El estudio estaba lleno de gente taciturna, sentada a lo largo de una mesa ornamentada. Los muebles de la habitación hab´ıan sido empujados descuidadamente contra las paredes. La iluminación proven´ıa de un crepitante fuego bajo una hermosa chimenea de mármol trasmontada por una ventana dorada. Snape y Yaxley se quedaron un momento en el umbral. Cuando sus ojos se acostumbraron a la falta de luz, fueron atra´ıdos hacia adelante por la escena en la que una figura humana aparentemente inconsciente que colgaba bocabajo sobre la mesa, se revolv´ıa lentamente como si estuviera suspendida por una cuerda invisible, siendo reflejada en el espejo y en la desnuda y pulida superficie de la mesa de abajo. Ninguna de las personas sentadas bajo esta singular visión estaba mirándola excepto un joven pálido sentado casi directamente bajo ella. Parec´ıa incapaz de evitar mirar hacia arriba a cada momento.
“Yaxley. Snape,” dijo una voz alta y clara desde la cabecera de la mesa. “Llegáis convenientemente tarde.”
El que hablaba estaba sentado justo frente al fuego, as´ı que fue dif´ıcil, al principio, para los recién llegados vislumbrar algo más que su silueta. Cuando se acercaron, sin embargo, su cara brilló a través de las sombras, sin pelo, con aspecto de serpiente, con hendeduras por nariz y brillantes ojos rojos cuyas pupilas eran verticales. Estaba tan pálido que parec´ıa emitir un brillo perlado.
“Severus, aqu´ı,” dijo Voldemort, se˜nalando el asiento a su inmediata derecha. “Yaxley...
junto a Dolohov.”
Los dos hombres ocuparon sus asientos asignados. Los ojos de los que estaban alrededor de la mesa siguieron a Snape, y estaban posados en él cuando Voldemort habló primero.
“¿Y?”
“Mi Se˜nor, La Orden del Fénix tiene intención de trasladar a Harry Potter de su actual casa a un sitio seguro el próximo Sábado al anochecer.”
El interés alrededor de la mesa se agudizó palpablemente. Algunos se tensaron, otros se inquietaron, todos miraban fijamente a Snape y Voldemort.
“Sábado... al anochecer,” repitió Voldemort. Sus ojos rojos se fijaron en los negros de Snape con tanta intensidad que algunos de los asistentes apartaron la mirada, aparentemente temerosos de que ellos mismos resultaran quemados por la ferocidad de la mirada.
Snape, sin embargo, le devolvió la mirada tranquilamente y, después de un momento o dos, la boca sin labios de Voldemort se curvó en algo parecido a una sonrisa.
“Bien. Muy bien. Y esta información proviene de...”
“... de la fuente que hemos discutido,” dijo Snape.
“Mi Se˜nor.”
Yaxley se hab´ıa inclinado hacia adelante para mirar al otro lado de la mesa donde estaba Voldemort y Snape. Todas las caras se giraron hacia él.
“Mi Se˜nor, yo he o´ıdo algo diferente.”
Yaxley esperó, pero Voldemort no habló, as´ı que siguió. “A Dawlish, el Auror, se le escapó que Potter no será trasladado hasta el d´ıa treinta, la noche antes de que el chico cumpla diecisiete.”
Snape estaba sonriendo.
CAPÍTULO 1. EL ASCENSO DEL SE ˜
NOR TENEBROSO
5
“Mi fuente me dijo que trazar´ıan un inexistente plan; debe de ser este. No dudo de que Dawlish esté bajo un Encantamiento Confundus. No ser´ıa la primera vez; se sabe que es vulnerable.”
“Te aseguro, mi Se˜nor, que Dawlish parec´ıa bastante seguro,” dijo Yaxley.
“Si estaba Confundido naturalmente que estar´ıa seguro,” dijo Snape “Te lo aseguro, Yaxley, que la Oficina de Aurores no tomará parte en la protección de Harry Potter. La Orden cree que tenemos infiltrados en el Ministerio.”
“La Orden tiene parte de razón entonces, ¿verdad?” dijo un hombre bajo y grueso sentado a corta distancia de Yaxley; soltó una risita cortante que resonó all´ı y a lo largo de la mesa.
Voldemort no rió. Su mirada hab´ıa vagado hacia arriba hasta el cuerpo que se revolv´ıa pesadamente en lo alto, y parec´ıa estar inmerso en sus pensamientos.
“Mi se˜nor,” siguió Yaxley. “Dawlish cree que toda una cuadrilla de Aurores se ocupará de trasladar al chico...”
Voldemort alzó una larga mano blanca, y Yaxley se calló al instante, observando resentido, como Voldemort volv´ıa a girarse hacia Snape.
“¿Dónde van a ocultar al chico después?”
“En la casa de un miembro de la Orden,” dijo Snape. “El lugar, según la fuente, ha sido equipado con cada protección que la Orden y el Ministerio juntos han podido proporcionar. Creo que habrá poca oportunidad de cogerle una vez esté all´ı, mi Se˜nor, a menos, por supuesto, que el Ministerio haya ca´ıdo antes del próximo Sábado, lo cual podr´ıa darnos la oportunidad de descubrir y desbaratar algunos encantamientos para romper posteriormente el resto.”
“Bien, ¿Yaxley?” llamó Voldemort, la luz del fuego iluminaba extra˜namente sus ojos rojos. “¿Habrá ca´ıdo el Ministerio para el próximo Sábado?”
Una vez más, todas las cabezas se giraron. Yaxley encogió los hombros.
“Mi Se˜nor, tengo buenas noticias en cuanto a ese punto se refiere. Tras mucha dificultad y después de grandes esfuerzos...he tenido éxito al poner una Maldición Imperius sobre Pius Thicknesse.”