“No pasa nada” dijo Harry, asqueado por el dolor de cabeza. “Es tu familia, luego estabas preocupado. Yo me habr´ıa sentido igual.” Pensó en Ginny. “Yo me siento igual.”
El dolor en su cicatriz estaba llegando a un máximo, quemando como lo hab´ıa hecho en el jard´ın de la Madriguera. Escuchó débilmente a Hermione decir, “No quiero parecer egoista pero, ¿podr´ıamos usar los sacos de dormir que he tra´ıdo y acampar aqu´ı esta noche?”
Escuchó a Ron mostrar su acuerdo. No pod´ıa luchar contra el dolor mucho más tiempo.
Tuvo que sucumbir.
“Ba˜no,” farfulló, y dejó la habitación tan rápido como pudo sin correr.
CAPÍTULO 9. UN LUGAR PARA OCULTARSE
100
Apenas lo consiguió: cerró con cerrojo la puerta detrás de él con las manos temblando, se agarró la palpitante cabeza y cayó al suelo, entonces, en una explosión de agon´ıa, sintió la rabia que no le pertenec´ıa poseer su alma, vio una habitación larga iluminada solamente por un fuego, y al enorme mort´ıfago rubio en el suelo, gritando y retorciéndose, y una figura más peque˜na estaba de pie sobre él, con la varita extendida, mientras Harry hablaba en una voz alta, fr´ıa y despiadada.
“Más, Rowle, ¿o terminamos ya y alimentas a Nagini? Lord Voldemort no está seguro de perdonar esta vez... ¿Me devuelves la llamada para esto, para decirme que Harry Potter se ha escapado otra vez? Draco, dale a Rowle otra muestra de nuestro desagrado... ¡Hazlo, o siente tú mi ira!”
Un tronco cayó al fuego, las llamas crecieron, y arrojaron luz sobre una cara blanca aterrorizada y puntiaguda... con la sensación de emerger de debajo del agua, Harry respiró profundamente y abrió los ojos.
Estaba despatarrado sobre el fr´ıo suelo de mármol negro, su nariz a cent´ımetros de la cola de una de las serpientes plateadas que serv´ıan de soporte a la ba˜nera grande.
Se incorporó. La cara petrificada y demacrada de Malfoy parec´ıa grabada a fuego en el interior de sus ojos. Harry se sent´ıa asqueado por lo que hab´ıa visto, por el uso que Voldemort estaba dando a Draco.
Sonó un agudo golpe en la puerta, y Harry saltó cuando la voz de Hermione resonó.
“Harry, ¿quieres tu cepillo de dientes? Lo tengo aqu´ı.”
“Si, genial, gracias,” dijo, luchando por mantener un tono informal mientras se levantaba para dejarla entrar.
Cap´ıtulo 10
La Historia de Kreacher
Harry se despertó temprano a la ma˜nana siguiente, envuelto en una saco de dormir sobre el suelo del salón de dibujo. Un resquicio de cielo era visible entre las pesadas cortinas. Era de un fr´ıo y claro azul como de tinta aguada, en algún punto entre la noche y el amanecer, y todo estaba en silencio a excepción de las respiraciones lentas y profundas de Ron y Hermione. Harry echó un vistazo a las oscuras y largas siluetas tendidas en el suelo junto a él. Ron hab´ıa tenido un detalle de galanter´ıa y hab´ıa insistido en que Hermione durmiera sobre los cojines del sillón, por lo que su silueta destacaba por encima de la de el, con el brazo encorvado hacia el suelo y los dedos a pocas pulgadas de los de Ron. Harry se preguntó si se habr´ıan quedado dormidos con las manos entrelazadas.
Esa idea le hizo sentir extra˜namente solitario.
Miro hacia arriba al ensombrecido techo, al candelabro lleno de telara˜nas. Menos de veinticuatro horas antes, hab´ıa estado de pie a la luz del sol a la entrada de la carpa, esperando a los invitados de la boda para guiarlos a sus asientos. Parec´ıa que desde entonces hubiera pasado toda una vida. ¿Qué pasar´ıa ahora? Acostado en el suelo pensó en los Horrocruxes, en la intimidante y compleja misión que Dumbledore le hab´ıa dejado...
Dumbledore...
La pena que lo hab´ıa abrumado desde la muerte de Dumbledore se sent´ıa diferente ahora. Las acusaciones que hab´ıa o´ıdo hacer a Muriel en la boda parec´ıan haber anidado en su cerebro como algo enfermizo, contaminando los recuerdos que ten´ıa del mago al que hab´ıa idolatrado. ¿Pod´ıa Dumbledore haber dejado que sucedieran esas cosas? ¿Pod´ıa haber sido como Dudley, y haberse quedado tan contento presenciando tal negligencia y abuso mientras no le afectara a él? ¿Pod´ıa haber dado la espalda a su hermana a la que manten´ıan encarcelada y oculta?
Harry pensó en el Valle de Godric, en las tumbas que hab´ıa all´ı y que Dumbledore nunca hab´ıa mencionado; pensó en los misteriosos objetos dejados sin explicación en el testamento de Dumbledore, y all´ı en la oscuridad le invadió el resentimiento. ¿Por qué Dumbledore no se lo hab´ıa contado? ¿Por qué no se lo hab´ıa explicado? ¿De verdad Dumbledore se hab´ıa preocupado por Harry? ¿O Harry no hab´ıa sido para él mas que un instrumento a ser perfeccionado y afinado, pero sin fiarse de él, sin nunca confiar en él?
Harry no pod´ıa soportar yacer all´ı sin nada más que amargos pensamientos por compa˜n´ıa. Desesperado por hacer algo, por conseguir una distracción, se deslizó fuera del saco de dormir, cogió su varita, y se arrastró fuera de la habitación. En el descansillo susurró,
’lumos’, y comenzó a subir las escaleras a la luz de la varita.