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En la página siguiente había una breve respuesta de su padre, también fotocopia de un correo electrónico. Decía: «Querido Harald, espero que no te dediques a ese tema de tesis. Es malo y nada adecuado para formar el carácter. Sé sensato con el dinero. Saludos», y debajo aparecía la firma de correo con el nombre completo del padre, su cargo y su dirección. Así que eso era, pensó Þóra, ¡qué seco! Ni una palabra de que se alegrara de haber recibido noticias de su hijo, ni de que lo echase de menos en absoluto, ni siquiera había firmado con «papá» o algo semejante. Resultaba evidente que la relación era fría, si no gélida. Þóra no sabía si padre e hijo habían vuelto a comunicarse por email; al menos, en la carpeta no había ninguno más.

Al final se encontraba la fotocopia de un documento de la universidad con la relación de asociaciones de estudiantes y los títulos de los periódicos editados por los alumnos de diversos departamentos. Þóra repasó la lista pero no vio nada de especial interés, hasta que hacia el final de la lista leyó: «Malleus Maleficarum: asociación de interesados en historia y etnografía». Þóra levantó los ojos de los papeles. Era el mismo nombre que aparecía en el acta fundacional incluida en el capítulo sobre los estudios universitarios de Harald en Munich. Þóra volvió atrás para asegurarse, y así era. Vio que debajo del nombre de la asociación en la lista islandesa habían escrito con lápiz: «errichtet 2004», fundada en 2004. Era después del comienzo de los estudios de Harald en la Universidad de Islandia. ¿A lo mejor el promotor de aquella asociación había sido él? No era nada improbable, a menos que aquel «Malleus Maleficarum» fuera alguna cosa especialmente emblemática para la historia y la etnografía. Claro que no tenía ni idea de lo que podía significar: Þóra no sabía nada de latín. Pasó al capítulo quinto, el de las cuentas bancarias.

Consistía en una abultada colección de extractos de una cuenta bancaria extranjera. Harald Guntlieb aparecía como titular, y movía unas cantidades exorbitantes, aunque al final del último extracto el saldo se había reducido mucho. Habían marcado en color rosa con un rotulador los movimientos cuando se trataba de grandes reintegros y en color amarillo los ingresos grandes. Þóra vio rápidamente que lo marcado en amarillo era siempre la misma cantidad, y que entraba a principios de cada mes. Se trataba de una auténtica fortuna, más de lo que ganaba Þóra en seis meses… cuando había mucho trabajo. Debía de tratarse de transferencias de la suma que, según dijo Matthew, había heredado Harald de su abuelo. Era probable que el pago de la herencia estuviera estipulado de forma que Harald recibiera regularmente una cantidad, en lugar de entregárselo toda a la vez. Esta manera de hacer las cosas era bastante habitual cuando el heredero era joven, y sólo hasta que alcanzaba una determinada edad. El límite de edad dependía de la fiabilidad del cliente. A Harald Guntlieb no le debían de haber considerado demasiado de fiar, pues Þóra calculaba que debía de tener veintisiete años cuando murió… y aún no había llegado al punto de poder hacerse con toda la herencia. Pese a todo, en la cuenta se había ido acumulando una cantidad considerable, y saltaba a la vista que los gastos de alojamiento y manutención de Harald quedaban muy por debajo del disponible de cada mes.

Los reintegros subrayados eran algo completamente diferente. Eran muy variables y no se habían realizado a periodos regulares, por lo que Þóra podía ver. Habían escrito anotaciones en la mayoría de ellos y, cuando no eran demasiado grandes, los revisó sólo por encima. Þóra comprendía algunas notas según las iba leyendo, pues aparecía por ejemplo BMW al lado de un reintegro muy elevado de principios de agosto de 2004, lo que le permitió entender que Harald se había comprado un coche en Islandia. De otras anotaciones no entendía absolutamente nada. «Urteil G. G.» aparecía junto a un reintegro exorbitante de la época en que Harald estaba estudiando en Munich. Urteil significaba «juicio» y lo primero que se le pasó a Þóra por la cabeza fue que Harald había tenido que pagar a alguien para ocultar las causas de su baja del ejército. La fecha no encajaba en absoluto, sin embargo, y no podía imaginarse el significado de G. G. En otro reintegro ponía «Schädel», que significaba «cráneo», en otro lugar «Gestell», que no sabía lo que quería decir. Encontró varios reintegros sin conexión alguna, y pensó que era mejor no perder el tiempo con ellos.

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Жоэль Диккер

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