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– Pero si TODOS VOSOTROS vinierais conmigo… si todos rezáramos en círculo justo allí, sobre la hierba de Dios, bajo el cielo azul de Dios… a la vista de los soldados que dicen custodiar la obra de la recta mano de Dios… si TODOS VOSOTROS vinierais, si TODOS NOSOTROS rezáramos juntos, a lo mejor lograríamos llegar al fondo de este pecado y sacarlo a rastras hasta la luz para que allí muera, ¡y obrar un milagro de Dios todopoderoso! ¿VENDRÉIS CONMIGO? ¿OS ARRODILLARÉIS CONMIGO?

Por supuesto que irían. Por supuesto que se arrodillarían. A la gente le encanta reunirse para rezarle al Señor con sinceridad en los buenos tiempos y en los malos. Y cuando la banda atacó «Todo lo que ordene mi Dios es bueno» (en clave de sol, Lester a la guitarra solista), todos cantaron dispuestos a ganarse el Cielo.

Jim Rennie estaba allí, desde luego; fue Big Jim el que se encargó de organizar los coches para llevar a todo el mundo.

7

¡BASTA DE SECRETISMO!

¡LIBERTAD PARA CHESTER'S MILL!

¡¡¡MANIFIÉSTATE!!!

¿DÓNDE? ¡En la granja lechera Dinsmore de la 119!

(Busca el CAMIÓN ACCIDENTADO y a los AGENTES DE LA

OPRESIÓN MILITAR)

¿CUÁNDO? ¡14.00 HOE (Hora de la Opresión Este)!

¿QUIÉN? ¡TÚ y todos los amigos que puedas traer!

¡Diles que QUEREMOS EXPLICARLES NUESTRA HISTORIA

A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN! ¡Diles que QUEREMOS

SABER QUIÉN NOS HA HECHO ESTO!

¡Y POR QUÉ!

Sobre todo, diles que ¡¡¡QUEREMOS SALIR!!!

¡Este es NUESTRO PUEBLO! ¡Tenemos que luchar por él!

¡¡¡TENEMOS QUE RECUPERARLO!!!

Tenemos carteles, pero trae el tuyo por si acaso

(y recuerda que las blasfemias son contraproducentes).

¡REVÉLATE CONTRA EL PODER!

¡CAÑA AL OPRESOR!

Comité por un Chester's Mill Libre

8

Si en el pueblo había un hombre que pudiera adoptar como lema personal ese viejo dicho nietzscheano de «Lo que no me mata me hace más fuerte», ese era Romeo Burpee, un currante con un aura muy de Elvis a lo Daddy Cool y botas de punta con laterales elásticos. Le debía su nombre de pila a una romántica madre francoamericana; su apellido, a un padre yanqui que se creía muy duro y era práctico hasta su rancia y tacaña médula. Romeo había sobrevivido a una infancia de crueles pullas -además de alguna que otra paliza- para acabar convirtiéndose en el hombre más rico del pueblo. (Bueno… no. Big Jim era el hombre más rico del pueblo, pero gran parte de su riqueza tenía que mantenerse oculta por necesidad.) Rommie era el dueño de los almacenes independientes más grandes y más rentables del estado. Allá por los años ochenta, sus patrocinadores potenciales le dijeron que estaba loco al apostar por un nombre tan descaradamente feo como Burpee's. La respuesta de Rommie había sido que, si el nombre no había perjudicado a Semillas Burpee, no lo perjudicaría a él. Y ahora su éxito de ventas en verano eran las camisetas que decían VEN A BURPEES A TOMAR GRANIZADOS SLURPEES. ¡Chupaos esa, banqueros sin imaginación!

En buena parte había tenido éxito porque había comprendido cuál era la gran oportunidad y la había perseguido sin detenerse ante nada. A eso de las diez del domingo por la mañana -no mucho después de haber visto cómo se llevaban a Sam «el Desharrapado» al garito de la policía-, otra gran oportunidad se presentó ante él. Como sucedía siempre si estaba uno ojo avizor.

Romeo vio a unos chicos colgando carteles. Estaban hechos con ordenador y tenían un aspecto muy profesional. Los chicos -la mayoría en bici, un par en monopatín- estaban haciendo un gran trabajo empapelando Main Street. Una manifestación de protesta en la 119. Romeo se preguntó de quién habría sido la idea.

Alcanzó a uno y se lo preguntó.

– La idea ha sido mía -dijo Joe McClatchey.

– ¿Te estás quedando conmigo?

– No me estoy quedando con nadie -repuso Joe.

Rommie quiso darle cinco dólares, no hizo caso de sus protestas y se los metió en el bolsillo de atrás. Valía la pena pagar por la información. Rommie pensó que la gente iría a la manifestación de aquel chaval. Se morían por expresar su miedo, su frustración y su justificada ira.

Poco después de dejar que Joe «el Espantapájaros» siguiera su camino, Romeo oyó que la gente hablaba de un encuentro de oración que el reverendo Coggins celebraría por la tarde. La misma hora, Dios bendito; el mismo lugar, Dios bendito.

Estaba claro que era una señal. Una señal que decía OPORTUNIDAD DE VENTA AQUÍ.

Romeo fue a su establecimiento, donde el negocio estaba parado. La gente que había salido a hacer la compra de la semana se había ido al Food City o a Gasolina & Alimentación Mills. Y eran una minoría. La mayoría estaba o en la iglesia o en casa, viendo las noticias. Toby Manning, detrás de la caja, miraba la CNN en un pequeño televisor a pilas.

– Apaga a esos charlatanes y cierra caja -dijo Romeo.

– ¿En serio, señor Burpee?

– Sí. Saca del almacén la carpa grande. Que te ayude Lily.

– ¿La carpa de los Saldos del Verano?

– Esa misma -dijo Romeo-. Vamos a montarla en ese prado donde se estrelló la avioneta de Chuck Thompson.

– ¿El campo de Alden Dinsmore? ¿Y si nos pide dinero por usarlo?

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