Riachuelos de malaquita corrían abajo hacia los invisibles lagos y mares que se ocultaban tras las cordilleras.
Más allá, cubierta de redondas colinas, extendíase una llanura hasta el mismo mar, que parecía de lejos una reluciente plancha de hierro verde. Árboles azules erguían su revuelto y espeso follaje, engalanábanse los calveros con franjas purpúreas y brillantes manchones de desconocidos arbustos y hierbas. Y de la hondura del cielo amatista brotaban, en poderoso torrente, haces de rayos de oro verdoso. Los habitantes de la Tierra permanecían inmóviles, pasmados. Mven Mas buceaba en su insondable memoria para determinar exactamente la situación del astro verde.
« Achernar, la Alfa de Erídano, a gran altura en el cielo austral, cerca del Tucán.
Distancia: 21 parsecs… El regreso de la astronave con esa misma tripulación es imposible », se sucedían rápidos los agudos pensamientos.
La pantalla se apagó, y pareció raro el aspecto de aquella sala recoleta, acondicionada para las meditaciones y asambleas de los moradores de la Tierra.
— Esa estrella verde — resonaron de nuevo las palabras del presidente —, cuyas rayas espectrales denotan abundancia de circonio, es un poco mayor que nuestro Sol — y Grom Orm enumeró las coordenadas del astro rico en circonio.
« Su sistema — continuó — comprende dos planetas gemelos que giran el uno frente al otro, a una distancia de la estrella correspondiente a la energía que recibe del Sol la Tierra.
« El espesor de la atmósfera, su composición y la cantidad de agua coinciden con las condiciones terrestres. Tales son los datos preliminares de la expedición del planeta ZR519. Estas informaciones atestiguan la ausencia de vida superior en los planetas gemelos. La vida superior, pensante, transforma la naturaleza hasta tal punto, que su existencia se advierte incluso con una observación superficial efectuada desde una astronave en vuelo a gran altura. Es de suponer que esa vida no haya podido desarrollarse allí o que todavía no haya empezado a hacerlo. Y ello es una excepcional suerte. Pues si hubiera allí vida superior, el mundo de la estrella verde estaría cerrado para nosotros. Hace más de tres siglos, el año 72 de la época del Circuito, nuestros antepasados iniciaron ya el estudio de la cuestión de poblar los planetas donde existiera vida superior pensante, aunque no hubiese alcanzado el nivel de nuestra civilización.
Entonces se decidió que toda irrupción en semejantes planetas conduciría inevitablemente a actos de violencia, a causa de la profunda incomprensión.
« Nosotros sabemos ahora cuan grande es la diversidad de los mundos de nuestra Galaxia: estrellas azules, verdes, amarillas, blancas, rojas, anaranjadas; todas ellas contienen hidrógeno y helio, mas, por la diferente composición de sus núcleos y envolturas, se denominan carbónicas, ciánicas, de titanio, de circonio; se diferencian por el carácter de sus radiaciones y por sus temperaturas, elevadas o bajas, así como por los elementos que integran su atmósfera y sus núcleos. Encontramos los planetas más diversos, que difieren unos de otros tanto por sus volúmenes, la densidad, la composición y el espesor de sus respectivas atmósferas e hidrosferas, como por su distancia al astro y condiciones de rotación. Sabemos además otra cosa: que nuestro planeta, con su superficie cubierta de agua en el 70 % y su proximidad al Sol, que vierte sobre ella un poderoso torrente de energía, constituye una base excepcional de una pujante vida, rica en biomasa y abundante en transformaciones continuas.
« Por ello la vida se ha desarrollado en nuestra Tierra más de prisa que en otros mundos donde estaba encadenada por la falta de agua y de energía solar o por una litosfera reducida. Y más rápidamente que en planetas demasiado ricos en agua. Hemos visto, en transmisiones por el Circuito, la evolución de la vida en planetas muy inundados, de una vida que trepaba desesperadamente por los tallos de las plantas que emergían de las eternas aguas.
— En nuestro planeta, rico en agua, la superficie continental es también relativamente pequeña para la acumulación de energía solar por las plantas alimenticias, por la madera o, simplemente, por instalaciones termoeléctricas.
« En períodos antiquísimos de la historia del globo terráqueo, la vida se desarrollaba con más lentitud en los pantanos de las tierras bajas del período paleozoico que en los altos continentes del neozoico, cuando se luchaba no sólo por el alimento, sino por el agua.
« Sabemos que para una vida exuberante, llena de pujanza, se requiere una correlación determinada, lo más conveniente posible, entre las aguas y las tierras y que nuestro planeta está cerca de ese coeficiente óptimo. Tales planetas no son muchos en el Cosmos, pero cada uno de ellos constituye un valiosísimo tesoro para nuestra humanidad, como nuevo terreno donde establecerse y proseguir su perfeccionamiento.