Sin embargo, a pesar de sus modos de vida totalmente diferentes, Mirissa y él tenían mucho en común. La curiosidad e inteligencia de ella eran rasgos que había que fomentar; no había nadie, ni siquiera entre los demás miembros de la tripulación, con quien pudiera mantener unas conversaciones tan estimulantes. A veces Kaldor se encontraba en un aprieto tan grande para contestar a sus preguntas que su única defensa era un contraataque.
— Me sorprende — le dijo a Mirissa tras un examen particularmente exhaustivo de la política Solar—que nunca asumieras las responsabilidades de tu padre y trabajaras aquí con plena dedicación. Este trabajo sería idóneo para ti.
— Estuve tentada. Pero él se pasó la vida respondiendo a las preguntas de otras personas y acumulando archivos para los burócratas de la Isla Norte. Nunca tuvo tiempo de hacer nada por sí mismo.
—¿Y tú?
— Me gusta reunir datos, pero también me gusta ver cómo se usan. Por eso me hicieron subdirectora del Proyecto de Desarrollo de Tarna.
— Lo cual, me temo, puede haber sido ligeramente saboteado por nuestras operaciones. O eso me dijo el director cuando me encontré con él al salir del despacho de la alcaldesa.
— Ya sabes que Brant no hablaba en serio. Es un plan a largo plazo con fechas de finalización sólo aproximadas. Si el Estadio Olímpico de Hielo acaba construyéndose aquí, es posible que el proyecto tenga que ser modificado… para mejorarlo, según creemos la mayoría. Naturalmente, los norteños quieren tenerlo en su zona: piensan que nosotros ya tenemos bastante con el Primer Aterrizaje.
Kaldor rió entre dientes; lo sabía todo sobre la vieja rivalidad que había existido durante generaciones entre las dos islas.
— Bueno… ¿y no es así? Especialmente ahora que nos tenéis como un atractivo adicional. No debéis ser demasiado codiciosos.
Habían llegado a conocerse, y a gustarse, tan bien, que podían bromear acerca de Thalassa o la
— Oh, he perdido la cuenta de mis distintos empleos, Mirissa; de todas formas, la mayor parte de ellos no eran muy importantes. El que tuve durante más tiempo fue el de profesor de ciencias políticas en Cambridge, Marte. Y no puedes imaginarte la confusión que se producía a causa de ello, porque había una Universidad más antigua en un lugar llamado Cambridge, en Massachussets… y otra aún más antigua en Cambridge, Inglaterra.
« Pero hacia el final, Evelyn y yo nos involucramos cada vez más en los problemas sociales inmediatos, y en la planificación del Éxodo Final. Parecía que yo tenía un cierto talento oratorio… y podía ayudar a la gente a afrontar lo que el futuro les deparaba.
« Sin embargo, nunca creímos de verdad que el Final llegaría en nuestra época… ¡Quién podía pensarlo! Y si alguien me hubiera dicho que debía abandonar la Tierra y todo lo que amaba…
Un espasmo de emoción cruzó su rostro y Mirissa esperó, con un silencio de comprensión, hasta que recuperó su compostura. Había tantas preguntas que le quería hacer, que le llevaría una vida entera contestarlas a todas, y sólo tenía un año antes de que la
— Cuando me dijeron que se me necesitaba utilicé toda mi habilidad filosófica y dialéctica para demostrarles que estaban equivocados. Les dije que era demasiado viejo; que todo lo que yo sabía estaba almacenado en los bancos de memoria; que otros hombres lo harían mejor… todo excepto la auténtica razón.
« Finalmente, Evelyn tomó la decisión por mí; es verdad, Mirissa, que en ciertos casos las mujeres sois mucho más fuertes que los hombres… Pero, ¿por qué te estoy contando esto a ti?
« Su último mensaje decía: « Ellos te necesitan. Hemos pasado cuarenta años juntos… y ahora sólo queda un mes. Te dejo mi amor. No trates de encontrarme. «
« Nunca sabré si vio el fin de la Tierra como yo lo vi… cuando abandonábamos el Sistema Solar.
25. Escorpio
Había visto a Brant desnudo antes, cuando hicieron aquel memorable viaje en barca, pero nunca se había dado cuenta de los formidables músculos de aquel joven. Aunque Loren siempre había cuidado bien su cuerpo, había tenido pocas ocasiones de practicar algún deporte o ejercicio desde que dejaron la Tierra. Por el contrario, era probable que Brant realizase todos los días un ejercicio físico duro… y eso se notaba. Loren no tendría absolutamente ninguna posibilidad frente a él, a menos que pudiera valerse de una de las supuestas artes marciales de la antigua Tierra… ninguna de las cuales él conoció jamás.
Todo aquello era absolutamente ridículo. Allá estaban sus colegas oficiales sonriendo estúpidamente. Y también el capitán Bey, sosteniendo un cronómetro. Y Mirissa, con una expresión que sólo podía calificarse de presumida.