Dos años después acabamos nuevamente en la misma estación. Recuerdo cuál era. Ata Tsan. Le seguí los pasos hasta otro teatro. Otra vez estaba discutiendo con un músico. A esas alturas ya me había enterado de cuál era su apodo, que se traduce (aproximadamente) como Hombre que Anna Alboroto con la Música, y me había enterado del motivo. La enfermedad de la infancia lo había dejado parcialmente sordo. Llevaba un par de audífonos: botones de plástico ocultos alojados en sus enormes oídos internos. Cuando los llevaba conectados, no tenía problemas para mantener una conversación, pero no oía la música como el resto de la gente. Sabía que era un caso único, pero también sabía cómo oía la música de sus obras, y cómo —por la Diosa— quería oírla. Los músicos trabajaban con él porque era muy bueno; pero siempre parecían atormentados. Uno de ellos me dijo: «Mi trabajo no consiste en componer música. Consiste en negociar entre Eh Matsehar y el resto de la especie.»
Mats interrumpió la discusión y me llevó afuera para hablar de la nueva obra, que era una versión de O
—Sólo que éstas serán máscaras humanas. ¡Estoy inventando una nueva forma de arte, Nicky! Con tu ayuda; y tu contribución será reconocida, te lo prometo. ¡Espera a ver los trajes! Todo es maravilloso, salvo la música.
Me entregó un ejemplar del escrito. Lo leí esa noche, mientras Gwarha se entretenía con un juego de tablero, planteando problemas y absorto en ellos. Una pérdida de tiempo, en mi opinión, pero en realidad no me interesan demasiado los juegos.
La obra se titulaba
Cuando llegué al final, le entregué el escrito a Gwarha. Lo leyó de un tirón y no dijo nada hasta después de apagar el ordenador. Entonces me miró.
—Está maravillosamente escrita. Tienes razón con respecto al muchacho. La Diosa le ha tendido las dos manos. Pero el final no está bien.
Le pregunté a qué se refería.
—Una obra sobre este tipo de amor debería dejar en el público una sensación de horror y disgusto. Pero no siento nada de eso. Me siento triste… y furioso con este hombre ambicioso y corrupto. ¿Cómo pronuncias su nombre?
—lago.
—Y hay algo más… la sensación de que acabo de salir de un lugar estrecho y oscuro, un bosque o la entrada a una casa fortificada. Ahora estoy en el borde de una llanura. No hay nada entre el horizonte y yo. No hay nada por encima de mí, salvo el cielo desierto. ¡Ah! —Lanzó la lenta exhalación
—Una catarsis trágica —dije.
Gwarha arrugó el entrecejo. Intenté explicárselo.
—¿Utilizáis obras para limpiar el aparato digestivo?
—Me he expresado mal.
Finalmente me comprendió, aunque me habría resultado útil tener acceso a
—Sigo pensando que el final no funciona. Pero si utiliza máscaras, si los personajes son claramente humanos, tal vez resulte aceptable.
Mats estaba atareado con la producción de la obra, de modo que pasé un tiempo sin verlo demasiado… y también sin ver mucho a Gwarha, que había sido convocado en Ata Tsan para arbitrar una disputa realmente desagradable entre dos principales. Su gran habilidad es la negociación, pero —dijo— estaba llegando al límite de su capacidad.
—Con esos dos no se puede razonar, y pertenecen a dos linajes que nunca se han llevado bien. Vamos a pasar aquí mucho tiempo, Nicky.
—Encontraré algo que hacer.
Me dedicó una mirada significativa.
Algunos días más tarde me encontré con Mats en uno de los diversos gimnasios de la estación. Yo estaba allí practicando
Matsehar no practicaba ninguna de las artes marciales más allá del mínimo exigido a todos en el perímetro, y tampoco participaba en deportes de competición. Su falta de coordinación era un problema demasiado grave. Pero tenía la obsesión de los