En cuanto a Marcus y a mí, quizá nuestros senderos se separaron cuando la guerra acabó. Puede que, después del amor alborotado que vivimos durante los cuatro años restantes, él volviera a su país y yo terminara mis días en Madrid convertida en una altiva modista al mando de un taller mítico, accesible tan sólo para una clientela que yo elegiría caprichosamente según el humor del día. O a lo mejor me cansé de trabajar y acepté la propuesta de matrimonio de un cirujano dispuesto a retirarme y mantenerme entre algodones el resto de mis días. Pudiera ser, sin embargo, que Marcus y yo decidiéramos recorrer juntos el resto del camino y optáramos por regresar a Marruecos, buscar en Tánger una casa hermosa en el Monte Viejo, formar una familia y emprender un negocio real del que viviríamos hasta que, tras la independencia, nos instaláramos en Londres. O en algún lugar de la costa del Mediterráneo. O en el sur de Portugal. O, si lo prefieren, también pudiera ser que nunca acabáramos de asentarnos del todo y continuáramos durante décadas saltando de un país a otro a las órdenes del Servicio Secreto británico, camuflados los dos bajo la cobertura de un apuesto agregado comercial y su elegante esposa española.
Nuestros destinos pudieron ser éstos o pudieron ser otros del todo distintos porque lo que de nosotros fue en ningún sitio quedó recogido. Tal vez ni siquiera llegamos a existir. O quizá sí lo hicimos, pero nadie percibió nuestra presencia. Al fin y al cabo, nos mantuvimos siempre en el envés de la historia, activamente invisibles en aquel tiempo que vivimos entre costuras.
Nota de la autora
Las convenciones de la vida académica a la que llevo vinculada más de veinte años exigen a los autores reconocer sus fuentes de manera ordenada y rigurosa; por esta razón, he decidido incluir una lista con las referencias bibliográficas más significativas consultadas para escribir esta novela. No obstante, una gran parte de los recursos en los que me he apoyado a la hora de recrear los escenarios, perfilar algunos personajes y dotar de coherencia a la trama exceden los márgenes de los papeles impresos y, a fin de que quede constancia de ellos, quiero mencionarlos en esta nota de reconocimientos.