« Hace ya mucho que la humanidad dejó de temer la superpoblación, que asustara en un tiempo a nuestros antepasados. E incesantemente, tendemos afanosos hacia el Cosmos, ensanchando cada vez más la zona para la instalación de las gentes, pues ello es también avance, ley inevitable del progreso. Las dificultades para asimilar planetas muy distintos de la Tierra por sus condiciones físicas eran tan grandes, que hizo nacer en el pasado la idea de establecer a los hombres en el Cosmos mediante enormes ingenios, semejantes a sputniks, pero mucho mayores. Vosotros no ignoráis que uno de tales islotes artificiales fue construido en vísperas de la época del Circuito. Me refiero al Nadir, situado a dieciocho millones de kilómetros de la Tierra. Allí vive todavía una pequeña colonia… Pero la ineptitud de aquellos angostos receptáculos, demasiado pequeños para la vida humana, era tan evidente, que ahora sorprende la ingenuidad de nuestros antepasados, pese a la audacia de su proyecto en el aspecto técnico.
« Los planetas gemelos de la estrella verde circónica son muy semejantes al nuestro.
No son aptos o presentan grandes dificultades de adaptación para los febles habitantes del planeta ZR519 que los han descubierto. Por ello se han apresurado a transmitirnos estas informaciones, como hacemos nosotros con nuestros descubrimientos. La estrella verde se encuentra a una distancia de la Tierra que no ha salvado ninguna de nuestras astronaves. Alcanzando sus planetas, nos adentramos lejos en el Cosmos. Y nos adentraremos no encerrados en el reducido mundillo de un ingenio artificial, sino sobre la firme base de unos grandes planetas lo bastante espaciosos para organizar una vida cómoda y una potente técnica. Ésta es la causa de que me haya extendido en detalles acerca de los planetas de la estrella verde, recabando vuestra atención sobre ellos. Los considero de excepcional importancia a los efectos de las investigaciones. La distancia de setenta años-luz es accesible para una astronave del tipo del Cisne, ¡y tal vez proceda enviar la 38a expedición precisamente a Achernar!
Grorn Orm calló y, después de dar vuelta a una manija que había en el pupitre de la tribuna, volvió a su sitio.
En el lugar que ocupara hacía un momento el presidente del Consejo, alzóse ante los espectadores una pequeña pantalla, en la que apareció, de medio cuerpo, la maciza y atlética figura de Dar Veter, que muchos conocían bien. El ex director de las estaciones exteriores, acogido por las silenciosas aclamaciones de las luces verdes, sonrió al auditorio.
— Dar Veter se encuentra actualmente en el desierto radiactivo de Arizona — explicó Grom Orm —, desde donde se lanzan cohetes a una altura de cincuenta y siete kilómetros para reconstruir el sputnik. Quiere deciros su opinión como miembro del Consejo.
— Propongo la solución más sencilla — expandióse una voz alegre, a la que el aparato transmisor portátil daba sonoridad metálica —. Que no se envíe una expedición, ¡sino tres!
Los miembros del Consejo y el público quedaron pasmados de sorpresa. Dar Veter, que no era orador, no recurrió a una pausa efectista.
— El primitivo plan de envío de las dos astronaves de la 38ª expedición a la estrella triple EE7723…
Al instante, Mven Mas se imaginó aquella estrella triple, denominada de antiguo la Omicron 2 de Erídano. Situado a menos de cinco parsecs del Sol, aquel sistema — compuesto de una estrella amarilla, otra azul y otra roja — poseía dos planetas carentes de vida, pero no era tal circunstancia lo que hacía interesante la investigación. La estrella azul de aquel sistema era una enana blanca. Teniendo un volumen igual al de un gran planeta, su masa equivalía, sin embargo, a la mitad de la del Sol. El peso específico medio de la materia de aquella estrella era dos mil quinientas veces superior a la densidad del metal terrestre más pesado: el iridio. La atracción, los campos electromagnéticos, los procesos de formación de elementos químicos pesados en ella eran de enorme interés e importancia para su estudio directo desde la menor distancia posible. Máxime teniendo en cuenta que la décima expedición astral, enviada antaño a Sirio, había tenido tiempo de advertir de un peligro antes de su perecimiento. Sirio, estrella doble azul, vecina del Sol, comprendía también una enana blanca más grande y menos cálida que la Omicron 2 de Erídano B y 25.000 veces más densa que el agua. No había sido posible llegar a aquella cercana estrella, debido a los enormes torrentes de meteoritos que se entrecruzaban y la ceñían, estando demasiado dispersos para que pudiera determinarse con exactitud la extensión de los peligrosos fragmentos. Entonces, hacía trescientos quince años, se había proyectado una expedición a la Omicron 2 de Erídano.
— …tiene ahora, después de la experiencia de Mven Mas y Ren Boz — decía en aquel momento Dar Veter —, tan gran importancia, que no se debe renunciar a él.