Linda le explicó lo que había sucedido en comisaría, cómo habían echado a Julia de allí después de permitir que Andy Sanders bajara a enfrentarse con el detenido. Le dijo que Jackie y ella habían ido a la iglesia para poder hablar con Julia en privado, y le explicó la posterior conversación en la casa parroquial, con Piper Libby y Rommie Burpee añadidos al grupo. Cuando le habló del principio de rigor que habían observado en el cadáver de Brenda Perkins, Rusty aguzó los oídos.
– ¡Jackie! -gritó Rusty-. ¿Estás segura de eso del rigor mortis?
– ¡Bastante! -respondió ella.
– ¡Hola, papá! -exclamó Judy-. ¡Jannie y yo vamos a dar una vuelta mortal!
– Ni hablar -le dijo Rusty. Les envió dos besos soplando desde las palmas de las manos. Cada niña atrapó uno; no había quien las ganara atrapando besos-. ¿A qué hora viste los cadáveres, Lin?
– A eso de las diez treinta, creo. El jaleo del supermercado se había acabado hacía ya un buen rato.
– Y si Jackie está segura de que el rigor estaba empezando a presentarse… Pero no podemos estar absolutamente seguros de eso, ¿verdad?
– No, pero escucha. He hablado con Rose Twitchell. Barbara ha llegado al Sweetbriar a las seis menos diez minutos de esta mañana. Desde entonces hasta que se han descubierto los cuerpos tiene coartada. Así que habría tenido que matarla… ¿Cuándo? ¿A las cinco? ¿Cinco y media? ¿Qué probabilidades hay de que fuera así, si cinco horas después de eso el rigor solo estaba empezando a aparecer?
– No hay muchas probabilidades pero no es imposible. El rigor mortis se ve afectado por toda clase de variables. La temperatura del lugar donde está el cadáver, para empezar. ¿Qué temperatura había en la despensa?
– Hacía calor -admitió ella, después cruzó los brazos por encima de sus pechos y alzó los hombros-. Hacía calor y olía mal.
– ¿Ves lo que quiero decir? En esas circunstancias podría haberla matado en algún otro lugar a las cuatro de la madrugada y luego haberla llevado allí y haberla metido en la…
– Pensaba que estabas de su parte.
– Lo estoy, la verdad es que no es muy probable que sucediera algo así porque la temperatura de la despensa habría sido mucho menor a las cuatro de la madrugada. Además, ¿por qué habría estado con Brenda a las cuatro de la madrugada? ¿Qué diría la policía? ¿Que se la estaba tirando? Aunque le fueran las mujeres mayores que él (mucho mayores)… ¿tres días después de la muerte del que había sido su marido durante más de treinta años?
– Dirían que no fue una relación consentida -repuso ella sombríamente-. Dirían que fue una violación. Igual que están diciendo ya de esas dos chicas.
– ¿Y Coggins?
– Si quieren tenderle una trampa, se les ocurrirá cualquier cosa.
– ¿Julia va a publicar todo esto?
– Va a escribir el artículo y a hacer algunas preguntas, pero se reservará todo eso de que el rigor estaba en las primeras fases. Puede que Randolph sea demasiado estúpido para sospechar de dónde ha salido esa información, pero Rennie lo sabría.
– Aun así, podría ser peligroso -dijo Rusty-. Si le callan la boca, no va a poder acudir a la Unión Americana por las Libertades Civiles, ni mucho menos.
– No creo que le importe. Está hecha una furia. Incluso cree que los disturbios del supermercado han podido ser provocados.
– Joder, ojalá hubiese visto esos cadáveres.
– A lo mejor todavía estás a tiempo.
– Sé lo que estás pensando, tesoro, pero Jackie y tú podríais perder el trabajo. O algo peor, si todo esto es porque Big Jim quiere librarse de un estorbo que le incordia.
– Pero no podemos dejarlo así…
– Además, puede que no sirviera de nada. Seguramente no serviría de nada. Si Brenda Perkins empezó a presentar rigor entre las cuatro y las ocho, es muy probable que a estas alturas el rigor mortis sea completo y el cadáver no pueda decirnos gran cosa. Tal vez el médico forense de Castle County pudiera descubrir algo, pero está tan fuera de nuestro alcance como la Unión Americana por las Libertades Civiles.
– A lo mejor encuentras alguna otra cosa. Algo que tenga su cadáver o alguno de los otros. ¿No conoces ese cartel que cuelga en algunas salas de autopsia? ¿«Aquí es donde los muertos hablan con los vivos»?
– Es una posibilidad muy remota. ¿Sabes qué sería lo mejor? Que alguien hubiese visto a Brenda viva después de que Barbie se presentara a trabajar a las cinco y cuarto de esta mañana. Eso les abriría un boquete tan grande en la barca que no lo podrían tapar.
Judy y Janelle, vestidas en pijama, llegaron a todo correr para que les dieran sus abrazos de buenas noches. Rusty cumplió con su deber en ese punto. Jackie Wettington, que las seguía a poca distancia, oyó ese último comentario de Rusty y dijo:
– Preguntaré por ahí.
– Pero sé discreta -dijo él.
– Por descontado. Y, para que quede constancia, yo sigo sin estar del todo convencida. ¡Su placa de identificación estaba en la mano de Angie!