— Ren Boz no ha dicho nada acerca de sus observaciones durante la experiencia — manifestó Grom Orm, alzando la cabeza y dirigiéndose a Evda Nal —. ¿No quería usted hablar en su nombre?
— Preveía la objeción, y por eso pedí la palabra — repuso Evda —. Unos segundos después de que fuesen conectadas las centrales F, Ren Boz perdió el conocimiento, y ya no vio nada más. Cuando estaba a punto de desvanecerse, advirtió solamente y retuvo en la memoria las indicaciones de los aparatos, que atestiguaban la presencia del espacio cero. Aquí está la grabación de lo retenido en su memoria.
En la pantalla aparecieron varias cifras, que se apresuraron a copiar multitud de personas.
— Permitidme agregar algo más en nombre de la Academia de las Penas y de las Alegrías — siguió diciendo —. La encuesta popular, a raíz de la catástrofe, da los siguientes resultados…
Columnas de ocho cifras se alinearon en la pantalla, clasificándose ellas solas en las respectivas casillas de « condenación », « absolución », « dudas sobre el método científico » y « acusación de precipitación ». Pero, indudablemente, el balance era favorable a Mven Mas y Ren Boz. Los sombríos rostros de los congregados se iluminaron radiantes.
En el extremo opuesto de la sala encendióse una luz roja, y Grom Orm concedió la palabra a Pur Hiss, astrónomo de la 37a expedición astral. Éste empezó a hablar con fogosidad y en voz muy alta, agitando torpemente los largos brazos y sacando la abultada nuez.
— Un grupo de compañeros astrónomos y yo censuramos a Mven Mas. Su acción, el haber realizado la experiencia sin el permiso del Consejo, ¡despierta la sospecha de que no procedió con tanto desinterés como pretenden hacernos ver aquí los que han hablado!
Chara, llena de indignación, iba a levantarse del asiento, y sólo se contuvo bajo la mirada fría de Evda Nal.
Pur Hiss calló.
— Sus acusaciones son graves, pero infundadas — replicó Mven Mas, con la venia del presidente —. Puntualice qué entiende usted por interés.
— La esperanza de gloria imperecedera, si la experiencia alcanzaba pleno éxito. Ahí está el fondo egoísta de su acción. Y por cobardía, su temor a que no le permitiesen hacer la experiencia. Por eso, precisamente, actuó con premura y en secreto.
Mven Mas esbozó una ancha sonrisa, encogióse de hombros, abriendo los brazos con infantil ademán, y se sentó sin responder. Pur Hiss resplandeció triunfante.
Evda Nal volvió a pedir la palabra.
— Las manifestaciones de Pur Hiss son precipitadas y demasiado malévolas para contribuir a resolver una cuestión seria. Sus puntos de vista sobre los motivos de las acciones nos retrotraen a los tiempos de los Siglos Sombríos. Sólo gentes de un pasado lejano podían hablar así de una gloria imperecedera. Como no encontraban alegría ni plenitud en su vida presente ni se sentían parte integrante de toda la humanidad creadora, temblaban ante la inevitabilidad de la muerte y se aferraban a la menor esperanza de perpetuación.
« El sabio astrónomo Pur Hiss no comprende que únicamente perduran en la memoria de la humanidad los hombres cuyos pensamientos, anhelos y realizaciones continúan actuando, pero en cuanto su actuación cesa, se los olvida y desaparecen. Con frecuencia, resucitan del olvido, como muchos sabios o artistas de la antigüedad, cuando sus obras vuelven a hacerse imprescindibles y reanudan su acción en la sociedad… ¡Sobre todo, en una sociedad como la actual, integrada por muchos miles de millones de seres humanos!
Hace mucho tiempo que yo no había tropezado con una concepción tan primitiva de la inmortalidad y de la gloria y me asombra encontrarla en un cosmonauta.
Evda Nal, erguida en toda su talla, se volvió hacia Pur Hiss, que se encogió en su sillón, iluminado por multitud de luces rojas.
— Dejemos a un lado los absurdos — continuó Evda — y examinemos la conducta de Mven Mas y de Ren Boz tomando como criterio fundamental la dicha de la humanidad.
Antes, los hombres no sabían apreciar debidamente el verdadero valor de sus obras ni contraponerlo al lado contrario, negativo, que indefectiblemente tiene cada acción y cada empresa. Nosotros nos liberamos hace tiempo de ese defecto y podemos hablar solamente de la verdadera significación de los actos.