Se juntaron en su regreso por el túnel, sin que ninguno de los tres hablara, y Harry se preguntó si Ron y Hermione aún pod´ıan escuchar a Voldemort resonando en sus cabezas, como a él le ocurr´ıa.
?Has permitido que tus amigos mueran por ti en vez de enfrentarme tú mismo. Esperaré por una hora en el Bosque Prohibido? Una hora??
Peque˜nos paquetes parec´ıan estar esparcidos en el frente del castillo. Faltaba una hora 369
CAPÍTULO 33. LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE
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más o menos para el amanecer, y aún as´ı todo estaba en completa oscuridad. Los tres se apresuraron a ir hacia los escalones de piedra. Un perro solitario, del tama˜no de un bote peque˜no, yac´ıa frente a ellos. No hab´ıa ninguna otra se˜nal de Grawp o de su atacante.
(No distingo casi nada de lo que dice en este párrafo?) El castillo estaba inusualmente silencioso. No hab´ıa destellos luminosos, ni explosiones, gritos o exclamaciones. Las gárgolas del desierto hall de entrada estaban salpicadas de sangre. Aún hab´ıa esmeraldas esparcidas por el suelo, junto con trozos de mármol y madera astillada. Parte de las barandillas hab´ıa sido destrozada.
- ¿Dónde estarán todos? ? susurró Hermione.
Ron iba primero en su camino hacia el Gran Comedor. Harry se detuvo en el umbral.
Las mesas de las Casas ya no estaban, y la habitación estaba repleta. Los sobrevivientes se manten´ıan abrazados en grupos. Los heridos estaban siendo tratados por Madam Pomfrey y algunos ayudantes en una plataforma. Firenze se encontraba entre los heridos, emanaba sangre de su costado, y se sacud´ıa desde donde estaba tendido, incapaz de ponerse de pie.
Los muertos se encontraban en una fila en el medio del salón. Harry no pod´ıa ver el cuerpo de Fred, ya que su familia lo rodeaba. George estaba arrodillado junto a su cabeza, la se˜nora Weasley; tendida sobre el pecho de Fred, temblando incontrolablemente. El se˜nor Weasley le acariciaba el cabello, mientras las lágrimas ca´ıan de sus ojos.
Sin decirle nada a Harry, Ron y Hermione se alejaron. Harry vio a Hermione aproximarse a Ginny, cuya cara estaba hinchada y turbada, y abrazarla. Ron se acercó a Bill, Fleur y Percy, quien puso un brazo alrededor de los hombros de Ron. Mientras Ginny y Hermione se aproximaban más al resto de la familia, Harry observó los cuerpos tendidos junto a Fred. Remus y Tonks, pálidos, quietos y con una mirada de paz, parec´ıan dormir bajo el negro cielo encantado.
El Gran Comedor parec´ıa alejarse volando, hacerse más peque˜no, encogerse, mientras Harry se alejaba rápidamente del umbral. No pod´ıa respirar. No pod´ıa soportar mirar los otros cadáveres para ver quienes más hab´ıan muerto por él. No pod´ıa soportar el estar con los Weasleys, no pod´ıa mirarlos a los ojos sabiendo que de haberse rendido de inmediato, Fred nunca hubiese muerto.
Dio media vuelta y corrió hacia la escalera de mármol. Lupin, Tonks? Anhelaba no sentir? deseaba poder arrancarse el corazón, el estómago, todo lo que gritaba dentro de él.
El castillo estaba completamente vac´ıo, incluso los fantasmas parec´ıan haberse unido a la masa de luto en el Gran Comedor. Harry corrió sin detenerse, aferrando el frasco de cristal que conten´ıa los últimos pensamientos de Snape, y sin aminorar el paso hasta que llegó a la gárgola de piedra que cuidaba la oficina del director.
- ¿Contrase˜na?
- ¡Dumbledore! - gritó Harry sin pensarlo, pues era a él a quien quer´ıa ver, y para su sorpresa, la gárgola se hizo a un lado, abriéndole el paso a la escalera de espiral a sus espaldas.
Pero cuando Harry irrumpió en la oficina circular la encontró cambiada. Los portarretratos que colgaban de las paredes estaban vac´ıos. Ni un solo director o directora permanec´ıa all´ı para verlo, todos, según parec´ıa, se hab´ıan ido, tal vez porque en las pinturas alrededor del castillo pod´ıan ver más claramente lo que estaba pasando.
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Harry miró desesperanzado al marco vac´ıo de Dumbledore, que colgada directamente detrás de la silla del director, y luego le dio la espalda. El Pensadero de piedra se encontraba en la misma cabina de siempre. Harry lo cargó hasta el escritorio e introdujo los recuerdos de Snape en la gran vasija con las marcas de runas en el borde. Escapar a la cabeza de alguien más ser´ıa un gran alivio? nada pod´ıa ser peor que sus propios pensamientos, aunque hubiese pertenecido a Snape. Los recuerdos se arremolinaron, plateados y extra˜nos, y sin dudarlo, con un sentimiento de imprudente abandono, aún sabiendo que esto aumentar´ıa su pesar, Harry se zambulló.