Читаем El puente полностью

Las secciones del puente, una, dos, tres… También había grandes «X» en el puente carretera, ahora lo recuerdo. Tres grandes «X», una encima de otra, como lazos o cintas…, y también…, y también… ¿qué más? Ah, sí, y tampoco llegué a escuchar toda la cinta de los Pogues. Me perdí A Man You Don't Meet Every Day, mi canción preferida; cántala, muchacho… En la otra cara tenía grabados a Eurythmics, por aquello del contraste; una joven Annie cantando a grito pelado con Aretha; como si estuvieran solas, ¿y por qué no?, diciendo algo así como «es mejor haber perdido en el amor que no haber amado», ¿será un tópico? Los tópicos también tienen sentimientos.

Quiero volver. ¿Puedo volver?

pip-pip-pip esto es una grabación. Su estado mental de conciencia está bajo mínimos en este momento, pero si quisiera

clonc.

¿Puedo? Por favor, ¿puedo? Quiero volver. Ahora. Quiero intentarlo ahora. Dormir; despertar. Ahora.

Vamos allá.


Es pronto. Despertando. Antes de eso, unas palabras de nuestro patrocinador. Pero primero, un par de líneas en blanco:


Un día, estaba en la playa de Vahos, durante un verano lluvioso y no excesivamente cálido. Estaba con ella. Habíamos acampado allí y tomado una sustancia que alteraba la percepción de la realidad. La lluvia golpeaba suavemente la tienda; ella quería permanecer dentro hojeando un libro ilustrado de cuadros de Dalí, pero no le importaba si yo salía.

Caminé junto a la marea rompiente, donde las olas invadían la medialuna dorada de arena; estaba a solas, con una húmeda y cálida brisa y con pocos kilómetros de playa, y briznas de lluvia cayendo desde las nubes grises. Encontré conchas como fragmentos de un arco iris roto, y contemplé las gotas de lluvia cayendo sobre parcelas de arena todavía secas mientras el viento soplaba sobre ellas; toda la playa parecía fluir y moverse, como si tuviera vida propia. Recuerdo mi deleite, recuerdo haber tocado la arena como un niño y recuerdo que sus granos se escurrieron entre mis dedos.

Estaba en las islas, frente al mar que llegaba a Newfoundland, a Groenlandia, a Islandia y al casco de hielo del Polo; y allí, al final de una isla de tantas, una curva de tierra rota yacía contra el mar como una columna vertebral, como el nacimiento de un cerebro sobre un sistema central. Mi mente era aquella isla, desnuda y desprotegida frente al azote del mar y el clima por el filo cortante de la droga; una huida fácil.

Entonces pensé que lo había visto todo; el florecimiento del cerebro al final de un tallo articulado; la forma en que, arraigados en la tierra, crecemos y nos transformamos. En aquel momento, eso significaba todo y nada al mismo tiempo.

Y me dije a mí mismo, he estado tan lejos… porque fui mi propio padre y mi propio hijo, y me marché por un tiempo, pero regresé. «Hijo, tu padre ha estado muy lejos.» Eso fue lo que me dije mientras regresaba. «Hijo, tu padre ha estado muy lejos.»


… Sí, claro, pero eso fue hace tiempo; ¿ahora qué pasa? Quiero decir, ¡cielo santo, siete meses sin beber ni fumar! Seguramente, he gozado de mejor salud durante el tiempo que he pasado aquí tumbado e inconsciente que a lo largo de toda mi vida adulta; tal vez no haya hecho demasiado ejercicio, pero tampoco he hecho nada más peligroso que ingerir lo que sea que me han metido por un tubo en la nariz. ¿Cómo demonios ha sobrevivido mi cuerpo siete meses sin alcohol y sin drogas?

A lo mejor me reformo, y dejo de beber y de fumar y de meterme para siempre, y cuando me vuelvan a permitir conducir, no excedo nunca más el límite de velocidad, y, en el futuro, nunca vuelvo a decir nada malo sobre nuestros representantes elegidos de forma democrática y legal, o sobre nuestros aliados, y quizá dedique más tiempo y respeto a las visiones de los demás, independientemente de lo gilipollas que… No; si tengo que hacer todo eso, ¿para qué molestarme en volver? Qué coño; voy a hacer mucho más que todo eso en cuanto pueda; solo que tendré más cuidado en el futuro.

Hijo, tu padre ha…

Sí, ya lo sé; lo hemos oído. Creo que hemos captado el mensaje, gracias. ¿Alguien más…?


Nuestros sueños se han terminado (gracias, Bill)

Los procedimientos están cerrados (gracias, Mac)

Brammer se levanta (¿podemos decirlo bien, por favor?)

Brahma se levanta (gracias)

Está bien (cállate y sigue con ello)


Oscuridad.

No; no es oscuridad. Es otra cosa. Un rojo oscuro, casi marrón. Por todas partes. Intento mirar hacia otro lado, pero no puedo, así que no es solo el color de la pared o del techo. ¿Estará dentro de mis ojos? No lo sé. Ni idea.

Sonidos; oigo algo. Es como si me hubiera lanzado a una piscina y estuviera remontando de nuevo hacia la superficie; ese sonido, una especie de burbujeo claro, alterando su tono lentamente de arriba a abajo, y reventando como una sola burbuja que…

Conversación, una risa de mujer. Tintineos y traqueteos, una camilla o una silla de ruedas chirriando.

Перейти на страницу:

Похожие книги

Rogue Forces
Rogue Forces

The clash of civilizations will be won ... by thte highest bidderWhat happens when America's most lethal military contractor becomes uncontrollably powerful?His election promised a new day for America ... but dangerous storm clouds are on the horizon. The newly inaugurated president, Joseph Gardner, pledged to start pulling U.S. forces out of Iraq on his first day in office--no questions asked. Meanwhile, former president Kevin Martindale and retired Air Force lieutenant-general Patrick McLanahan have left government behind for the lucrative world of military contracting. Their private firm, Scion Aviation International, has been hired by the Pentagon to take over aerial patrols in northern Iraq as the U.S. military begins to downsize its presence there.Yet Iraq quickly reemerges as a hot zone: Kurdish nationalist attacks have led the Republic of Turkey to invade northern Iraq. The new American presi dent needs to regain control of the situation--immediately--but he's reluctant to send U.S. forces back into harm's way, leaving Scion the only credible force in the region capable of blunting the Turks' advances.But when Patrick McLanahan makes the decision to take the fight to the Turks, can the president rein him in? And just where does McLanahan's loyalty ultimately lie: with his country, his commander in chief, his fellow warriors ... or with his company's shareholders?In Rogue Forces, Dale Brown, the New York Times bestselling master of thrilling action, explores the frightening possibility that the corporations we now rely on to fight our battles are becoming too powerful for America's good.

Дейл Браун

Триллер