Entonces, los de las vestiduras doradas se apartaron a la derecha y su sitio fue ocupado por la otra pareja. Con un movimiento rapidísimo, se despojaron de sus capas, y sus cuerpos rojos ondularon como llamas vivas sobre el fondo irisado de los muros. El hombre tendió ambas manos hacia la mujer, ella le respondió con una alegre sonrisa tan arrogante y deslumbradora, que los moradores de la Tierra no pudieron menos de sonreír también. Y allá lejos, en la nacarada sala de aquel mundo infinitamente remoto, empezaron a bailar los dos una danza lenta. Más que una danza era aquello una serie de rítmicas poses destinadas, por lo visto, a mostrar la perfección, la belleza de líneas y plástica elasticidad de los cuerpos de los bailarines. Sin embargo, por la cadenciosa sucesión de los movimientos, se presentía una música majestuosa y triste al propio tiempo, como un himno a la gran legión de innumerables víctimas anónimas que habían sido inmoladas en aras de la evolución de la vida hasta llegar a tan admirable ser pensante: el hombre.
Mven Mas creía oír aquella melodía, percibir aquel abanico de notas altas y puras sostenido por el vibrante y acompasado ritmo de los sonidos graves. Veda Kong apretó la mano de Dar Veter, pero él no lo advirtió siquiera. Yuni Ant miraba inmóvil, con la respiración contenida, mientras unas gotas de sudor perlaban su despejada frente.
La gente del Tucán se parecía tanto a la de la Tierra, que, poco a poco, se iba perdiendo la impresión de otro mundo. Mas aquellas personas rojas eran de una belleza consumada que aún no habían alcanzado todos en el globo terráqueo y sólo vivía en los sueños y obras de los artistas, tomando corporeidad en muy contados seres singularmente hermosos.
« Cuanto más penosa y larga es la vía de la ciega evolución animal hasta llegar al ser pensante, tanto más perfectas y adecuadas son las formas superiores de la vida y, en consecuencia, tanto más bellas — pensaba Dar Veter —. Desde hace mucho tiempo los terrenos hemos comprendido que la belleza es la conveniencia de la estructura, instintivamente percibida y bien adaptada a un fin determinado. Y cuanto más diverso es el fin, más bella es la forma; esas gentes rojas deben de ser más inteligentes y hábiles que nosotros. Tal vez su civilización se haya basado más en el desarrollo del propio hombre, de su potencia física y espiritual, que en el progreso de la técnica. Durante largos años nuestra cultura continuó siendo netamente técnica, y hasta que no advino la sociedad comunista no emprendió definitivamente la senda del perfeccionamiento del propio hombre, y no tan sólo de sus máquinas, casas, alimentos y distracciones. » Cesó la danza. La joven piel roja avanzó al centro de la sala, y el rayo visual del aparato concentróse en ella sola. Sus abiertos brazos y su rostro se alzaron.
Los ojos de los terrenos siguieron involuntariamente la mirada de la muchacha. La sala no tenía techo alguno, o tal vez fuera aquello una ilusión óptica, hábilmente lograda, pues allí se veía un cielo tachonado de estrellas tan grandes y refulgentes, que no debían de ser reales. La disposición de las constelaciones extrañas no evocaba ninguna asociación conocida. La muchacha agitó la mano izquierda y en su índice apareció una bolita azul.
Acto seguido, brotó de ésta un rayo de argentada luz que se convirtió en un enorme puntero, cuyo circular extremo luminoso se iba fijando en una u otra estrella de aquel dosel. Y al instante, el panel de esmeralda mostraba una imagen inmóvil, en gran escala.
El rayo indicador se desplazaba lentamente, haciendo surgir, con igual lentitud, vistas de planetas desiertos o habitados. Las extensiones pedregosas o los arenales brillaban con triste, desolado fulgor a la luz de solea rojos, azules, violáceos, amarillos. A veces, los rayos de un astro singular, de color gris plomo, daban vida en sus planetas a achatadas cúpulas y espirales cargadas de electricidad que flotaban como medusas en la densa atmósfera anaranjada o en el océano. En el mundo del sol rojo crecían unos árboles de inconmensurable altura y viscosa corteza negra que tendían hacia el cielo, como en desesperada imploración, miríadas de retorcidas ramas. Otros planetas estaban inundados por completo de oscuras aguas. Enormes islas vivientes, animales o vegetales, navegaban por doquier agitando en la serena superficie sus innumerables tentáculos vellosos.
— No tienen en sus cercanías planetas con formas superiores de vida — dijo de pronto Yuni Ant, que no apartaba los ojos de la carta de aquel desconocido cielo cubierto de estrellas.
— No es cierto — objetó Dar Veter —. Por un lado, tienen un sistema astral plano, una de las formaciones recientes de la Galaxia. Pero nosotros sabemos que los sistemas planos y esféricos, antiguos y nuevos, se alternan frecuentemente. Y en efecto, por el lado de Erídano cuentan con un sistema poblado de seres pensantes que forma parte del Circuito…