Se duchó y se puso un caftán de tela guatemalteca tejida a mano. Era a rayas verticales y estrechas, de color rojo, verde, azul, amarillo, lavanda, negro y blanco. Las sandalias (ocultas debajo del caftán) eran bajas y cómodas. Los pendientes largos se balanceaban notablemente. Se miró al espejo y estudió el rostro redondo y moreno que demostraba sus orígenes mestizos: los ojos negros inclinados sobre los pómulos altos, los labios generosos, la curva maya de su nariz. No se arrepentía de no saber maquillarse. Aquella mañana tenía muy buen aspecto.
—¿Anna? —Nick la llamó desde la sala.
Salió. El desayuno estaba sobre una de las mesas y él se había apoyado contra una pared y tenía un tazón en la mano. La miró de arriba abajo y comentó:
—Muy bonita.
Anna sintió cierta irritación. La mirada y el comentario eran absolutamente típicas de un humano del sexo masculino. Después de pasar veinte años entre los
Se sentó. El desayuno consistía en café, tostadas y un cuenco con algo gris. Otra clase de comida humana, pensó, hasta que lo probó. Era harina de avena. Vio el cuenco del azúcar lleno de cristales de color pardo, y la jarra llena de leche azulada, y se sirvió ambas cosas. Algo lograron, pero la harina de avena seguía sabiendo a harina de avena.
—¿Qué ocurrió ayer?
—¿En la reunión? Lugala Tsu decidió repentinamente que quería unirse a las negociaciones. Estaba en su derecho. Es un Principal.
—Y tú fuiste despedido.
—Sí. —Tomó un trago de café.
—¿Porqué?
—El Principal no se siente cómodo conmigo. Está dispuesto a sentarse frente a extraños. Es algo que hay que hacer cuando se quiere negociar. Pero no está dispuesto a ver a un extraño por el rabillo del ojo.
Esto era casi con certeza una forma de decir que Nick era poco de fiar y que debía estar en el sector de la sala reservado a los humanos.
—Ese individuo es un tonto del culo.
—Podríamos decir que sí, pero eso sería difamar una parte del cuerpo cuya utilidad es incuestionable. Prefiero pensar en Lugala como en un tumor.
Ella se echó a reír.
—¿Eso significa que estarás disponible para las conversaciones de las mujeres?
—Tal vez. Tsai Ama Ul ha pedido que me presente hoy, y aquí estoy. Pero es probable que Lugala Minti sienta lo mismo que su hijo. Aunque eso no será un problema en esta reunión. Ella no asistirá. Pero cuando lo haga…
—Están intentando arruinar las negociaciones.
Nick guardó un instante de silencio.
—Creo que no haré comentarios sobre eso. ¿Te gustó el uniforme que llevaba el hijo de Lugala?
—Tendría que ser una talla más grande.
—Sorprendente, ¿no? ¡El Cuerpo de Arte normalmente es tan de fiar!
Nunca lo había oído emplear aquel tono: suave y malicioso.
Recordó que él había trabajado en obras de teatro. Probablemente tenía amigos en el Cuerpo de Arte.
—¿Eso no es mezquino?
—Anna, aún no sabes lo que es la mezquindad. Cuando un par de tíos duros como el general y Lugala Tsu deciden enfrentarse, se abre un panorama de mezquindad que ni tú ni yo podemos comprender. ¿Recuerdas la primera vez que viste las Montañas Rocosas? ¿Ó el mar? ¿O la Tierra desde el espacio? Si estos individuos se ponen en marcha, será algo así.
—¿Se pondrán en marcha? ¿Habrá algo así como una lucha interna?
—No lo sé.
Anna terminó de desayunar y fueron juntos hasta la sala de reuniones que usaban habitualmente. Allí esperaban las dos mujeres alienígenas, vestidas con sus espléndidas túnicas de siempre. La de Tsai Ama Ul era de piezas hechas con un material brillante, de color azul oscuro. Ama Tsai Indil llevaba brocado de color amarillo brillante. De sus enormes orejas colgaban hileras de pendientes. Esta vez eran finas cadenas de oro acabadas en cuentas de oro. Cada vez que movía la cabeza, aunque sólo fuera ligeramente, las cuentas se agitaban y resplandecían.
¡Qué gente tan chillona! Y si el Cuerpo de Arte era tan de fiar y los sastres capaces de confeccionar la clase de ropa que estaba viendo… ¿por qué Nick solía tener un aspecto tan inadecuado?
Concluyeron el ritual de los saludos y se sentaron, Nick un poco más atrás, como de costumbre.
—Mi socia principal me ha indicado que comience —dijo Ama Tsai Indil—. En su opinión, los hombres… —Indil continuó en el lenguaje de los alienígenas.
—Los hombres la están jodiendo —dijo Nick en inglés.
Ama Tsai Indil inclinó la cabeza. Los pendientes se agitaron.
—En nuestro idioma, la metáfora es diferente. Nosotros decimos armar un enredo.
»Esto es especialmente cierto ahora que el hijo de Lugala ha decidido pelear con el hijo de Ettin. Tsai Ama Ul no hará comentarios sobre esta conducta, que es típica de los hombres y que no necesariamente hará que Lugala o Ettin parezcan más deseables como fuentes de material genético.
»Pero está convencida de que las actuales negociaciones son importantes y de que no deberían dejarse de lado simplemente porque dos hombres intentan obligarse mutuamente a retroceder.