los espasmos de la glotis te rajan la garganta».
El insomnio es un gran medio de tormento y no deja ninguna huella visible, ni siquiera motivos de denuncia si se presentase mañana mismo una improbable inspección.
[87] 8«¿Que no le dejan dormir? ¡Y qué se cree, que está en un balneario ! Los agentes que han estado con usted tampoco han dormido» (pero descansaban de día). Podemos afir-mar que el insomnio se convirtió en el procedimiento universal de los órganos, que dejó de ser un tipo de tortura para convertirse en método reglamentario y que se utilizó de la forma más económica, sin recurrir a ninguna clase de centinelas. En todas las prisiones judiciales no se permitía dormir ni un minuto entre el toque de diana y el de retreta (en Sujá-novka y en otras prisiones más, de día retiraban los catres contra la pared; en otras, sencillamente, no dejaban tenderse, ni siquiera bajar los párpados estando sentado). Y los principales interrogatorios eran siempre de noche. Era automático: el que estaba sometido a la instrucción del sumario no tenía tiempo para dormir por lo menos durante cinco días a la semana (la noche del sábado y del domingo los jueces de instrucción procuraban descansar).22. Como perfeccionamiento del punto anterior: la
23. El
24. Los
Los calabozos tenían sus variantes: los había con humedad y con agua. En la cárcel de Chernovitsi, después de la guerra, tuvieron a Masha G. dos horas descalza con