« Sin embargo, el estudio de la lejana astronave procedente de un mundo ajeno, descubierta por la 37a expedición, puede proporcionarnos datos que superarán en mucho los resultados de las primeras indagaciones.
« Es permisible, en este caso, menospreciar las anteriores normas de seguridad, enviando las astronaves por separado: la Aella, a la Omicron de Erídano, y la Tintashel, a la estrella T. Ambas son navíos cósmicos de primera clase, como la Tantra, que ha sabido hacer frente ella sola a terribles dificultades.
— ¡Eso es romanticismo! — gritó despectivo Pur Hiss, pero al momento encogióse al notar la desaprobación de los espectadores.
— ¡Sí, romanticismo auténtico! — exclamó alegre Dar Veter —. El romanticismo es un lujo de la naturaleza, pero también ¡necesario en una sociedad bien organizada! El exceso de vigor físico y espiritual engendra más rápidamente en cada ser humano el ansia de lo nuevo, de los cambios frecuentes. Se empieza a considerar de otro modo los fenómenos, a procurar ver en la vida algo más que el monótono correr de los días y a reclamarle a ésta una mayor dosis de pruebas e impresiones.
« Veo en (la sala a Evda Nal — prosiguió Dar Veter —. Ella les confirmará que el romanticismo no es solamente psicología, ¡es también fisiología! Vuelvo a nuestro tema:
hay que enviar ahora la nueva astronave Cisne a Achernar, a la estrella verde, porque hasta dentro de ciento setenta años no conocerá nuestro planeta los resultados. Grom Orm tiene completa razón al decir que la exploración de planetas semejantes al nuestro y la creación de una base para el avance en el Cosmos es nuestro deber con respecto a las generaciones venideras.
— Pero sólo hay preparadas reservas de anamesón para dos naves — objetó el secretario, Mir Om —. Se necesitarán diez años para, sin detrimento de la economía, aprovisionar a la otra astronave que emprenda el vuelo. Y debo recordarles que la reconstrucción del sputnik ocupará muchas fuerzas productivas…
— Ya tengo previsto eso — repuso Dar Veter —, y propongo que si el Consejo de Economía lo considera posible, nos dirijamos a la población del planeta. Que cada uno demore por un año sus viajes y excursiones de recreo, que se desconecten los televisores de nuestros acuarios en el fondo del océano, que se deje de traer piedras preciosas y plantas raras de Venus y Marte, que se paren las fábricas de vestidos y adornos lujosos.
El Consejo de Economía sabrá determinar mejor que yo lo que hay que detener provisionalmente para dedicar a la producción de anamesón la energía ahorrada. ¿Quién de nosotros se negará a reducir sus necesidades, por un solo año, para ofrecer a nuestros hijos el gran presente de dos nuevos planetas caldeados por los vivificadores rayos de un Sol verde, grato a nuestros ojos terrestres?
Dar Veter tendió los brazos en un llamamiento a toda la Tierra, sabiendo que miles de millones de ojos le observaban en las pantallas de los televisores, hizo una inclinación de cabeza y desapareció dejando tras él un resplandor azulado, centelleante. Allí, en el desierto de Arizona, un fragor sordo hacía retemblar el terreno de vez en cuando, indicando que un cohete más partía con su carga para trasponer la bóveda celeste. Y en la sala del Consejo todos los congregados se pusieron en pie y alzaron la mano izquierda, lo que significaba su plena e incondicional conformidad con la intervención.
El presidente del Consejo se dirigió a Evda Nal.
— ¿Querría decirnos su opinión, en el aspecto de la felicidad humana, nuestro huésped y representante de la Academia de las Penas y de las Alegrías?
Evda Nal volvió a la tribuna.
— La psique humana, por su constitución, no se presta a las excitaciones prolongadas o muchas veces repetidas. Ello es una defensa contra el rápido desgaste del sistema nervioso. Nuestros lejanos antepasados estuvieron a punto de hacer perecer a la humanidad al no tener en cuenta que el ser humano, debido a su contextura fisiológica, exige un frecuente descanso. En cambio nosotros, asustados de ese peligro, cuidábamos antes con exceso de la psique, sin comprender que el medio fundamental de reponerse y descansar de las impresiones es el trabajo. Es necesario no sólo cambiar de género de ocupación, sino alternar regularmente el trabajo y el descanso. Cuanto más duro sea aquél, tanto más largo debe ser éste, y entonces, a mayores dificultades, mayores alegrías, que absorben al hombre plenamente, por entero.