Tras la palabra ’matamos’, la figura explotó en una gran nube de polvo. Tosiendo, con los ojos lloroso, Harry vió a Hermione agachada en el suelo, junto a la puerta, con los brazos sobre la cabeza, mientras Ron, temblando de pies a cabeza, le masajeaba torpemente la espalda diciendo,
“Todo va bien... se ha ido...”
El polvo se arremolinó alrededor de Harry como si fuera niebla, a la luz azul de las lámparas de gas, mientras la Se˜nora Black segu´ıa gritando.
“Sangresucia, mugre, manchas de deshonor, manchas de vergüenza sobre la casa de mis padres...”
“¡Cállate!” bramó Harry, apuntándola con su varita, y con un golpe y una ráfaga de chispas rojas, las cortinas se cerraron otra vez, silenciándola.
“Eso... Eso ha sido...” gimió Hermione, mientras Ron la ayudaba a ponerse en pie.
“S´ı” dijo Harry, “Pero no era realmente él, ¿no? Sólo algo para asustar a Snape.”
¿Hubiera funcionado?, se preguntó Harry, ¿o habr´ıa afrontado Snape a la horrible figura tan tranquilamente como hab´ıa acabado con el verdadero Dumbledore? Con los nervios todav´ıa hormigueando, llevó a los otros dos hasta el final del pasillo, medio esperando a que un nuevo terror se revelara, pero nada se movió, salvo un ratón que pasó rozando el rodapié.
“Antes de que vayamos más lejos, creo que es mejor que comprobemos” cuchicheó Hermione, y levantó su varita, diciendo. “Homenum revelio.”
Nada ocurrió.
“Bueno, acabas de sufrir un gran shock” dijo Ron generosamente. “¿Qué se supone que deber´ıa haber hecho eso?”
“¡Ha hecho lo que le he dicho que hiciera!” dijo Hermione algo enojada. “Era un hechizo para revelar la presencia humana, y no hay nadie aqu´ı excepto nosotros!”
“Y el viejo Polvoriento,” dijo Ron, echando una mirada a la mancha en la alfombra de la que el espectro se hab´ıa levantado.
“Subamos” dijo Hermione, mirando asustada la misma mancha, y encabezó la marcha por las chirriantes escaleras hasta el salón del primer piso.
Hermione agitó su varita para encender las viejas lámparas de gas, luego, tiritan-do ligeramente en la fr´ıa habitación, se sentó sobre el sofá, rodeandose fuertemente con los brazos. Ron cruzó hasta la ventana y abrió las pesadas cortinas de terciopelo unos cent´ımetros.
“No veo a nadie ah´ı fuera” informó. “Y uno pensar´ıa que si Harry tuviera todav´ıa un Rastro sobre él, nos habr´ıan seguido hasta aqu´ı. Sé que no pueden entrar en la casa, pero... ¿Qué pasa, Harry?”
CAPÍTULO 9. UN LUGAR PARA OCULTARSE
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Harry hab´ıa dado un grito de dolor, su cicatriz hab´ıa ardido cuando algo destelló cruzando su mente como una luz brillante sobre el agua. Vio una gran sombra, y sintió una cólera que no era suya liberarse a través de su cuerpo, de forma violenta y breve como una descarga eléctrica.
“¿Qué has visto?” preguntó Ron, avanzando hacia Harry. “¿Le viste en mi casa?”
“No, sólo sent´ı su cólera... está realmente enfadado.”
“Pero eso pod´ıa ser en la Madriguera” dijo Ron en un tono fuerte “¿Qué más? ¿No viste nada? ¿Estaba maldiciendo a alguien?”
“No, sólo sent´ı la cólera... No podr´ıa decir...”
Harry se sent´ıa importunado, confuso, y Hermione no ayudó cuando dijo con voz asustada: “¿Tu cicatriz, otra vez? ¿Pero qué está ocurriendo? ¡Pensaba que la conexión estaba cerrada!”
“Lo estuvo, durante un tiempo,”. farfulló Harry; la cicatriz todav´ıa le dol´ıa, lo que le hac´ıa dif´ıcil concentrarse. “Creo que ha empezado a abrirse otra vez siempre que pierde el control, cómo sol´ıa...”’
“¡Pues entonces tienes que cerrar tu mente!” dijo Hermione estridentemente. “Harry, Dumbledore no quer´ıa que usaras esa conexión, quer´ıa que la cerraras ¡Por eso se supone que ten´ıas que usar la Oclumencia! Si no, Voldemort podr´ıa introducir ideas falsas en tu mente, recuerda...”
“S´ı, recuerdo, gracias,” dijo Harry apretando los dientes; no necesitaba que Hermione le recordara que Voldemort hab´ıa usado la conexión entre ellos para llevarlo una vez a una trampa, ni que su resultado hab´ıa sido la muerte de Sirius. Desear´ıa no tener que decirles lo que hab´ıa visto y sentido; eso hac´ıa a Voldemort más amenazador, como si estuviera presionando contra la ventana de la habitación, y el dolor de su cicatriz persist´ıa y luchó contra él: era como resistir la sensación de estar enfermo.
Dio la espalda a Ron y Hermione, fingiendo examinar el viejo tapiz con el árbol genealógico de los Black de la pared. Entonces Hermione chilló. Harry empu˜nó su varita de nuevo y dio media vuelta para ver un Patronus de plata pasar a través de la ventana de salón y aterrizar sobre el suelo enfrente de ellos, donde se solidificó en una comadreja que hablaba con la voz del padre de Ron.
“La familia está a salvo, no respondais, nos vigilan.”
El Patronus se disolvió en la nada. Ron soltó un ruido entre un gemido y un quejido y se dejó caer en el sofá. Hermione se reunió con él, cogiéndole del brazo.
“Están bien, están todos bien” murmuró, y Ron medio se rió y la abrazó.
“Harry,” dijo por encima del hombro de Hermione, “Yo...”