T´ıo Vernon y T´ıa Petunia se quedaron petrificados donde estaban, mirando a Dudley como si acabara de expresar el deseo de convertirse en bailarina.
CAPÍTULO 3. LA PARTIDA DE LOS DURSLEY
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“¿Qué?” dijo T´ıo Vernon ruidosamente.
“¿Por qué no viene él también?” preguntó Dudley.
“Bueno, él... no quiere,” dijo T´ıo Vernon, girándose para mirar a Harry y a˜nadiendo.
“No quieres, ¿verdad?”
“Ni lo más m´ınimo,” dijo Harry.
“Ya lo ves,” dijo T´ıo Vernon a Dudley. “Ahora vamos, salgamos.”
Salió de la habitación. Oyeron la puerta delantera abrirse, pero Dudley no se movió y después de unos pocos pasos vacilantes T´ıa Petunia también se detuvo.
“¿Y ahora qué?” ladró T´ıo Vernon, reapareciendo en el umbral.
Parec´ıa que Dudley estaba luchando con conceptos demasiado dif´ıciles para expresarlos con palabras. Varios momentos después de aparentemente dolorosa lucha interna dijo.
“¿Pero adónde va a ir?”
T´ıa Petunia y T´ıo Vernon se miraron el uno al otro. Estaba claro que Dudley les estaba asustando. Hestia Jones rompió el silencio.
“Pero... ¿no sabes a dónde va tu primo?” dijo, con aspecto desconcertado.
“Claro que lo sabemos,” dijo Vernon Dursley. “Se larga con una panda de los vuestros,
¿verdad? Vale, Dudley, entremos en el coche, ya has o´ıdo a este hombre, tenemos prisa.”
De nuevo, Vernon fue alejándose hacia la puerta delantera, pero Dudley no le siguió.
“¿Se larga con una panda de los nuestros?”
Hestia estaba indignada. Harry ya conoc´ıa esa actitud. Las brujas y magos parec´ıan sorprendidos porque sus parientes vivos más cercanos no mostraran el más m´ınimo interés en Harry Potter.
“Está bien,” la tranquilizó Harry. “No importa, de verdad.”
“¿No importa?” repitió Hestia, alzando la voz. “¿No comprende esta gente por lo que has tenido que pasar? ¿El peligro en el que estás? ¿Liderando el movimiento anti-Voldemort?”
“Er... no, no lo comprenden,” dijo Harry. “Creen que soy un desperdicio en realidad, pero estoy acostumbrado...”
“Yo no creo que seas un desperdicio.”
Si Harry no hubiera visto moverse los labios de Dudley, no se lo habr´ıa cre´ıdo. Como as´ı fue, miró fijamente a Dudley durante varios segundos antes de aceptar que deb´ıa haber sido su primo el que hab´ıa hablado por una razón, Dudley se hab´ıa vuelto rojo. El propio Harry estaba avergonzado y atónito.
“Bueno... er... gracias, Dudley”
De nuevo, Dudley pareció acosado por pensamientos demasiado dif´ıciles de tratar, a juzgar por su expresión antes de susurrar “Me salvaste la vida.”
“En realidad no,” dijo Harry. “Habr´ıa sido tu alma lo que se hubiera llevado el dementor...”
Miraba con curiosidad a su primo. No hab´ıan tenido virtualmente ningún contacto durante este verano, ya que Harry hab´ıa venido a Privet Drive por poco tiempo, y hab´ıa permanecido mucho tiempo en su habitación. En ese momento a Harry se le ocurrió, que la taza de té fr´ıo con lo que hab´ıa tropezado esa ma˜nana podr´ıa no haber sido CAPÍTULO 3. LA PARTIDA DE LOS DURSLEY
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una trampa estúpida después de todo. Aunque algo conmovido, se sintió no obstante bastante aliviado de que Dudley pareciera haber agotado su capacidad para expresar sus sentimientos. Después de abrir la boca una o dos veces más, Dudley cayó en un silencio con la cara carmes´ı.
T´ıa Petunia estalló en lágrimas. Hestia Jones le lanzó una mirada aprobadora que cambió a indignación cuando T´ıa Petunia se adelantó y abrazó a Dudley en vez de a Harry. “Que dulce, Dudders...” sollozó en el enorme pecho de su hijo. “Que chico tan encantador... dando las gracias...”
“¡Pero no ha dado las gracias en absoluto!” dijo Hestia indignada. “¡Solo ha dicho que cree que Harry no es un desperdicio!”
“Si, pero viniendo de Dudley eso es como un ’te quiero’,” dijo Harry, esgarrado entre la contrariedad y el deseo de re´ır cuando T´ıa Petunia continuó abrazada a Dudley como si este acabara de salvar a Harry de un edificio en llamas.
“¿Ven´ıs o no?” rugió T´ıo Vernon, reapareciendo de nuevo en la puerta del salón. “¡Cre´ıa que ten´ıamos un horario apretado!”
“Si... si, lo tenemos,” dijo Dedalus Diggle, que hab´ıa estado observando estos intercambios con un aire de diversión y ahora parec´ıa estar cerciorándose. “Realmente debemos marcharnos, Harry...”
Se adelantó y cogió la mano de Harry entre las suyas.
“...buena suerte. Espero que nos veamos de nuevo. Las esperanzas del mundo mágico yacen sobre tus hombros.”
“Oh,” dijo Harry, “claro. Gracias.”
“Adios, Harry” dijo Hestia, también estrechando su mano. “Nuestros pensamientos están contigo.”
“Espero que todo vaya bien,” dijo Harry con una mirada hacia T´ıa Petunia y Dudley.
“Oh, estoy seguro de que terminará siendo el mejor de los viajes,” dijo Diggle alegremente, saludando con su sombrero mientras abandonaba la habitación. Hestia le siguió.
Dudley se soltó airosamente del abrazo de su madre y se acercó a Harry, quien tuvo que reprimir la urgencia de amenazarle con magia. Entonces Dudley extendió su gran mano rosa.
“Caray, Dudley,” dijo Harry sobre los renovados sollozos de T´ıa Petunia, “¿Los dementores afectaron tu personalidad?”